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Yoongi colocó la última cuerda y se alejó para comprobar que todo estaba correcto. 

      —Bien, creo que ya está. — Dijo masajeando sus manos, algo magulladas por la fuerza con la que debía tirar de la cuerda para que estuviera tensa. 

      Volvió la mirada hacia Seokjin y sonrió. El mayor estaba sentado en la silla del ordenador de su sala de música viéndolo reponer las piezas de su piano. 

      —Toca, entonces. — Seokjin sugirió levantándose y parándose junto a Yoongi, observando el piano como si fuera una pieza de museo. 

      —¿Yo? 

      Seokjin asintió con una sonrisa. 

      —Hyung, por lo que sé, este piano es importante para ti, no debería... 

      —Tú solo siéntate — El pelirrosa tomó a Yoongi de los hombros y lo hizo rodear la butaca hasta sentarse mirando a las teclas. —y toca. Por favor. — Una vez estuvo seguro de que Yoongi se había dado por vencido, Seokjin se sentó a su lado mientras el contrario levantaba las manos para colocar los dedos sobre algunas teclas aparentemente aleatorias. 

      Una suave melodía comenzó a resonar por la habitación. En su mayoría consistía en notas medias, que todas juntas sonaban como una dulce sinfonía armonizadora. 

      El pelirrosa cerró los ojos y apoyó la cabeza en el hombro de Yoongi. Las notas se fueron apagando. Cada vez más largas y a más distancia unas de otras hasta que con un do menor, acabó. 

      —Perfecto. Gracias, Yoon. 

      Yoongi quedó en silencio unos segundos, observando desde su lugar e perfil del mayor apoyado en su hombro. 

      —Jungkook dijo que era el piano de tu padre. 

      Seokjin tardó un poco en responder, y extendió una mano con la que presionó un si bemol. 

      —Lo era. 

      Yoongi no sabia qué decir a continuación. No era un tópico que realmente fuera asunto suyo, pero el silencio forzado que se había formado a su alrededor era extremadamente molesto. 

      —Él solía tocar para mí todas las noches. Aún lo recuerdo. 

      Yoongi dio gracias cuando Seokjin siguió hablando, interesado por la historia que el pelirrosa contaba. Sin embargo, no se dio cuenta hasta demasiado tarde de la forma en la que su voz se volvía más profunda, más lúgubre, y que su corazón se comprimía ante las palabras de dolor. 

      —No recuerdo mucho más de él. Ni siquiera su voz. Solo... Él y el piano. Eran casi como uno solo. Adoraba la música ¿sabes? Supongo que por eso no quería dedicarme a esto al principio. No quería pasarme mi vida persiguiendo una sombra. 

      —No tienes que perseguirlo. Puedes honrarlo. Cantar por y para él. — Seokjin volvió la mirada hacia él, sopesando sus palabras. 

      Volvió a dirigir la mirada hacia las teclas y sonrió. 

      —Sí, me gusta esa idea. 

Star °°Yoonjin°°Where stories live. Discover now