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Cuando ella terminó, se despidió de mí y se fue a su habitación primero mientras yo me quedaba un momento en el comedor.

—Señor –entró Adam -¿Irá a dormir ya?

—No –quité la servilleta que tenía en mis piernas y me levanté de la silla –iré a dar un paseo antes de irme a la cama

—¿Cómo estuvo la cena con la señorita?

—Me conoces muy bien, Adam –me acerqué a él con las manos en los bolsillos de mi pantalón –no pude contenerme –susurré –terminé hablándole sobre Hana –cerré los ojos soltando un fuerte y largo suspiro –quiero abrazarla siempre que la tengo cerca –abrí los ojos –quiero besarla, quiero contarle tantas cosas, que me cuente tantas cosas... piensa de la misma manera, se comporta de la misma manera... todo ella volvió

—Tenga paciencia, joven. Tenga paciencia y prudencia con sus acciones y comentarios, recuerde lo que dijo madame Alice

—Entre más amor sienta por mí, los recuerdos más rápido regresaran –repetí al mismo tiempo que él –lo sé, lo sé, pero... han pasado más de 100 años desde que la tuve a mi lado y ahora... está de regreso, durmiendo bajo este mismo techo, a metros de mi habitación

—Lo sé –sonrió cálidamente –será mejor que cambie de opinión y vaya a dormir –sonrió

—Suena mejor que la caminata –suspiré

—Seguro que es mejor

—Nos veos mañana, Adam

—Que descanse, señor

Sunhee

Por la mañana, no sabía a qué hora era prudente bajar a tomar el desayuno y comenzar mi trabajo, no quería ser la primera en salir de mi habitación y no quería molestar a nadie, así que me quedé en mi cama un momento esperando escuchar algún ruido, pero no era tan sencillo, no es como si la cocina este a unos cuantos pasos de aquí, al final, me rendí, me levanté de la cama para ir directo a darme un baño.

A la hora de elegir mi ropa tampoco era como que tuviera un uniforme como Claris o Elizabeth así que simplemente me vestí como si fuera al museo. Unos pantalones negros, botas negras, una blusa blanca holgada de mangas largas con los puños en encaje al igual que el cuello y un moño negro hecho con un listón delgado de color negro, mi cabello en una coleta de caballo y un ligero color rojo en mis labios.

Salí de mi habitación sin toparme con nadie y sin escuchar ningún ruido, todo fue así hasta que llegué a los pies de las escaleras donde William me esperaba con una sonrisa.

—Buenos días, señorita Sunhee

—Buenos días, Will

—¿Desayunará algo?

—Sí

—Sígame, el joven amo ya está en el comedor esperándola

—Gracias

Los dos caminamos directo al comedor donde efectivamente Jungkook ya me estaba esperando con la comida sobre la mesa cubierta con una tapa de metal para que no se enfriara y él en su silla en la cabecera de la mesa viendo algo en la tableta que tenía en sus manos, pero al escucharnos, levantó la mirada.

—Buenos días, Sunhee –saludó

—Buenos días, Jungkook –me acerqué para tomar la silla, pero él se adelantó e hizo el mismo gesto de ayer de retirar mi silla y luego volver a su lugar

—¿Dormiste bien?

Las chicas quitaron las tapas de metal y se fueron. Tomé la servilleta de tela al mismo tiempo que él y la puse sobre mis piernas.

—Perfectamente bien, la cama es bastante cómoda

—Supongo que no hubiera sido así si hubiera confirmado lo de los fantasmas ¿No? –sonrió divertido

—No me lo recuerdes –dije apenada –no sé por qué lo dije

—Está bien, es una pregunta que jamás me habían hecho, fue divertido

—Cambiemos de tema, mejor –apresuré a decir mientras él se reía de mi

—Entonces, supongo que querrás comenzar a trabajar lo más pronto posible –tomó un poco de azúcar para su café

—Me gustaría mucho

—Entonces ¿Qué te parece si primero te muestro dónde trabajaras y por la tarde el recorrido a la mansión?

—Me agrada la idea

Después del desayuno hicimos lo que habíamos planeado, fuimos directo a la habitación que funcionaria por un tiempo como mi taller. Llegamos a una sala con las puertas cerradas y antes de abrir, él dejó la mano en la manija y me miró.

—No estaba seguro de cómo es un ambiente apropiado para este trabajo, pero pedí la habitación más tranquila de la casa –abrió la puerta y me dejó entrar primero

Era una habitación bastante iluminada, con las paredes repletas de librero y estos con miles de libros, una alfombra que probablemente tendré que quitar para no mancharla con algún líquido, una mesa lo suficientemente grande como para poder trabajar y con la paz que me gusta para poderme concentrar.

Era una habitación bastante iluminada, con las paredes repletas de librero y estos con miles de libros, una alfombra que probablemente tendré que quitar para no mancharla con algún líquido, una mesa lo suficientemente grande como para poder trabaj...

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—Si te hace falta algún material, no dudes en pedírmelo, conseguiré todo lo que necesites. Si quieres cambiar de lugar para más comodidad, pídemelo sin pensarlo

—Es perfecto aquí

—Hay una bocina por allá –señaló detrás de mi hacia una mesita de cristal donde estaban las bocinas negras –probablemente quieras escuchar un poco de música mientras trabajas –me miró –William y Adam traerán la primera pieza en un momento

—¿Cuántas piezas son?

—Varias –no me gustaba esa respuesta, quería un número –pero no te preocupes, las más resistentes las mandaremos a otro museo

—Entonces ¿Atenderé las más débiles?

—Sí

—Bien

William y Adam llegaron en ese preciso momento cargando cuidadosamente un cuadro que calcule con una medida de 2x metro, el cual dejaron sobre la mesa y con una reverencia ligera de cabeza que acostumbraban, se fueron.

Me acerqué a la mesa para mirar el cuadro más de cerca, era el retrato de una mujer de cabello negro, ojos verdes, piel clara y perfecta y con una mirada seria. Llevaba un vestido blanco que acentuaba sus curvas, sobre todo su pequeña cintura, pero la falda era muy amplia y bella, el fondo era el de un bosque mientras ella estaba sentada elegantemente sobre una banca de concreto, con las manos suavemente colocadas en sus piernas cubriéndolas con unos guantes blancos, además de que su cabello estaba recogido en un elegante peinado. Era una mujer muy hermosa.

—Ella era la esposa del fundador de esta casa. Se llamaba Jeon Min Soo

—Era muy hermosa –pasé mis dedos sobre la madera del marco, era hipnotizante mirar los ojos de la mujer

—Bueno –regresé al momento –me retiro para dejarte trabajar

—Gracias

—Nos vemos por la tarde –sonrió y se fue para dejarme comenzar con mi trabajo

Lo primero que hice fue usar las bocinas poniendo un poco de mi música, después de eso, me puse la bata y unos guantes de goma, después de eso, me perdí en lo que hacía.   

También en otra vida (JeonJungkook)Where stories live. Discover now