2.

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Todo está en silencio en el largo túnel de mi sección, salvo por alguna respiración profunda y el goteo constante que se escapa de las viejas cañerías que recorren el techo.

Desde que tengo memoria la Base ha olido a humedad por todas partes, pero en los últimos tiempos no es solo un olor. Es la sensación de tener una fina capa de agua flotando a mi alrededor. Siento su frescor en la piel sin llegar a mojarme.

Avanzamos por el pasillo hasta la abertura que da al túnel principal, mucho más grande (y oloroso). Zach vuelve a asomarse, sacando solo la mitad del cuerpo.

Se gira y me indica con la mirada que todo está despejado. Entonces, me agarra la muñeca con suavidad.

Me preguntaba cuánto tardaría en hacer algo parecido.

Nadie en la Base toca a nadie, ni en público ni en privado, pero él tiene la manía de hacerlo. A veces creo que lo hace hasta sin darse cuenta.

Al principio me ponía histérica, pero ahora lo soporto mejor. Me estoy acostumbrando a que Zach me toque y no sé si es algo bueno.

Atravesamos el túnel hacia una abertura idéntica a la que hemos dejado y tras una nueva inspección, entramos por ella. Da a un pasillo igual al mío, solo que en este lo que abundan son los ronquidos y sus ecos metálicos.

La sección de los chicos.

Lo recorremos con el mismo cuidado, aunque dudo que aquí alguien vaya a oírnos, y vamos directos a la única celda abierta.

Zach entra y me arrastra dentro. Después cierra la puerta y por fin, me suelta.

Cuando se me pasa la sensación de calor del brazo me doy cuenta de que es cierto que aquí no hace ni pizca de frío. Y después, noto otra cosa.

-Tu cama no es más grande que la mía- me quejo.

-Es al menos tres centímetros más grande- replica él.

Se sienta en el borde con las rodillas separadas y los codos apoyados sobre ellas.

Yo, en cambio, me quedo junto a la puerta. Ahora más que nunca creo que no ha sido buena idea seguirle.

-¿Piensas quedarte ahí toda la noche?- me pregunta. Pero no respondo, esta vez seré yo la que ignore una pregunta suya. Menea la cabeza y se tumba.- No seas boba, no pienso ponerte un solo dedo encima.-

¿Boba? Sí, debo serlo por haberle hecho caso. Me pregunto a qué se refiere con eso de "ponerme un dedo encima", aunque me suena a algo prohibido.

¿Y qué hago? ¿Volverme a mi celda? Lo cierto es que aquí la temperatura es mucho más agradable y la sola idea de pasar otra noche encogida y dolorida por la tensión de mis músculos agarrotados hace que me entren ganas de llorar.

Esta calidez que me rodea no me permitirá volver a mi celda, así que arrastro los pies hasta el borde de la cama y aparto las sabanas.

Aún así me molesta su actitud e intento no mirarle.

-Está bien. Me quedo- acepto.

Zach levanta la cabeza de la almohada.

-Tampoco hace falta que lo digas así-

-¿Así cómo?-

-Como si te pareciera la idea más horrible del universo-

En el fondo sé que lo hace porque se preocupa por mi y no deseo parecer una desagradecida.

-No me lo parece pero... me resulta extraño-

Me tumbo con cuidado y Zach se incorpora apoyándose sobre un codo para mirarme desde arriba.

Patrullas del ExteriorWhere stories live. Discover now