Impossible /Teen Wolf

treinta y siete.

  Oh gimme that fire
Oh gimme that fire
Oh gimme that fire
Burn, burn, burn  

canción: fire por bans courtney

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LIA NO podía ver nada. La habían golpeado. La habían golpeado tan fuerte cerca de los ojos que no podía ver nada de los hinchados que lo tenía. Más que nada, temía estar ciega. Puños se habían estrellado contra su rostro una y otra vez, mientras estaba atada y no podía defenderse. Querían impedirle que viera, y tal vez, lo habían conseguido para siempre.

Inteligente, pues si pudiera verlos usaría sus poderes para quemarlos u obligarlos a liberarlos a ella y a Stiles. Sin sus ojos viendo, no podía hacer nada.

Stiles y ella fueron aventados a lo que Lia supuso era un sótano, a juzgar por cómo ambos cayeron por las escaleras rodando. Inmediatamente Stiles la sostuvo, entrelazando sus brazos para asegurarse que estuviera bien.

Lia se mordió el labio, intentando no llorar. Tenía que ser fuerte. Stiles debía de estar muy asustado también y lo que menos quería era infundirle pánico. Su rostro dolía y apenas lo sentía, y no quería imaginarse lo mucho que le arderían los ojos si comenzaba a llorar. Tenía mucho miedo. No quería saber lo que pasaría una vez que sus heridas sanaban, si es que lo hacían.

—¿Dónde estamos? —susurró Lia, poniéndose de pie con ayuda de Stiles.

—Un sótano. Las luces están apagadas —respondió Stiles quedamente. En el silencio, unos sollozos se escucharon—. Lia, ¿estás llorando?

—No todavía.

—¿Entonces...? —Stiles no sabía de dónde provenían los sonidos que parecían sollozos, y en la oscuridad no podía ver nada. Sin alejarse de Lia, alargó su mano por la pared, buscando un interruptor. Lo encontró y encendió las luces, quedándose estático, su sangre congelándose al ver la escena frente a sus ojos.

—¿Stiles? —lo llamó Lia, su voz temblando de miedo cuando no escuchó nada—. Stiles, ¿qué sucede?

—Boyd y Erica están aquí —respondió.

Los hombres lobo estaban atados de las muñecas con los brazos alzados, con una cinta negra tapándoles la boca. 

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—Debo ver al médico forense y averiguar que le sucedió a Jackson —informó el sheriff a Isaac y Scott, una vez reunidos en los vestidores del equipo de lacrosse. Scott no podía dejar de moverse, demasiado nervioso por la desaparición de su novia y su mejor amigo—. Hay una orden para encontrar a Stiles y a Lia. El Jeep de Stiles aún está en el estacionamiento, es decir... —se quedó en silencio—. No sé qué quiere decir. Si contesta el teléfono o su correo, si alguno de ustedes lo ve...

—Te llamaremos —le prometió Isaac.

—Lia se asusta demasiado con las multitudes —musitó Scott—. Stiles es un buen amigo. Probablemente esté ayudándola a salir. Los encontraremos.

El sheriff asintió, sin saber qué más decir.

—Bien. Nos vemos, ¿sí? —se despidió, marchando hacia la salida.

Scott iba a comenzar a entrar en pánico intentando pensar en una manera de encontrarlos cuando el entrenador fue hacia él, interrumpiendo su colapso mental.

—McCall, te necesitamos en el equipo, ¿sí? Sabes que no puedo hacerte jugar la siguiente temporada si no subes tus calificaciones.

—Sí, lo sé, entrenador.