13. Si vamos de fiesta podrás coquetear

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Al final, milagrosamente, no fui pillada por el inspector. También la excusa que dimos con Nadine fue totalmente creída por la profesora, en parte porque le dije que me había caído de camino a la escuela y tenía toda la pierna sangrando. Como aun quedaban unos pocos rastros que Zane no quitó y yo deje ahí, la mentira nos salió como anillo al dedo.

—Esta vez tuvimos suerte de que tu torpeza hiciera la historia creíble —Nadine camina junto a mi hacia la parte trasera del edificio, exactamente por donde me metí a escondidas—. La profe no tenía ni idea de por qué salí tan apresurada del salón, si casi parecía que alguien hubiera muerto.

Casi —murmuro.

Tomo asiento en el mismo lugar en donde estuvo Zane sanando mi herida, mientras Nadine se pone a observar el estado de la reja.

Cuando me preguntó por qué me había demorado tanto en llegar al baño, le comenté que la caída había sido más dolorosa de lo que se ve y que el inspector estuvo a nada de atraparme. Lo que es relativamente verdad. Omití totalmente el hecho de que Zane estuvo conmigo todo momento... porque no es relevante para la historia.

—Tienes razón, han arreglado toda la reja —mi amiga se gira para tocar un pedazo de metal que está por detrás de la reja. No me había fijado en la mañana que ahí solía haber un gran agujero—. Mira si por aquí entraba. No estaba este gran pedazo de metal.

—Te dije que tuve que saltar desde allí —apunto hacia arriba con todo el dramatismo que reuní. Rápidamente me enfoco en desenvolver mi sandwich.

—Tampoco es tan- ¡Auch!

Alarmada veo a mi amiga y el gran rasguño que se hizo al pasar su mano por esos lados de la reja que no fueron limados. Lleva su mano hacia su boca para lamer la sangre de su herida.

Maldita reja que quiere asesinarnos a todos.

—Dame una bandita~

Eh...

—No tengo.

—Entonces, eso en tu rodilla, ¿qué es? —me dice con burla.

Realmente no quiero decirle lo ocurrido con Zane. No porque quiera ocultarlo, si no que, no es necesario que lo sepa. Así que simplemente mentí:

—Era uno que encontré de pura suerte en mi billetera, no sabía que lo tenía. Y no me quedan más.

Me mira como si no me creyera, así que le sonrío para bajarle a su escrutinio.

—Bien —se sienta junto a mi—. Tendré que desangrar hasta morir en este terrible lugar... dame un sandwich.

Le paso uno de los panes que mamá hizo para mi a ella. Murmura gustosa —casi gimiendo— luego de darle un gran mordisco. Toma asiento junto a mi y pisa mi vestido. Cuando me vió me estuvo halagando todo el rato porque según ella el vestido me queda "maravilloso".

—Eshto esstá mu' buuueno—apenas si le entiendo con tanta comida en la boca. Me rindo de seguir diciéndole que coma con la boca cerrada—. ¿Oye y has hablado algo más con Kori?

¡Oh Dios, lo olvidé!

Tomo mi celular como si la vida me dependiera de ello y activo el internet. Tanto ajetreo por la mañana hizo que olvidara completamente a Kori.

—Anoche le escribí pero no quise mirar si me había respondido algo o no. Todavía es muy surreal el asunto.

Las notificaciones de distintas aplicaciones comienzan a aglomerarse y a sonar sin control.

—A ver qué le pusiste...

Nadine toma mi celular y comienza a deslizar su dedo a través de todas las notificaciones. Como fue más rápida que yo en arrebatarme el móvil no alcancé a ver si efectivamente Kori me respondió.

No hay lugar en tu corazón [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora