Capítulo Diecinueve (Parte 2)

1K 64 33
                                    

Esas dos horas se me hicieron eternas, lo único que quería era ver a Mateo, saber que estaba bien. Sé que el doctor me había dicho que estaba bien, al parecer, pero necesitaba comprobarlo con mis propios ojos.

Una vez que me dejaron entrar a la habitación, traté de hacer el menor de los ruidos para que no se despertara por si estaba dormido pero, al momento de abrir por completo la puerta, él estaba consciente. Al verme sonrió de oreja a oreja.

—Hola, extraña.

—Me tenías tan preocupada, si algo malo te hubiera pasado, no sé qué habría hecho.

—Salir adelante.

Lo miré casi con lágrimas en los ojos y él me hizo un ademán para que me acostara a lado suyo. Con la panza que cargaba me costó mucho pero lo logré. Me besó la frente y me dijo que todo iba a estar bien y que fuera a casa para descansar. No quería dejarlo pero después de que todos me dijeran que debía irme a casa, fui llevada a rastras por Alonso. Me subió a su camioneta y me dijo que tenía que irme ya.

Jos se asomó por la ventana y me dedicó una sonrisa compasiva. Le devolví la sonrisa.

—Voy a quedarme para informarte de como está él, ve tranquila.

—Gracias por estar aquí, Jos.

Alonso arrancó el auto y para calmarme decidió que escuchar a Bon Jovi sería una estupenda idea. Yo no reproché ante eso. Después de siete minutos él y yo cantábamos a todo lo que daba dentro del automóvil.

El tráfico de camino a casa era impresionante. Estaba tan cansada y las patadas del bebé eran cada vez más fuerte que empezaba a irritarme no estar dentro de mi cama. Justo cuando empezaba a despejarme de aquél malestar, el celular de Alonso comenzó a sonar y decidió ponerlo en altavoz al ver que era una llamada de Freddy. Ambos saludamos al mismo tiempo.

—Yo, no sé cómo decir esto, ¿Marley? ¿Estás ahí? Algo acaba de ocurrir con Mateo, no sabemos qué, se lo llevan al quirofano nuevamente, tu padre se pondrá en contacto contigo, lo siento mucho...

Después de eso ya no podía escuchar nada más, sentía que me faltaba el aire, Alonso le dio las gracias por la información y a continuación intentó calmarme, diciendo que debería ir a casa y que todo saldría bien. Yo no escuchaba sus palabras de positivismo, solo podía pensar en que no estaba a lado de mi esposo, necesita volver, no podía seguir encerrada en el tráfico.

—¡Alonso tenemos que volver! ¡Necesito estar con él!

—Marley, tranquila, no te alteres, puede hacerte daño, iremos tran pronto como comas y descanses un rato, necesitas...

—¡Necesito estar con él! —mis ojos se abrieron como platos después de mi última oración —Necesito ir al hospital, ya mismo.

—Necesitas descansar.

—No, necesito ir al hospital. La fuente se acaba de romper.

—¿Qué? ¿No faltaba un mes?

Alonso abrió los ojos como platos y empezó a respirar pesadamente. Repetía que me calmara y que todos íbamos a estar bien. Puse los ojos en blanco ante el pánico de Alonso y después le grité que volviera al hospital. Ambos estábamos nerviosos, yo no podía pensar en otra cosa que lo fuera el dolor y el hecho de que Mateo estaba en un quirofano justo en ese momento.

Alonso le marcó a mi padre para informarle que íbamos nuevamente por el pequeño inconveniente que acababa de ocurrir.

Una vez que llegamos, todos estaban esperando con un terrible pánico en su mirada. Les pedía a todos que se calmaran y que me dijeran como estaba Mateo, era lo único que pedía. Jos me tomó de la mano, mientras nos dirijiamos a sala de parto, Marina estaba tras de él.

—Mateo...

—Mateo está bien, Marley —cortó de tajo Mariana a Jos —. Me dijo hace rato que quería que te esforzaras en estar bien y que te ama.

—¿de verdad?

—Así es —ahora el que habló fue Jos, con una sonrisa —. Él está contigo.

Después de eso, los únicos que entraron fueron Rebeca y mi padre.

**************

No sé por cuánto tiempo estuve ahí, el dolor se hizo tan eterno y a la vez tan rápido. Cuando escuché llorar a mi bebé no me importó nada más. Sabía que quería que Mateo estuviera a mi lado, pero también sabía que en ese momento era imposible. Solo que no podía esperar a verlo y estar los tres juntos.

Mateo y yo pensamos en varios nombres para el bebé. Acordamos que si era niña, se llamaría "Sofía" y que sí era niño, posiblemente lo llamaríamos "Diego" o "Nicolás". Todavía no estábamos muy decididos.

—Felicidades, Marley. Es un niño.

—Doctor, necesito ver a mi esposo, ¿dónde está? ¿podemos ir a verlo?

—Tenemos que llevarte a una habitación, antes que cualquier otra cosa.

Antes de volver a insistir, el doctor salió junto con Rebeca y dio órdenes de que me subieran a un piso. Un enfermero se llevó a mi bebé en incubadora para poder agilizar el traslado. Y una vez más, tuve que esperar otro par de horas para que pudiera ver a alguien. Quien entró fue Jos.

—¡Jos! ¿Y Mateo? ¿Ya despertó? Necesita conocer al bebé, ¿ya lo has visto tú? Es todo un encanto.

—Lo he visto ya, Marley. Felicidades.

—¿Por qué tienes cara de que alguien murió? ¿Qué pasa?

—Marley... —No otra vez, esa punzada en el pecho no —el doctor hizo todo lo que pudo, pero, al parecer el cerebro de Mateo se inflamó demasiado y tan repentinamente que ya era incluso demasiado tarde cuando llegó al quirofano con él.

—No, eso no es posible, me haz dicho hace unas horas atrás que estaba muy bien.

—Lo siento.

Última Oportunidad. ||EDUF #2||Jos CanelaWhere stories live. Discover now