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     Después del pseudoultimátum de Alba y un par de minutos más remoloneando en la cama, Natalia entró en la cocina.

- ¿Sigues en pijama? -preguntó Alba.

- ¿Qué pijama ni que nada? -Natalia llevaba solo una camiseta negra que le llegaba a mitad de muslo. Al salir de la cama se fijó en que llevaba los pantalones de la noche anterior y el sujetador, y dio gracias a que había estado tapada con la sábana todo el rato que estuvo hablando con Alba porque ahora que era consciente, se moría de vergüenza-. ¿Tu viste que yo durmiera en pijama? Si no fuera por tí dormiría desnuda.

- Por ahora agradezco que estés vestida, gracias. Ya anoche te desnudaste con demasiada facilidad mientras ibas a la cama y yo no te iba a cortar el rollo pero ahora no es el momento -dijo, socarrona-. Bueno, ¿me ayudas? Que no alcanzo las especias.

- Normal, si mides dos centímetros... -murmuró mientras estiraba un brazo para bajar la pequeña caja que inquiría la rubia.

- Menos burlarse de mi estatura y más prisa, que te dejo sin comer.

- Alba, es mi casa.

- Me da igual, haz algo útil y échale un poco de canela al pollo.

- Si señora -hizo un saludo militar y la otra le respondió con una palmada en el culo al pasar por detrás suya.

     Después de comer y el momento doméstico con las dos cocinando juntas, decidieron volverse a la cama para seguir haciendo el vago todo lo que la tarde les permitiera. Se tumbaron la una frente a la otra y estuvieron en silencio un buen rato tan solo mirándose. Natalia dibujaba letras en el brazo de Alba y ella jugaba a adivinarlas con un porcentaje de acierto casi nulo.

- ¡Eso no es una letra!

- Claro que lo es, Albi -carcajeó Natalia-. Mira, la hago de nuevo -deslizó los dedos con lentitud por su piel.

- Te digo que no es una letra. Te estás inventando una forma cualquiera.

- No, no. Te digo que prestes atención -la repitió.

- Natalia, eso es un triángulo.

     Natalia soltó el aire mientras reía y enterró la cara en la almohada.

- La letra A. Por todos los dioses, Alba. Era una letra A -la otra cerró los ojos y le pegó en el brazo.

- Eres horrible, encima te ríes de mi.

- Hombre, como para no. Encima estás preciosa, así toda indignada. Un terror terrible en toda regla -Alba hizo un puchero-. Ah no, no juegues sucio. Eso no vale.

- Pero si no he hecho nada.

- ¿Que no? Madre mía, ya te digo yo a tí que sí -giró hasta que quedó sobre Alba atrapando sus antebrazos con las manos a los lados de su cabeza-. Mírala a ella, poniendo pucheritos. 

- Es que me estabas vacilando y no es justo.

- ¿Y por qué no es justo?

- Porque luego no me dejas vacilarte a tí.

- Qué idea más horrible tienes de mí -bromeó Natalia sin soltarla-. Me haces hasta parecer mala.

- Horrible. De lo peor que hay -siguió la broma la rubia-. ¿No te ves? Me tienes aquí, atrapada solo por quejarme un poquito. 

- No te he oído quejarte en un rato así que no creo que estés muy molesta.

- Es soportable.

- ¿Soportable?

- Pseh -se encogió de hombros.

- Va a haber que hacer algo por cambiar esto.

- Pues ya puedes moverte porque yo desde aquí no puedo hacer mucho.

- En eso te equivocas, gatita -movió su cabeza hasta atrapar los labios de la rubia con una sonrisa en los suyos. Las tres semanas que habían pasado desde que había ido a su tienda le parecían un tiempo desmesurado a esperar pero ahora que se sentía completamente feliz sabía que esperaría cien vidas solo por repetir un momento igual al que estaba viviendo. Sus labios se movían con un ligero vaivén y soltó los brazos de la otra para apoyarse mejor y acariciarle la mejilla sin despegarse. Alba, por su parte, subió inmediatamente sus manos a las caderas de Natalia levantando un poco la camiseta que llevaba y dejando su culo a la vista. Se separó un poco de su boca con dificultad y quitó las manos al darse cuenta de lo que había hecho como si Natalia le quemara en las manos.

- Lo siento.

- No pasa nada, Albi. Me has visto en sujetador y con unos pantalones bastante ajustados, poco queda por ver.

- Tienes razón, vaya tontería la mía -sacudió la cabeza despejando cualquier pensamiento que la asaltara. Natalia se volvió a tumbar a su lado, Estar en aquella posición manteniendo todo su peso sobre los brazos podía ser agotador.

- No es ninguna tontería, tus razones tendrás. Y ya me las contarás, pero si no te importa, me gustaría seguir besándote porque te juro que es lo más maravilloso que he vivido en años.

     Alba agachó la cabeza, cubriéndose con el pelo la cara roja de vergüenza que se le había quedado. Natalia tenía razón, aquello era maravilloso. No sabía si iba a durar, si sería cosa de un día o si se prolongaría mucho más. Pero aquel momento era como siempre soñó que se sentiría estar en casa. Natalia la hacía sentirse querida.

- Y lo haré, no te preocupes por ello -respondió a las dos preguntas. Se inclinó hacia sus labios y rozó su nariz un momento, haciéndole cosquillas-. Te prometo que te contaré lo que quieras.

- Me alegro de ello -susurró Natalia. 

- Pero lo haré solo si prometes que esto no será solo hoy.

- No soy muy de planes de un solo día, Alba Reche. Me gusta mirar hacia delante aunque prefiero disfrutar del aquí y ahora.

- Mmm, perfecto -Alba pasó un dedo por las curvas de Natalia. Ascendió lentamente desde el borde de la camiseta por el muslo, su cintura, su cadera y su torso hasta llegar a su cuello. El momento en el que rozó sus labios, dándole un beso sin necesidad de que sus labios se rozaran, Natalia atrapó su mano y la movió hacia la mejilla, estirándose para, por fin, volver a juntarse en el que sería el centro de su universo.





Soy extremadamente cursi cuando quiero

Si se encuentran con algún verso no se molesten en buscarlo, planeo introducir algo más de mi poesía en los próximos capítulos.

Quejas, sugerencias y lo que sea a mi twitter @ danlexblack

El Gato Negro // AlbaliaWhere stories live. Discover now