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- Perdón por el desastre, no tenía pensado entrar a nadie hoy en casa.

- ¿Esto para ti es un desastre? Si de verdad lo piensas, mejor no entres a mi casa. Sólo son un par de platos y una chaqueta tirada en el sofá, Alba, no es el fin del mundo. En un buen día mi casa estaría mucho peor que esto.

- ¿Y en un mal día?

- De normal parece un chiquero.

          Natalia escuchó un resoplido a su espalda. Desde luego, tenía razón. El pequeño piso estaba impecable salvo por el par de cosas que había mencionado. Se giró atrapando un perchero que había a su lado, y bajó la mirada para ver qué lo había tumbado. A sus pies había un gato color ceniza que la miraba con altivez desde su lugar. Dejó el perchero en su sitio y se agachó para estar a la altura del animal. Se miraron a los ojos por unos segundos eternos hasta que el gato se echó un poco para atrás, listo para saltar. Natalia, adivinando sus intenciones, apartó la mirada y retrocedió. No le apetecía lidiar con un gato que parecía querer matarla.

- Queen, ven aquí, preciosa -Alba levantó a la gata y la achuchó-. ¿Te gusta?

          El piso no era muy grande, tenía lo justo y necesario. Las paredes no tenían mucha decoración, un espejo y algún cuadro, todo en armonía con los tonos blancos y grises de la casa. La cocina abierta tenía una barra estilo americana con un par de taburetes, y el salón estaba compuesto por un sofá en ele negro y un sencillo mueble de madera con una televisión.

- Es justo lo que me esperaba. Incluso la gata era algo que me esperaba, no sé, te pega mucho.

- ¿En serio?

- Sí.

- ¿Prefieres quedarte aquí o vamos fuera?

- Lo que tu prefieras, es tu casa.

- Pues nos quedamos aquí. Mi café no está tan rico como el del sitio que te iba a proponer pero es lo que hay. ¿Te importa que sea con leche de soja?

- No le echo leche al café.

- Como ahora me digas que te lo tomas solo sin azúcar... -Natalia la miraba cada vez más seria-. ¡No me digas que es en serio! -Alba no pudo contener la carcajada.

- El café como mi alma.

- Por favor, si tuviera que representar tu alma con un café sería un mocca con extra de chocolate blanco y chispitas de colores por encima.

- Bueno, tampoco sin pasarse.

- Natalia, de lo que conozco de ti puedo decir que tienes tres unidades de años, eres casi un bebé -la susodicha hizo un puchero-. Si es que tengo razón, solo hay que mirarte para saberlo.


- ¿En qué te inspiras para componer tus canciones?

- Muchas veces en sueños que tengo. Pero me cuesta bastante aunque de ahí saque las mejores ideas.

- ¿Y eso?

- Soy de las personas a las que se les olvidan los sueños a los cinco minutos de despertarse. Me da bastante rabia porque son una de mis mayores fuentes de inspiración, muchas veces salgo de los sueños con unas sensaciones raras que no he vivido nunca y son muy distintas, y eso me llama lo suficiente la atención como para dedicarle mi tiempo para componer.

- Yo tengo un truco para recordar algo de los sueños -dijo Natalia después de un par de minutos en silencio.

Alba se levantó y colocó las dos tazas ya vacías en el fregadero.

- ¿En serio? -Abrió la despensa y rebuscó en una lata-. ¿Quieres algo?

- No, gracias. Pero sí, mi amiga Marta me lo contó hace un par de años y te juro que es de las cosas más útiles que me han dicho. Verás, hay veces que lo que yo escribo también tiene parte de mis sueños.

- ¿Y cómo haces para recordarlos?

- Te haces preguntas a ti misma. Muchas veces no eres consciente de las respuestas, y sólo funciona cuando tienes el sueño reciente pero ya te digo yo que te sirve de mucho. Te recomiendo también tener algo para apuntar cerca...

- La libreta va siempre conmigo, por eso no te preocupes. Si no fuera porque me la clavaría, dormiría abrazada a ella.

- Anda, sagerá.

- Ya ves truz.

          Se miraron un par de segundos antes de que la primera carcajada saliera de sus bocas. Natalia consiguió reducir sus carcajadas a una simple risa floja pero se quedó mirando atónita cómo la otra chica entraba en un bucle del que no era capaz de salir. Antes de empezar a reír, estaban cada una a un lado de la barra de la cocina, pero Alba se había tenido que sentar en el suelo porque las piernas no la sostenían. Natalia rodeó el poyo de la cocina y se agachó a su lado mientras la miraba.

- Alba.

- Es que... Joder... -no podía parar de reír y había empezado a pegarle al suelo. A Natalia le costaba volver a aguantar las carcajadas-. Me voy a mear de la risa, te lo juro -dijo con voz aguda.

          Pasó un cuarto de hora hasta que la risa de Alba empezó a ser más controlable. Natalia se había sentado en el respaldo del sofá y la miraba desde ahí.

- Normal que seas cantante si los pulmones te dan para tanto.

- Perdona, es que entro en bucle.

- Me he dado cuenta. ¿Te pasa mucho?

- Una vez en un restaurante nos pasó a mi hermana y a mi y mi padre se enfadó muchísimo porque no podíamos parar. Es que nos mirábamos a la cara y nos daba más fuerte, aquello era imposible.

- Ya, ya. Joder con la Reche.





De verdad pido perdón por no haber subido nada. 

Estoy pensando en hacer los capítulos un poquito más largos, en cuyo caso actualizaría con menos frecuencia (la vida no me da para tanto). ¿Qué prefieren?

También quiero aprovechar para recomendar una historia de FakingWay , que conozco a mi querida Miry. Hace poquito terminaron "Más Allá de Ti", así que les invito a que se pasen por su perfil a echarle un vistacillo, también han empezado otra nueva llamada "Band Wars". <3

No me sean impacientes, anda.

El Gato Negro // AlbaliaWhere stories live. Discover now