CAPÍTULO 10: LA ÚLTIMA SUPERVIVIENTE DE LOS CETRA

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Ya en el helicóptero de vuelta.

—Así que no has cumplido con tu misión. —Le comentó Tseng a Zack.

—Estuve hablando durante días con Bugenhagen, pero no me dijo nada sobre algún animal con las características que me dijisteis.

—Supongo que te colaste en todas las habitaciones e inspeccionaste a fondo ese lugar... —Tseng le miró profundamente—. ¿Y de qué hablasteis?

—Sí, pero no encontré ningún indicio. —Zack no era muy bueno mintiendo—. Me estuvo contando historias sobre la vida del planeta.

—Yo también las he escuchado, son muy interesantes.

—No son más que hipótesis —dijo Zack restándole importancia.

Tseng era un tipo muy astuto y desconfiado, pero no sabía cómo sacarle información. Notaba que Zack estaba bastante a la defensiva, lo que significaba que aquel lugar y las teorías de aquel viejo habían calado en el joven soldado. Incluso puede que hubiera visto al animal y no lo hubiera querido capturar.

—Creo que defraudarás a Hojo, aunque no a mí. Yo también he estado en Cañón Cosmo y nunca he visto a ese animal. En cualquier caso, ya volveremos otra vez.

Tseng se quedó en silencio, con una extraña media sonrisa en la cara. El viaje fue incómodo y Zack estuvo todo el rato callado.

Al dejar a Zack en el Departamento de Seguridad Pública del sector 1, Tseng se dirigió inmediatamente a la Sede Central para reunirse con Hojo.

Zack entró al despacho de Heidegger, en la última planta. Éste estaba hablando con Palmer, un hombre gordo y calvo, bastante mayor, encargado del desarrollo del Programa Espacial. También estaba el Presidente Shinra y un hombre alto, corpulento y con un largo y fino bigote, aquel hombre le sonaba de algo, pero no sabía de qué.

Hablaban de futuros proyectos y planes de la Compañía mientras comían pasteles y bebían, parecía más una celebración que una reunión empresarial. Sephiroth estaba sentado en la misma mesa que ellos, pero sin intervenir en la conversación, mirando al vacío, absorto en sus propios pensamientos, ausente de aquel ambiente ruidoso y festivo.

—¡Hombre! El último de nuestros invitados —dijo el Presidente—. Adelante Jack.

—Es Zack —rectificó Sephiroth.

—Sí, eso, eso —dijo el Presidente restándole importancia—. Os hemos reunido aquí para que vayáis a la Ciudad de los Ancianos. Gracias a unos antiguos estudios sabemos por donde se ubica esa legendaria ciudad. Para llegar hasta allí se tiene que cruzar El Bosque Dormido, es peor que un laberinto, todo aquel que ha osado entrar nunca ha salido.

El Presidente hizo una pausa mientras le daba un buen trago a su copa.

—Pero ahora ya podemos cruzarlo. Cuenta la leyenda que gracias a un antiguo objeto, llamado el Arpa Lunar, ese laberinto se abrirá y nos mostrará el camino. —Le puso la mano en el hombro a aquel tipo alto y corpulento. —Tanto tiempo buscándolo y resulta que estaba aquí, en Midgar. Lo tenía Dio, el coleccionista de antigüedades, propietario de la Posada de las Abejas y ha sido muy fácil llegar a un acuerdo que nos beneficiará a ambos.

—Solo ha hecho falta desprenderme de esa reliquia y traspasar la Posada de la Abeja para que mi sueño se haga realidad, mi gran parque de atracciones. —Dio alzó su copa para brindar—. ¡Por el futuro Gold Saucer!

—¡Por la Tierra Prometida! —gritó Heidegger.

—¡Por el Cohete Nº26! —añadió Palmer.

—¡Por Neo Midgar! —concluyó el Presidente

—¿Y la chica? —Le preguntó Heidegger al Presidente al finalizar el buen trago de la copa.

Final Fantasy VII - Los miembros de SOLDADOWhere stories live. Discover now