Capítulo 9

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Al final, empezar el instituto no fue tan horrible como sus profesores de sexto lo pintaban. Eran más asignaturas y muy complicadas, pero no era el fin del mundo. Tampoco estuvo sola como su tutora les había advertido tantas veces. Estaba todos los días con Adrián en clase y con sus demás amigos del colegio en el recreo. Cada día, cogían sus pinchos y bajaban a la zona de hierba que limitaba con la calle, para sentir un poco más de libertad.

-Pues a mí la de sociales me cae bien.- Comentó Óscar. Marc y Ángel arrugaron la nariz.- No pongáis esa cara. Es normal que os riña si no os calláis en toda la hora.- Alba rio.

-Son Marc y Ángel, ¿qué esperabas?

-No sé, ¿que maduraran?- Devolvió la pregunta el chico consiguiendo que sus amigos se rieran.

-¿Vosotros dos qué tal en el B?- Se interesó Pau. Alba y Adrián se miraron.

-Echándoos de menos.

-Y eso que solo llevamos tres semanas de curso.- Completó la rubia.

-Sabéis que va a haber campeonato, ¿no?- Todos asintieron ante la pregunta de Dani.

-No quiero someterme a los zurdazos de Alba.- Se lamentó Bruno, con lo que todos rieron.

-Ni yo a las entradas de Dani.- Dijo esa vez Pau.

-Ni yo a las tuyas, guapo.- Se quejó la chica arrancándoles más carcajadas a sus amigos.

-No entiendo por qué no queréis ir a jugar ahora. En el polideportivo están echando partidos todos los recreos. Podríamos jugar juntos.- Animó Daniel.

-Yo prefiero quedarme hablando, Dani... Es el único rato que tenemos para estar todos juntos.- Explicó Ángel.

-Además... A mí me da vergüenza.

-Ya, y a mí. Somos los más pequeños, tío.

-Y ya habrá tiempo para jugar en los recreos. Nos quedan como mínimo cuatro años aquí.- Completó Alba lo que habían dicho Óscar y Marc.

-¡Anda, Albita!- La susodicha se sobresaltó, girando sobre sí misma para mirar a la calle.

-¡Aiti! ¡Nere!- Llamó con una sonrisa.

-Si no llego a escucharte hablar, no me daba cuenta de que estabas ahí.- Comentó la del flequillo.

-¿Cómo estás?- Sabían por Raoul que Alba había llegado llorando a casa el primer día de clase. La niña le había permitido contar que había sido por ver a Rocío, pero le hizo prometer que no diría nada de sus sentimientos.

-Bien.- Contestó sin más. ¿Qué iba a decirles a las madres de la persona que le estaba haciendo tanto daño?

-¿De verdad? Sabes que aunque...

-Sí.- Interrumpió a Nerea.- Estoy muy bien.- Mintió, sin rastro de la sonrisa que le había salido al verlas en un primer momento.

-Mamá, ya estoy aquí.- Escuchó Alba a su derecha. Tragó saliva con fuerza y se giró para mirar a sus compañeros. Intentó seguir el hilo de su conversación, que volvía a girar en torno a los nuevos profesores, pero no pudo despegar la oreja de la que tenía al otro lado.

-Toma, la cartulina.- Escuchó que decía Nerea.- No se te olvida la cabeza porque la llevas pegada a los hombros, hija.- Alba escuchó risitas a su lado, pero supo al instante que ninguna pertenecía a Rocío.

-Ni que a ti no se te hubiera olvidado nunca nada.- Reprochó la de ojos verdes.

-No, la verdad es que no.

-Doy fe. Esa era yo.- Alba tuvo que morderse el labio para no reírse de lo que había dicho Aitana. Echaba tanto de menos pasar las tardes con ellas tres...

-Bueno, ya podéis iros.- La rubia no era capaz de reconocer a la que había sido su mejor amiga. ¿En qué momento se había vuelto tan rastrera? ¿Cómo podía tratar así a sus madres cuando eran lo más amable del mundo?

Intuyó que las adultas se habían marchado, pues una de las chicas que acompañaban a Rocío propuso quedarse allí mismo lo que faltaba de recreo. "Mierda.", pensó Alba. Iba a ser incapaz de seguir el hilo de la conversación de sus amigos solo por escuchar hablar un poco más a la morena.

-Jo, tu tía es muy guapa.- Espera, ¿qué? ¿Su tía?

-Es verdad. Tu madre también, ¿eh? Pero es que Aitana...- Comentó otra de las chicas. No podía dar crédito a lo que estaba escuchando.- Ojalá ser como ella de mayor.- Alba se giró para mirarlas con los ojos desorbitados. Tuvo suerte, pues justo estaban sentadas en la parte del muro que hacía esquina y solo Rocío estaba frente a ella. Los ojos de esta parecían de hielo mientras se clavaban en los de Alba, parecía que se esperaba esa reacción. Sin embargo, ni la rubia iba a abrir la boca ni la morena había pensado que fuera a hacerlo. Al fin y al cabo, era Alba: demasiado tímida y sin agallas para hablarle después de tanto tiempo ignorándola.

-¡Alba!- Le gritó Ángel.

-¿Qué?- Preguntó sobresaltándose y volviendo a mirarlos a ellos.

-Que cómo te va a ti en el S.P.A.- La chica suspiró.

-Bien, bien. Vamos segundas en la liga regional.- Soltó como si nada.- Adri, ¿puedes venir un momento?- Cuestionó levantándose del muro.

-Claro.- Dejaron a sus compañeros hablando y comenzaron a subir la cuesta que llevaba hasta el edificio en sí.- ¿Estás bien?

-No.- Le confesó. Nada más escucharla, Adrián le pasó un brazo por el hombro y la atrajo a su cuerpo para abrazarla sin dejar de caminar. En el colegio, Dani había sido el compañero con el que había notado más cercanía. Sin embargo, el roce hace el cariño y, en aquellas semanas, Adri y ella se habían vuelto muy buenos amigos.

-Es por Rocío, ¿verdad?- Alba asintió. Si para algo le estaba sirviendo compartir clase con él, era para contarle todo lo que le había pasado con la morena y, además, confesarle lo que sentía por ella.

-No la entiendo, Adri. Tú sabes que tiene dos madres, ¿no?

-Sí.

-Pues acabo de escuchar que sus supuestas amigas se creen que Aitana es su tía. ¡Su tía!- Exclamó molesta.- ¿Cómo puede avergonzarse de su familia?

-No a todas las personas les parece bien la homosexualidad.

-Pues que se busque amigas que la acepten, ¿no?- Adrián se encogió de hombros.

-Es cosa suya, Alba.- La chica asintió, un tanto angustiada.

-Es que me da pena, porque sé que Aitana y Nerea darían la vida por ella, la quieren muchísimo... Y que ella haga eso, pues... No me parece nada bien.

-Ni a mí, pero, por mucho que duela, es algo que no te incumbe.

-Lo sé...- Aceptó.- Gracias por haberme escuchado todos estos días.

-De nada, tonta. Ya era hora de que contaras algo de ti, que siempre fuiste una incógnita.- Alba chasqueó la lengua, pero sonrió.

-Gracias, Adri, de verdad.- El chico se encogió de hombros con una sonrisa.

-Para algo estan los verdaderos amigos.- Respondió recalcando el adjetivo.

Tenía razón, estaba claro que las compañías de Rocío no eran amistades verdaderas. Alba suspiró. ¿Cabía la posibilidad de que llegara a darse cuenta de que aquellas chicas no le convenían? Y, si eso pasara, ¿volvería a Alba para retomar su amistad? Bueno y, yendo aún más allá, ¿estaría la rubia dispuesta a perdonarla para correr el riesgo de que volviera a irse?

My youth is yours; albocíoWhere stories live. Discover now