3.- Duras respuestas.

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Mom amour, llamando.

—ya saben debemos alcanzar el presupuest.... ¡ perdón, debo contestar esta llamada!

—no se preocupe jefe— uno de los jóvenes a su cargo dio un paso al costado para darle privacidad.

" Oye.... tu mocoso se fugó del colegio y dice Milo que hay una mujer en la inspectoría que dice ser su madre..."

Al peliverde se le heló la sangre, su peor pesadilla se cumplía, como la Sibila de Cumas se cumplía la profecía que años atrás lanzó acerca del regreso de aquella que sin importarle, lo abandonó apenas dejó la confortabilidad del vientre para respirar y defenderse en el mundo exterior. Apretó con furia inusitada el celular tanto que los nudillos se tornaron tan blancos como el papel de las copias.

—¡ maldita seas!—farfulló castañeando los dientes.

El resto que trabajaba en la oficina, se quedó de una pieza al oirle sin titubeos hablar de esa forma de alguien, él jamás de los jamases se refería así de una persona, tenía que ser gravísimo

" ¿ Dégel? "

" Si a mi hijo le pasa algo, lo lamentará....."-dicho esto cerró la llamada dejando a Kardia con la palabra en la boca.

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Se sacudía en sollozos abrazado a si mismo, la gente que pasaba por ahí lo miraba tratando de entender qué lo aquejaba, en un segundo su vida se convirtió en una película de terror, en un segundo la perfección que creía de su padre se desdibujó, ahora que sabía quién era su madre, veía a su padre como un ser mezquino, mentiroso que no dejó que se criara con su madre.

Un niño pequeño de aproximadamente cinco años, rollizo, pelirrojo con un bombón en su mano regordeta se le acercó.

—oda

Camus deshizo la posición fetal en la que se hallaba, apartó los brazos de su cara y parpadeó aún llorando a mares.

—poque llodas

Y la inocente pregunta fue el detonante para que el francesito volviera a hundirse en un mar de lágrimas, desconcertado el nene pelirrojo miró apenado a sus padres que habían llegado hasta ahí movidos por la curiosidad.

—tiste-señaló a Camus que hipaba sin control.

—¿ dónde están tus padres hijo?—la mujer con instinto maternal se sentó a su lado mientras el hombre entrecerraba los ojos como si....

—Leyla—llamó el hombre visiblemente alarmado—este chico es hijo de ese joven que tiempo atrás casi nos lo daba en adopción ¿ lo recuerdas?

El pelirrojito había burlado la seguridad de sus padres y sin pedir permiso salió despavorido rumbo a una tienda a comprar más bombones ya que según él, ese niño de pelo largo verde estaba triste y tal vez un chocolate le haría sonreír.

Como impelido por un mal espíritu, Camus reaccionó para vociferar.

—¡ lo odio! ¡ me mintió!

La mujer lo sostuvo, había caído en un estado de histeria y así podía pasarle cualquier cosa incluso hacerse daño a si mismo. El niño había regresado con una funda de bombones que puso en el regazo de Camus que que al alzar otra vez su rostro este estaba horrible, con los ojos enrojecidos y mocos.

—tocolate ¡ ten!

Aquel tierno e inesperado gesto le hizo sonreír a través de las lágrimas, abrió con manos temblorosas el paquete y tomó un bombón cuya envoltura roja le recordó a aquel turrón que su abuelo le obsequió por su cumpleaños número once. No sabía qué pensar de él también, se mostraba implacable cuando el tema de su madre era sacado a colación.

Adolescencia e ilusiones. Temporada II " Pequeños" ©Where stories live. Discover now