Capítulo 6

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El día del primer partido, Alba estaba muy nerviosa. Sabía que iba a ser el más fácil de todos, porque era contra 1°A. Aun así, no se sentía preparada. Sería la primera vez que jugaría en equipo y no a pasarse la pelota con una sola persona. Tenía miedo. Miedo de defraudar a sus compañeros y, sobre todo, a sí misma.

Miró hacia la grada antes de comenzar el partido. Allí, Rocío la saludó con una sonrisa y le gritó que lo iba a hacer genial. Eso infundó ánimos a Alba quien, efectivamente, lo hizo genial durante la media hora de partido. No metió ningún gol ni tampoco dio pases decisivos, pero había robado balones que les habían servido para acabar ganando.

El segundo partido, sin embargo, no fue tan bien. Sin duda, todos los jugadores hicieron lo que pudieron, pero el hecho de que sus rivales fuesen mayores que ellos se notaba. Perdieron y, pensando que correrían la misma suerte, llegaron al último partido.

-Lo vas a hacer muy bien.

-Bueno...- Alba bajó la cabeza para mirar las botas de fútbol que su tío le había comprado.- Seguro que perdemos otra vez, porque vuelven a ser mayores.- Notó unos brazos rodeando su cuerpo y suspiró sintiéndose más tranquila al instante.

-No pasa nada. Mamá siempre me dice que lo importante es participar.- La otra niña asintió, haciendo que su coleta bailara en su espalda. El silbato sonó y ellas se separaron a regañadientes.- Suerte.

-Gracias.- Le sonrió y echó a correr hacia la mitad del campo donde se encontraba su equipo.

La primera parte transcurrió bastante bien. Seguían con el empate a cero, pero a los pequeños les costaba mucho más defenderlo. Aun así, con aquel resultado, el segundo puesto era para los de la clase de Rocío, que habían ganado y empatado en los otros partidos.

-¡Vamos, Alba!- Gritaba la morena desde la grada cada cierto tiempo. Las chicas de su clase la miraban mal, pero a ella no le importaba. Para ella, su amiga era la mejor.

Llegó la segunda parte y los de primero ya estaban con las lenguas fuera. Alba era una de las menos afectadas no porque corriera menos, sino porque sabía dosificarse mejor. Por eso, cuando faltaban siete minutos para el final y Adrián le pegó una patada a la pelota para quitársela de encima, fue ella la única que corrió hacia ella.

Dejó que el esférico botara delante de su cuerpo antes de pegarle una pequeña patada para seguir corriendo detras de él. A los de segundo, que ese balón perdido se convirtiese en una contra les pilló por sorpresa. La niña tenía a cuatro jugadores corriendo tras ella, pero ninguno era lo suficientemente rápido como para alcanzarla.

-¡Frénala, Alex!- Gritó el portero, que la veía acercarse con demasiado peligro.

El tal Alex era quien más cerca se encontraba de Alba. Sin embargo, no lo estaba tanto como para darle una patada al balón y desviarlo. En cuanto vio que la chica armaba la pierna para disparar, la agarró de la camiseta y tiró hacia atrás. La jugadora trastabilló y tuvo que dejar que la pelota se marchara para no acabar cayéndose. El silbato no tardó en oírse.

-¡Penalti!- Alba miró hasta dónde había llegado. En efecto, el agarrón se había producido justo al cruzar el área. Dos miembros de su equipo se acercaron corriendo a ella.

-¡Qué bien juegas, Alba!- La elogió Ángel. La rubia se sonrojó, pero sonrió agradecida.

-Muchas gracias.

-Tienes que tirarlo tú.- Dijo Daniel. La expresión de Alba cambió completamente.

-¡No, no! Tú eres el que tira los penaltis, yo no sé.

-Te lo han hecho a ti.

-Pero...- La niña se quedó pensativa.- Si lo fallo...- Resopló.- Vamos a quedar terceros. Y seguro que no lo meto, yo no sé lanzar penaltis.

My youth is yours; albocíoWhere stories live. Discover now