CAPÍTULO 11: LA CIUDAD DE LOS ANCIANOS

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Zack le explicó a Aerith que tenía que ir a una misión, que confiase en él porque encontraría una solución, que en menos de una semana volvería a estar allí y que procurase esconderse bien de Shinra, pero no le dijo que iría a la Ciudad de los Ancianos, por si acaso ella hubiese querido ir. No le parecía buena idea llevarla ante Sephiroth, su maestro y su amigo, pero al fin y al cabo, el ser más fuerte de la Compañía. Zack confiaba en él, pero aquello era demasiado y además no sabía si Sephiroth conocía a Aerith y los deseos de Shinra. Por otra parte, tampoco quería huir con Aerith y esconderse por el mundo, Zack estaba convencido que los acabarían encontrando y que parte de la solución estaba por ir a la ciudad de los Ancianos y actuar como infiltrado desde dentro de la Compañía.

Zack se pasó todo el vuelo en silencio, mirando el paisaje. Había un gran bosque y más allá se veía todo nevado, una gran montaña helada en forma de cráter se divisaba al fondo.

—¡Uaaaau! —dijo Cloud cuando se acercaban al bosque—. ¿Has visto Zack todos esos dragones que vuelan por encima del bosque?

Sephiroth se quedó en silencio, observando.

—Tranquilo Cloud. No sobrevolaremos el bosque, aterrizaremos en la entrada y lo cruzaremos por dentro. La ciudad que buscamos está en un camino que solo el bosque te puede mostrar. —Le contestó Zack.

Aterrizaron en la horilla del mar, en la entrada de aquel Bosque Dormido. Sephiroth se dirigió a los soldados.

—Este bosque puede ser peligroso, os quedareis aquí, vigilando el avión.

Cloud se quedó un poco defraudado, por no poder compartir una aventura con su maestro y con su ídolo. Zack le dio un golpe amistoso en el hombro.

—Tranquilo, es tu primera misión. Cuando te hagas más fuerte y entres en SOLDADO ya vendrás con nosotros, de momento aprovecha y entrena. —Le dijo Zack animándole.

Una pequeña obertura en esos enormes arboles daban paso a una oscura entrada. Zack y Sephiroth se adentraron en el Bosque Dormido.

Todo era muy oscuro, las copas de los arboles tapaban cualquier grieta donde pudiera aparecer algún rayo de luz. Apenas se podían ver los múltiples caminos que aquellos arboles formaban.

Sephiroth sacó el Arpa Lunar y empezó a tocar los acordes de una melodía. Aquella música hipnotizaba, era como transportarte a un extraño lugar de un mundo muy antiguo. El bosque se despertó.

Zack no sabría explicar si los enormes troncos de aquel árbol se estaban moviendo o, por el contrario, si eran los múltiples caminos que poco a poco se desvanecían. Una tenue luz verdosa empezó a adueñarse de aquel bosque, iluminando de una forma extraña aquel lugar, mostrando un único camino.

Empezaron a andar sin riesgo de pérdida, pero atentos ante los posibles peligros que aquel lugar podía albergar.

—¿Desde cuándo sabes tocar el arpa? ¿Cómo sabias que tenías que tocar esa melodía? —preguntó Zack extrañado.

—Sé tocar muchos instrumentos. —Zack se quedó sorprendido, no sabía que a Sephiroth le gustaba la música, de hecho, sabía muy pocas cosas de la vida personal de su maestro—. El Presidente fue quien me dio la partitura a tocar.

—¿Y cómo lo sabían ellos? —preguntó Zack intuyendo la respuesta.

—Gracias a una mujer que se llamaba Ifalna, pasaba mucho tiempo en el laboratorio de Hojo ayudándole con sus investigaciones sobre los Ancianos. —Sephiroth se quedó mirando a su compañero—. ¿Sabes quiénes eran?

—Sí. Escuché historias de los Ancianos en Cañón Cosmo. —Zack conocía el nombre de Ifalna, sabía que se trataba de la madre de Aerith, sin embargo, prefirió ocultárselo e intentar averiguar más—. Pero no sé quién es ella.

Final Fantasy VII - Los miembros de SOLDADOWhere stories live. Discover now