Capítulo 16

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Habían pasado varias semanas desde aquella noche en la que comenzó todo. Tanto Rocío como Alba habían terminado sus exámenes y, milagrosamente en el caso de la segunda, lo habían aprobado todo.

Aquel sábado de junio, la morena y sus madres habían decidido acompañar a Raoul al último partido de la temporada. El equipo de Alba iba en segunda posición, pero a dos puntos del primero. Eso quería decir que, si en aquella última jornada ganaban, se harían con la copa.

Sin embargo, el encuentro estaba casi finalizando y el marcador seguía en tablas. El calor era casi insoportable y las pausas para hidratarse muy frecuentes. Alba ya casi no corría por su banda, porque no tenía de dónde sacar fuerzas. Además, su equipo no estaba mucho mejor que ella y las acciones de ataque eran escasas.

Por suerte, una jugadora del otro equipo tiró de la camiseta de una de las compañeras de Alba en un forcejeo y la árbitro paró el partido. La rubia, desesperada, se puso en cuclillas unos segundos y respiró hondo para intentar recuperarse aunque fuera mínimamente. Se puso en pie cuando Marta, una de las defensas, le pasó una botella de agua. Bebió un par de tragos y se echó el resto por la cabeza.

El juego se reanudó y Alba se colocó en el borde del área. Incluso Miriam, la portera, subió a rematar la falta. Cuantas más cabezas hubiera, más probabilidades había de conseguir meterla. La rubia comenzó a balancear su cuerpo pasando el peso de una pierna a otra para no tener que moverse desde una posición estática cuando el balón se volviera a poner en marcha.

Tras el pitido de la árbitro, Natalia lanzó la falta con la intención de centrarla donde estaba la mayor parte de sus compañeras. Sin embargo, Alba estaba viendo claramente que ese balón iba hacia ella. Le caía perfecta para darle en el aire, pero con la pierna derecha. Si ya de por sí las voleas no eran su fuerte, con su pie malo iba a ser un desastre, pero le estaba llegando tan bien... No tenía a nadie que la cubriera y la portera aún estaba pendiente del primer palo.

-Por favor, por favor, por favor...- Comenzó a murmurar Alba sin quitar la vista del esférico. En cuanto lo vio a una altura razonable, ladeó su cuerpo. Su pierna se convirtió en un látigo y su empeine encajó perfectamente con la superficie de la pelota. La enganchó tan bien que, aunque la portera saltara hacia el lado al que se dirigía, la fuerza que Alba había imprimido en ella consiguió doblar el guante permitiendo así que entrara.

-¡GOL!- Gritó Alba abriendo mucho los ojos. El banquillo entero comenzó a saltar, al igual que la parte de la grada que vestía de amarillo. La goleadora corrió hacia Natalia, con ganas de celebrar el tanto con la persona que lo había hecho posible.

NANA!- Exclamó la morena corriendo hacia ella también.- ¡ERES UNA PUTA MÁQUINA, JODER! ¡NOS HAS SALVADO EL CULO!- Continuó diciéndole a la vez que la abrazaba.

-¡ALBA!

-¡GOLAZO!

-¡EEEEEELLA!

-¡ESA NANA, OSTIA!- Sus compañeras fueron sumándose al abrazo mientras le gritaban halagos. Incluso las suplentes y las entrenadoras saltaron al campo a celebrarlo. Todo el mundo jaleaba desde el público, en especial una morena de ojos verdes cuyo orgullo no cabía en su cuerpo.

Cuando todo se hubo calmado y las futbolistas volvieron a sus sitios, el silbato dio comienzo a una nueva jugada. No dio tiempo a mucho más, ya que con la celebración se había ido la mayor parte del tiempo de descuento. Además, el otro equipo tampoco puso mucho esfuerzo por crear situaciones de peligro, porque ellas no se jugaban nada. Por eso, cuando sonó el pitido final, todas las jugadoras del S.P.A. volvieron a saltar de sus respectivos sitios. Los espectadores se dejaron las manos aplaudiendo y sus rivales fueron felicitándolas una a una por haberse hecho con la liga en el último minuto, literalmente hablando.

My youth is yours; albocíoWhere stories live. Discover now