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Han pasado cuatro días desde mi última alucinación, no había vuelto a la habitación de las estrellas ni he leído el diario para ver si se me había escapado algo, en realidad, no ha pasado nada extraño. Y eso asusta.

Hacía tiempo que no salía de casa y hoy era fin de semana así que podía hacerlo, además de que era una buena idea pasar un tiempo alejada de todo esto, aclarar mi mente, relajar mis nervios y pensar un poco sobre qué haría ahora.

Desde temprano me prepare dándome un baño y desayunando algo directo de la cocina sin esperas a que me llevaran las cosas al comedor.

—Regreso después -le avisé a Claris y a Elizabeth en cuanto terminé de comer

—Vaya con cuidado, señorita -contestó Elizabeth

—Gracias

Dejé el auto a las afueras del pueblo, quería caminar lo más posible para mirar la mayor cantidad de tiendas y distraerme un poco de mi realidad con la esperanza de conseguir esa paz que había venido a buscar.

Me compré una malteada de cereza y algunas cosillas más que me ayudarían a tener un momento alegre, una blusa, unos zapatos, una linda cartera y una nueva mochila. Con eso fue suficiente para que el día terminara, me ayudó a no pensar en lo que pasaba en la casa y solo cuando el sol comenzó a ocultarse, me di cuenta de que no me había librado del problema, solo lo había evitado un momento.

Regresé al auto para dejarlo todo en la cajuela apresuradamente porque no quería conducir todo ese camino en la oscuridad, yo sola, sin nadie a mi lado acompañándome, eso me asustaba.

Antes de avanzar o cualquier otra cosa, encendí la música buscando la adecuada como para entrar en concentración y aligerar esos nervios de miedo que tenia a la idea de conducir a oscuras.

No esperaba encontrarme a ningún auto por esta dirección ya que el único destino de esta carretera era la casa y nadie va a la casa a menos que haya una fiesta, para entregar algo y nada más, así que pude conducir libremente subiendo el volumen de la música cuanto quise sin molestar a nadie.

El aire de la noche era cálido y por la velocidad del auto y las ventanas abiertas hacían que mi cabello volara por todos lados, el camino era recto y en cierto punto resultaba aburrido, pero la vista a los lados del camino era hermoso, con ese campo verde impresionante aunque no se podía admirar del todo por la poca luz de la luna que había ahora.

De un momento al otro un flash de recuerdos me hizo mover el volante bruscamente un poco, de nuevo esas alucinaciones solo que esta vez fue sobre un campo diferente al que estaba a mi lado, eran como flashes de una cámara donde solo podía ver por fracciones de segundos la imagen antes de regresar a mi realidad.

Lo siguiente fue de unos niños jugando a la pelota, una familia de cuatro integrantes, todos comiendo a la sobra de un árbol, los dos niños en el suelo, mirando felizmente al cielo.

Con todo esto tuve que bajar la velocidad, no quería estrellarme, pero tampoco quería detenerme aquí en medio de la oscuridad.

Las alucinaciones dejaron de aparecer y la oscuridad de la carretera me pareció más aterradora que de costumbre haciéndome pisar a fondo el acelerador con la sola necesidad desesperada de llegar lo más rápido posible a casa.

La historia se repite

Giré la cabeza a mi lado izquierdo en cuanto escuché la voz. Una mujer con un vestido blanco estaba sentada en el asiento de copiloto, mirando al frente con el cabello largo y ligeramente ondulado cayendo por su hombro de modo que no podía ver su perfil.

Sentí como mi corazón se aceleraba lentamente, el cómo mis ojos se abrían y como el aire crecía desde mi diafragma, pasando por mi cuello hasta mi boca hasta que un fuerte grito opaco por completo la música que salía de las bocinas.

También en otra vida (JeonJungkook)Where stories live. Discover now