16.

137 21 44
                                    

Zach no está bien.

Es lo único en que puedo pensar y de hecho, es lo único que me importa. El frío que me está agarrotando los músculos ahora que estoy de vuelta en mi celda me molesta, pero no me preocupa.

Estoy tumbada en mi cama congelada. Es aún peor que antes porque he usado las únicas sabanas que tengo para hacerle una camita a Bolita en mi armario. Está otra vez completamente dormido así que me ha dejado sola con mis pensamientos.

Y solo puedo pensar en Zach.

Su actitud cambió del todo después de la charla con Nora. Bueno charla... después de soportar sus terribles amenazas. Recuerdo el modo en que desapareció por el pasillo, sin mirarme una sola vez. Pero eso no ha sido lo más extraño.

Tras lavarme, cambiarme de ropa y esconder a Bolita en mi celda; bajé a cenar. Tenía la intención de hablar con Zach sobre todo lo que Nora nos había dicho, porque si pensaba vigilarnos más que antes, di por hecho que nos haría falta un plan. Al menos, debíamos decidir qué haríamos a partir de ahora.

Le encontré, como de costumbre, comiendo solo en una mesa apartada, así que me dirigí hacia él con mi bandeja de comida raquítica como cada noche.

Solo había dado un paso en su dirección cuando Zach se levantó dejando su cena a medias y abandonó el comedor. Y de nuevo lo hizo sin dirigirme una sola mirada. Pero yo estoy segura de que me vio.

De modo que se fue porque no quería hablar conmigo.

La sorpresa y la confusión me golpearon con tanta fuerza cuando llegué a esa conclusión que no me dejaron reaccionar a tiempo y un grupito de Recolectoras me arrastraron hasta su mesa.

Tuve que soportar su charla todo el tiempo que duró la cena, aunque no pude comer nada. Al menos me distrajo la complicada tarea de guardarme la comida sin que las otras se dieran cuenta.

Suponía que Bolita si tendría hambre y no podía olvidarme de él.

Han pasado ya unas horas y por fin creo que entiendo el motivo por el cual Zach se comporta así.

Está asustado.

Las amenazas de Nora han surtido efecto y ahora Zach tiene miedo. Por eso no quiere acercarse a mí, no quiere dar lugar a indicios o sospechas sobres posibles "comportamientos inadecuados".

Y es comprensible.

Por mucho que le advirtiera en el pasado sobre lo que le podría ocurrir si alguien nos descubría, entiendo que resulta mucho más aterrador oírlo en boca de una Supervisora de verdad. Y aún más si se trata de Nora.

Le ha amenazado con el destierro.

A mí siempre me ha aterrorizado esa idea, pero Zach era distinto. Hasta ahora se había mostrado indiferente, incluso en la cueva había llegado a decir que preferiría vivir en la Superficie libre, antes que en la Base agobiado por todas nuestras normas.

Yo le había creído sin dudar pero ahora Zach había cambiado totalmente de opinión. Estaba dispuesto a no hablarme, ni siquiera mirarme, con tal de no ser desterrado.

De modo que supongo que a partir de ahora vamos a ser como todos los demás. Nos ignoraremos en público, nada de sentarnos juntos en el comedor, ni de hablar, ni de cogerme la mano en medio de un túnel desierto.

Así tendrá que ser en la Base, pero... ¿Y si su comportamiento también cambia fuera? Quizás no vuelva a caminar a mi lado, ni me sonreirá... ¿Y si ya no hay más besos?

El corazón se me acelera cuando aparece en mi mente una idea aún más espantosa: ¿Y si para evitar el destierro Zach hace algo aún más extremo y le pide a Nora una nueva compañera?

De algún modo sé que estoy exagerando, no es propio de Zach ser tan cobarde, pero en ciertas circunstancias Zach sigue siendo tan impredecible para mí que yo no sé qué pensar.

Lo único que tengo claro de verdad es que el miedo a perder a Zach es lo peor que he sentido, incluso peor que mi antiguo temor a que Sal me examinara.

Me parece increíble pensar así, pero es verdad.

¿Cuando he cambiado tanto? ¿En el transcurso de un día? Habían pasado tantas cosas...

Fuertes golpes en la compuerta de mi celda me traen de vuelta al presente y al frío.

¡Zach! ¡Solo puede ser él!

El corazón me pega un bote casi tan fuerte como el que doy yo para bajar de la cama. Me precipito a la puerta y pulso el botón, sin pensármelo.

Debí pensarlo.

Un chico algo más mayor que yo me observa, lógicamente sorprendido por mi entusiasmo. Y yo siento que el cuerpo entero se me desinfla.

El chico sacude la cabeza y recompone una expresión neutra antes de tenderme un paquete.

-De suministros- dice, saltándose el saludo y cualquier otro formalismo innecesario.- Para Molly, Recolectora.-

Suministros... debe ser la manta que solicité. Tomo el paquete y noto lo blando que es.

-Gracias- murmuro.

El chico no hace el más mínimo gesto, ni se despide antes de girarse y desaparecer por el pasillo.

Regreso a mi celda con cierta irritación. De hecho, tengo ganas de lanzar la manta al suelo y pisotearla, pero hace demasiado frío.

Mientras la extraigo la de su envoltura y me la echo por encima, sé que no estoy molesta por la actitud de ese chico. Es desquiciante el modo en que me ha tratado, sí, pero me da igual. No es su culpa, la Base le ha programado para comportarse así.

Igual que hizo conmigo.

Mi ira se dispara cuando pienso que ahora Zach también será así. Como todos los demás ¡No es justo!

Zach se había librado de eso gracias a haberse criado lejos de aquí y era diferente: cariñoso, atento, valiente... único. Porque no tenía miedo, eso era lo que le hacía diferente. Y a pesar de todo, había sabido mantener su esencia hasta hoy.

Yo no quiero que Zach cambie. Incluso si prefiere mantenerse alejado de mí por seguridad, quiero que siga hablando de cosas prohibidas y haciendo cosas como escaparse de su celda en plena noche. Quiero que Zach siga siendo él.

¡Tengo que hablar con él y decírselo! ¡Inmediatamente!

La puerta de mi celda sigue abierta, así que no me lo pienso un instante y salgo.

Sigo el mismo camino que la noche anterior a través del pasillo en penumbras hasta la entrada del túnel principal. Apenas echo un vistazo antes de saltar dentro y cruzarlo en rápidas zancadas en las que casi no planto el pie. Así llego a la sección masculina y cuento las puertas hasta dar con la Zach.

Esta cerrada, claro. Y de nuevo sin pensar, la golpeo varias veces. Espero y me doy cuenta de que respiro con dificultad por los nervios y la carrera. Pero eso es todo. Nervios. No siento miedo.

Ya no.

Patrullas del ExteriorWhere stories live. Discover now