Capítulo 2

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Al día siguiente, Alba esperó a Rocío para pasar juntas el recreo. Su padre le había dado el trozo de bizcocho que había sobrado y le había dicho que se lo diera a su amiga a modo de agradecimiento. Comieron juntas ese día y el siguiente, también el siguiente y todos los demás. Así, esperarse para estar juntas la media hora de descanso se convirtió en tradición.

La rubia estaba contenta con ello. No había ido buscando gente con quien hablar, pero con Rocío era fácil hacerlo. Se había ganado su confianza y, cada día, deseaba que llegara ya el recreo para poder estar con su mejor amiga de cuatro años.

-¿Sabes que ya estoy dando inglés?- Informó Rocío con chulería una soleada mañana de abril.

-¿Inglés?- Preguntó Alba frunciendo el ceño.

-Es un idioma.

-Ah.- Balanceó las piernas, que no le llegaban al suelo por la altura del banco en el que estaban sentadas, y miró hacia la montaña que había en el horizonte. No entendía de qué le hablaba la morena, pero fingió que sí.

-¿Quieres que te diga los colores?

-¡Vale!- Exclamó volviendo la vista a Rocío. Por fin algo que comprendía.

-Pues... El verde es green, el rojo es red, el azul es blue...

-¿Y el rosa?- Era el color favorito de Alba, necesitaba saber cómo se decía en esas palabras raras que decía Rocío.

-Pues...- La mayor pareció perder el color de su cara.- No lo sé.- Alba abrió mucho los ojos, no se podía creer que su amiga no supiera algo. Consideraba que, por tener un año más, podía saber todo lo que ella no.- Yo me lo aprendo y mañana te lo digo, ¿vale?

-Vale.- Aceptó.

Como prometió, la morena volvió a la mañana siguiente con la duda de Alba resuelta. De hecho, fue lo primero que le dijo en cuanto la vio bajando las escaleras agarrándose a la barandilla.

Pink!- La rubia frenó en seco y ladeó la cabeza mirándola confundida.

-¿Qué?- Rocío se acercó a ella y tiró de su mano para hacerla bajar los dos escalones que le quedaban

-El rosa, se dice pink.- Alba sonrió ampliamente.

-¡Te has acordado de aprendértelo!- Rocío asintió.

-¿Vamos al banco?

-Vale.

Hacía ya un tiempo, desde que había dejado de hacer frío y llover, que las dos niñas habían decidido ir más allá de las escaleras donde se habían conocido. Habían caminado hacia la puerta por la que salían todos los alumnos que no iban a tres años y vieron que, antes de llegar, había dos banquitos de piedra. Se habían sentado y habían decidido que aquel sería su lugar a partir de entonces.

-¿Qué tienes hoy?- Preguntó Rocío. Siempre preguntaba Rocío, porque si no, no llegarían a hablar nunca. Alba abrió su bolsita y vio un plátano, pero otra cosa llamó su atención.

-¡Ay, casi se me olvida!

-¿Lo que tienes hoy?- La rubia negó con la cabeza y le entregó una tarjeta con muchos colores. Rocío, a pesar de no saber leer aún, pudo reconocer las letras que formaban su nombre, pero nada más.- ¿Qué es?

-Es... Una invitación para mi cumple.- Bajó la cabeza avergonzada y sintió cómo sus mejillas ardían a causa del sonrojo.- Papi me ayudó a escribir tu nombre. ¿Vendrás?- Preguntó con esperanza.

-¡Sí!- Respondió inmediatamente sabiendo que, desde que estaba en el colegio, nunca había faltado a una fiesta de cumpleaños. Alba sonrió, encantada con la respuesta, y se lanzó a abrazar a Rocío.

My youth is yours; albocíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora