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          Los cuatro estaban sentados en el salón de Natalia mientras hacían tiempo. Todavía era pronto para salir, y Natalia empezaba a pensar que la hora que le había dicho a Alba no iba a llegar nunca. Dio un trago a su cerveza y miró a los otros tres que tenía al lado. Estaban empezando a apalancarse cosa mala.

- Nat, ¿a que hora le dijiste a esta mujer que viniera?

          El timbre sonó justo en ese momento.

- ¿Ya son las once?

- Que va, se te ha debido adelantar.

- Mierda, no estoy mentalmente preparada para esto.

- Claro que sí, cariño. Tu termina con esto y ve a abrirle la puerta -dijo Alfonso acercándole la cerveza que había dejado encima de la mesa al levantarse de golpe.

          Natalia se quedó parada un segundo tras abrirle la puerta a Alba, pero consiguió volver en sí misma antes de parecer una gilipollas.

- Buenas noches, Albi -le fue a dar dos besos pero ella la cubrió con un abrazo inesperado.

- He traído cositas -respondió cuando se separaron.

- Alba tía te dije que no trajeras nada.

- ¡Si trae alcohol es más que bienvenida! -se oyó una voz proveniente del salón de Natalia.

- Me cago en todo Alfonsi, eres un caso perdido. Y estos son mis amigos. Están un poco idos de la olla pero son majos -dijo lo último mientras Alba dejaba la botella de ron en la nevera.

- Entonces como tú, ¿no?

- Natalia, me cae bien -la miró Marta.

- Muy bien. Esta es Marta, a Damion ya le conoces y esta otra loca es Alfonso. Chicos, ella es Alba. No la espantéis, porfa, que os conozco.

          Los amigos de Natalia negaron con la cabeza muy convencidos mientras le juraban y perjuraban que no harían nada. Alba, por su parte, no tardó en sentirse cómoda, sobre todo con Marta. Era imposible estar más de un minuto sin reírse cuando ella estaba cerca, y con la cantidad de alcohol en vena que según avanzaba la noche iba creciendo, las ideas eran cada vez más disparatadas.

- Bueno, Alba, creo que es hora de contarte la verdad detrás de todo esto -dijo Alfonso de pronto, poniéndose en pie-. Nos has caído muy bien y todo eso pero para poder pertenecer a este grupo de verdad debes pasar una prueba de fuego -estaba empezando a arrastrar las palabras.

- Alfonso, bájate de la mesa que me la ensucias.

- Sí señora -hizo un saludo militar-. A lo que iba, Alba. Vámonos al convento que hay cosas que hacer.

- ¿El qué? -preguntó, curiosa.

- Beber hasta que las piernas no nos aguanten -Marta le pasó un brazo por los hombros-. Y ver a esta mujer cuando se pone borracha, que es lo más divertido.

          A Natalia no se le escapó como Marta cambió el rumbo de la conversación que Alfonso estaba intentando llevar. Decidió pasar por alto que llevaba toda la noche intentando juntarlas y se puso la chaqueta antes de echarlos de su casa y cerrar la puerta. Maldecía el momento en que Damion la engatusó para estar primero en su casa, a la mañana siguiente le iba a tocar recoger todo el desastre a ella solita.

          Por suerte El Convento tampoco se encontraba demasiado lejos, aunque cuando llegaron, la cola se extendía varios metros. Aun así, para sorpresa de Alba, Alfonso dirigió el grupo hasta el principio de la cola y empezó a charlar con uno de los tíos que había controlando la cantidad de gente que pasaba. Alba y Natalia se quedaron un poco separadas de los otros tres, en algún momento del trayecto habían unido sus manos y cada vez tenían más ganas de poder entrar para que la locura se desatara.

          Pocos minutos después, les hacía señas para que entraran, para descontento de la gente que estaba esperando.

- ¿Y esto? -preguntó Alba.

- El local es propiedad de su marido, por eso siempre venimos aquí.

- No sois listos ni nada.

          Dejaron sus abrigos en el guardarropa salvo Alba, que simplemente se abrió la chaqueta y la dejó caer por uno de sus hombros, tal y como le había dicho Julia que hiciera en cuanto estuvieran dentro. ¡Julia! Seguro que le daba algo cuando le dijera que había conocido al marido del dueño, se iba a morir de envidia. Ella sí que tenía que fumarse las colas para entrar.

- ¿Quieres algo? -Natalia se acercó a su oído.

- Sorpréndeme.

- Nat, te esperamos arriba -intervino Marta tomando a Alba del brazo.

          Natalia desapareció entre el gentío mientras que los demás subían a un primer piso que había pasado desapercibido para Alba. Allí había unas cuantas mesas con sillones que parecían bastante cómodos. Era el reservado, le comentó Damion. Desde luego, allí se estaba mucho mejor que entre la marea de personas que había en pista, y la música se escuchaba perfectamente. Había incluso una pequeña terraza. La luz del local iba variando según los focos pasaban, del rosa al lila, azul e incluso rojo, pero Alba no se dio cuenta hasta más tarde que las canciones que sonaban influían en el color de las luces. Natalia llegó con dos vasos en las manos cuando sonaba una canción que había dejado el lugar teñido de rojo. Estaba preciosa.

- Gracias churri -dijo Alba antes de pegar un sorbo al vaso que le ofrecía. Allí sí que podían hablar sin necesidad de estar gritándose al oído.

          Bailaron sin preocuparse por nadie más que por ellas mismas, y cuando Damion les dijo que se iban porque Alfonso llevaba un chuzo que para qué, decidieron alargar la noche lo más que pudieran. Las luces del local lo tiñeron de azul mientras empezaba sonar "Perfect Strangers" y las dos se la cantaban, pero no fue hasta que llegó el estribillo que Natalia no se dio cuenta de lo que estaba pasando.

Maybe we're perfect strangers

Maybe it's not forever

Maybe the night will change us

Maybe we'll stay together

Maybe we'll walk away

Maybe we'll realice

We're only human

Maybe we don't Need no reason why.

          Los vasos habían quedado olvidados vacíos en alguna mesa y las dos bailaban pegadas, Alba con una sonrisa de oreja a oreja y Natalia con el pelo revuelto y mirada salvaje. Puso las manos en su cintura y la giró para que quedara de espaldas, apoyada contra su pecho. Poco a poco iban bajando, las manos se movían solas y una frase cruzó por la cabeza de Natalia "el perreo hasta abajo y la autoestima hasta arriba". Esa noche pensaba atenerse a aquella frase como si le fuese la vida en ello.





Gracias por los 16K y perdón por esta mierda que acabo de escribir.

Si hay algo que quieran ver díganlo, puede que les haga caso y todo <3

Y como ya dije una vez, no se apuren. Las cosas de palacio van despacio. 

El Gato Negro // AlbaliaWhere stories live. Discover now