21.-Los castigados.

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Tenía la misma expresión a la de ese día cuando le comunicó que estaba embarazada, él por su parte asesorado por Cid y Krest mantuvo la compostura de un diplomático cuando se ve condicionado por tratos que podrían ser humillantes.

Entraron a un despacho seguidos por sus respectivos abogados quienes como árbitros de ese enfrentamiento intervendrían cuando sea necesario.

Una mujer que parecía ser jueza designada a esos casos los recibió muy educadamente, Charlotte esperaba que su abogado  convenciera a la jueza y le otorgue la custodia de Camus sin necesidad de tantas vueltas, Dégel por su parte tenía sus argumentos listos para luchar por su hijo.

—¡señores! ¡ soy la doctora Marianne  Delaroux, abogada y jueza de la Niñez y Adolescencia!—hizo una pausa para proseguir—tengo conocimiento de una demanda de custodia de parte de la señora Charlotte solicitando la custodia de Camus Dupont, un adolescente de 14 años.

—yo soy el padre y quien tiene la custodia de mi hijo desde el día que nació—refutó Dégel con voz dura, Cid endureció su expresión por la imprudencia de su defendido.

La jueza dejó pasar por alto aquel episodio, continuó enumerando varias cosas mientras los abogados en completo silencio esperaban su intervención.

—soy consciente que no es mi estilo pedirle a un menor de edad que decida con quién quedarse... eso sería un trauma muy grande, por lo que en mis manos está decidir quién está más capacitado para tener su custodia.

Los cuatro  asintieron, Charlotte era consciente de que el padre de su hijo mayor ni siquiera con los ojos vendados saldría con ella, pensaba proponerle aquello para evitar el engorroso trámite en el tribunal, más éste estaba dispuesto a resolver todo por la vía legal.

Cid presentó las pruebas que confirmaban que su cliente se hizo cargo de Camus desde antes de nacer, para la contra parte eso no probaba nada, era normal que se hiciera cargo del embarazo de Charlotte.

—mi cliente era menor de edad en esos momentos... su progenitor fue quien asumió los gastos en vista de que la familia materna prefirió que la madre abortara.

La jueza alzó una ceja ante la afirmación de Cid, Charlote incómoda se removió en su asiento.

—no había sido intención de mi clienta—contraataco el abogado de la mujer, Cid y Degel mantenían expresión indescifrable.

—y supongo que usted—se refirió a Degel—la convenció de que siguiera con su estado para luego hacerse cargo del recién nacido.

—si, y gracias a eso mi hijo me salvó del abismo.

—tu tampoco lo querías-acusó ella mientras se levantaba de la silla la cual por poco cae por la violencia en que la mujer se incorporó—para ti fue un acoston fiestero sin protección.

Cid le dirigió a Degel una mirada de advertencia, si abría la boca y decía cosas sin sentido, se complicaba su situación. 

—no vine a hablar de lo que pasó esa noche—sus ojos violetas parecían dos dagas que estremecieron a la mujer que retomó su lugar.

—mi deber es estudiar con conciencia el caso, no deseo que un menor de edad se vea expuesto a malos entendidos de sus padres—su rostro severo paso de Degel a Charlotte-y espero que usted que es su padre no lo indisponga ante su madre, es ilegal.

—mas te vale DuPont, porque si no...

—¡señora siéntese, este tribunal no es un circo ni un espacio de chisme donde se ventila la vida privada!

No era un gran avance,  para Degel era más que suficiente. La jueza terminó de escuchar a los abogados, por el momento el padre tendría la custodia del adolescente, pero enviaría a una trabajadora social al domicilio para verificar las condiciones en que vivía Camus.

Adolescencia e ilusiones. Temporada II " Pequeños" ©Where stories live. Discover now