Epílogo

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Tres años después...

Alba llegó a casa agotada del entrenamiento. Como Marco le había dicho, nada más cumplir los dieciocho el primer equipo la llamó para comenzar a jugar con ellas. Cobraba mucho más que en el femenino B, donde había estado jugando el último año y medio. De sobra para vivir cómodamente, pero sin tener punto de comparación con los sueldos del fútbol masculino.

Fue a la terraza con la bolsa de deporte y, allí, comenzó a meter la ropa sucia en la lavadora. Colocó las botas al sol para que se secaran, ya que normalmente el campo estaba excesivamente mojado, y cogió la botella de agua. Fue a la cocina para rellenarla y meterla en la nevera, dejándola lista para el día siguiente.

Prácticamente corrió hacia la ducha, con ganas de quitarse la suciedad de toda una tarde en movimiento. Ni siquiera pensó en avisar a Rocío, seguramente estaría estudiando para los exámenes finales y no era plan de molestarla. Ya hablaría con ella más tarde.

Se despojó de toda la ropa, reguló el agua dejándola templada y se metió en el plato de ducha. Allí se recreó durante veinte minutos, dejando que sus músculos se relajaran y la tensión del día se fuera. Para terminar, puso el agua completamente fría y mojó sus gemelos durante unos segundos para no sentir las piernas cansadas en el siguiente entrenamiento.

Cogió su albornoz y se lo puso para ir descalza hacia la habitación. No solía vestirse allí, pero ni había cogido ropa interior ni su pijama antes de meterse en el baño. Abrió la puerta sin llamar, haciendo que Rocío se sobresaltara.

-Joder, Alba. Ni siquiera te oí llegar a casa.- Se quitó las gafas y las posó sobre el escritorio, al lado de sus apuntes.

-Lo siento, amor. No quería desconcentrarte.- Se acercó a ella y la besó durante un par de segundos.

-Para eso primero tengo que llegar a concentrarme.- Bufó contrariada siguiendo a su novia con la mirada. Esta, abrió un cajón y sacó de él unas bragas que se puso justo a continuación.

-¿Tan mal lo llevas?- Tiró el albornoz sobre la cama matrimonial que ambas compartían y buscó bajo la almohada su pijama. Al ver que no respondía, se giró y la pilló observándola sin ninguna intención de disimular.- Bueno, si te sabes mejor mi cuerpo que las leyes un poco mal sí que lo llevas.

-Estás más buena que los apuntes, no me juzgues.- Se defendió levantando las manos.

-No, pero en serio, ¿tan mal lo llevas?- Repitió poniéndose la camiseta, consiguiendo así que su novia levantara por fin la vista hacia su cara.

-Peor que eso.- Resopló y apoyó la cabeza en la mesa. Alba se puso el pantalón y caminó hacia ella. Se echó hacia delante y dejó un beso en su sien.

-Aún queda una semana para el examen, seguro que al final lo acabas sacando.- La morena negó con la cabeza.- Ya verás que sí.

-Lo dudo.

-Bueno...- Contestó sin saber qué más decirle.- Voy a secarme el pelo y ya miramos lo que podemos hacer con derecho civil, ¿vale?

-No me dejes aquí...- Suplicó con voz infantil agarrando la mano de Alba, quien rio por su actitud.

-Pero bueno, que voy a volver en cinco minutos.

-Pues voy contigo.

-Bueno, anda, pues ven conmigo.- Accedió aún riendo. Rocío se levantó y la acompañó al baño.

-Deja que te lo seque yo.- Alba asintió y esperó a que su novia cogiera el secador y lo enchufara.

-Debería ir a la peluquería ya.- Dijo al ver su reflejo.- Tengo unas raíces...

My youth is yours; albocíoWhere stories live. Discover now