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          Las tazas ya vacías se habían quedado en la cocina mientras que las dos chicas hablaban tranquilamente en el sofá.

- Muy bien. Tiempo muerto. Quiero analizar esta situación tan surrealista.

- Lo que usted diga, señorita Reche.

- Cállate Eilan, es en serio. Hace menos de dos semanas te conocí y ahora mismo estás tirada en mi sofá mientras yo todavía intento coger aire después de casi mearme de la risa pero la verdad es que casi no nos conocemos. O sea, sé que trabajas en una tienda de música, que te gusta James Bay, que estudiabas audiovisuales y que quieres volver a la Uni. Y tú sabes de mi que estudio una carrera de la que estoy segura de que te has olvidado el nombre, que canto en un bar, que soy un desastre con el carboncillo...

- Alba -la cortó Natalia.

- ¿Qué?

- Que te enrollas más que una persiana, ve al grano.

- Muy bien, señorita impaciencia -bufó Alba-. Quiero conocerte más. O sea, del palo hacerte preguntas sueltas que se me vayan ocurriendo, y que tú también puedes hacerlo conmigo.

- Vale, pero con algunas restricciones.

- Tú dirás.

- Sin pasarnos. Todavía no nos conocemos lo suficiente como para ciertas preguntas, ¿me explico?

- Sí, me parece bien. Ya más adelante podremos con esas preguntas, ¿no?

- Sí. Y supongo que hay que responder a todas sin mentiras y sin saltarse ninguna.

- Correcto.

- Muy bien -Natalia se estiró en el sofá, haciendo que le crujieran varios huesos.

- Madre mía, chica, qué bien estamos.

- Ya ves, si a mi me cruje todo. Mira -rotó los hombros hacia atrás y cada vez que estaban en el punto más alto soltaban un chasquido bastante audible.

- ¡Nat! Para, no te vayas a hacer daño. Que encima da mucha grima, tía -Natalia los volvió a subir una vez más y Alba le soltó un guantazo en el brazo- ¡Que pares!

- Vale, vale -dijo Natalia con una risa.

- Ahora por hacerme sufrir así, empiezas tú -se cruzó de brazos.

- Y luego la que tiene tres unidades de años soy yo. Me da que ni entre las dos sumamos tres años, Alba Reche.

- Ella, que se cree graciosa.

- Venga, empiezo. ¿Cuál es tu olor favorito?

- ¿En serio?

-Sí.

- Joder tía es que no sé decir. Galletas recién hechas. Estas de navidad que son de mantequilla, ¿sabes cuáles te digo?

- Joder, sí, que ricas.

- ¿Tienes alguna palabra favorita?

- Etéreo. Me parece que el sonido representa lo que dice la palabra, además de que es una palabra blanca.

- ¿Blanca?

- Sí, es como que asocio el color a la palabra.

- Eso es la sinestesia. ¿No sabes lo que es? -Natalia ladeó la cabeza y negó-. Es como una asociación de sensaciones. Por algo que no me acuerdo ahora mismo de los nervios, el cerebro y esas cosas que sabe la gente de ciencias, cuando recibes un estímulo lo asocias con otra cosa. Como una palabra con un color o una canción con un sabor. No sé, algo así.

- Menos mal, y yo pensando que me estaba volviendo loca.

- Un poco igual sí que lo estás.

- No te lo voy a negar. ¿Qué sueles llevar en los bolsillos?

Alba se levantó del sofá y rebuscó en los seis bolsillos de su pantalón.

- Eh... El móvil aunque ahora no lo tenga, una púa de guitarra, ya sabía yo que tenía que estar en algún lado, los auriculares también los suelo llevar encima, un portaminas que estoy sorprendida de que no se haya roto todavía, la cartera, un mechero, un papel que no sé que tiene escrito y pelusas. El papel no es habitual, el resto sí.

          Queen, al ver que su dueña se levantaba, se subió al sofá de un salto, y cuando Alba ya se había sentado, se acomodó en su regazo exigiendo unos mimos.

- Ya veo. ¿Las pelusas son habituales también?

- Me da que sí, aunque tendría que comprobarlo en el resto de bolsillos -acarició la cabeza de la gata y miró a la otra chica-. ¿Eres más de gatos o de perros? -Queen maulló con suavidad, sintiéndose aludida-. Sin presión.

- Cuando era pequeña mis padres tenían un perro precioso, un Golden retriever que por alguna razón estaba empeñado en protegerme cuando era bebé, pero siempre he querido adoptar un gato. ¿Alguna vez has hecho algo ilegal?

- Sí -respondió Alba con las mejillas coloradas.

- Madre mía, Alba, eso era algo que no me esperaba. ¿Se puede saber el qué?

- En la última manifestación del 25N las cosas se pusieron algo turbias y yo era de las que estaba al frente de la manifa. Tuvo que venir la poli porque las cosas se nos fueron de madre y un par de amigas consiguieron agarrarme antes de que las cosas fueran a más, pero creo que conseguí darle a un poli en el casco con una chapita de la mani.

- No te creo -Alba asintió con la cabeza y Natalia rompió a reír-. Es que de verdad te imagino tirando la chapa con toda la mala leche que pueda haber en ese metro cincuenta y no puedo.

- Metro sesenta, tampoco nos pasemos aquí, ¿eh?

Natalia seguía riendo en el sofá y a punto estuvo de caerse al suelo un par de veces si no hubiera sido porque Alba la agarró del brazo.

- Es que de verdad, en mi cabeza pareces un telettubie intentando enfadarse y no podías ser más linda.

- Tu también no, por favor, que ya tengo bastante con mis amigos.

- ¿También te dicen eso?

- Qué va, es peor. ¿Has visto Cómo Entrenar a tu Dragón?

- Ajá.

- Muy bien. ¿Sabes los dragones esos pequeñitos que también tienen muy mala leche?

- ¿Los terrores terribles? Sí, son adorables.

- Pues después de la manifa mis queridísimos amigos decidieron empezar a llamarme Terror Terrible. Son insoportables, te lo juro. No pierden una oportunidad para recordármelo.

- Estoy deseando conocer a tus amigos.

- Ni de coña, que como te juntes con ellos son capaces de confabular en mi contra.

- ¿Y cuál te pensabas que era la razón por la que me quiero juntar con ellos?





Hola! Prometo actualizar más, esta vez sí que lo digo de verdad.

¿Os mola el rollo este de las preguntas? Me parece que es una de las mejores formas de conocerse. Me gusta mucho la dinámica de ir preguntándose cosas así que seguirá a lo largo de los capítulos, y si quieren que ponga alguna pregunta porque quieren saber algo sobre alguna de las dos, me la pueden decir sin problema!

También doy gracias a las que no han abandonado esta historia, me dais la vida 🖤

El Gato Negro // AlbaliaWhere stories live. Discover now