¿El futuro es el pasado o el presente? (Argentina)

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 –¿Argie, are you ready,? (¿Argie, estás listo?) Sí salimos ahora llegaremos temprano.– La voz del británico sonaba resignada. Martin siempre se demoraba y terminaba haciendo que lleguen tarde. Se había acostumbrado con el tiempo. Aunque no le encantaba la impuntualidad, era algo incorregible en aquella persona.

–Wait a second, I... I have a little problem.(Espera un segundo, yo... tengo un pequeño problema)– El tono avergonzado con el que lo dijo y el hecho de que no hubiera sido el típico grito molesto por que lo estuvieran apurando sino más un susurro le dio curiosidad a Inglaterra, quién comenzó a caminar hacia el cuarto del argentino.

–¿You need help? (¿Necesitas ayuda?)

–No.

–¿Cuál es el problema? –Había llegado al otro lado de la puerta e intentaba entrar pero está se encontraba cerrada y sus intentos por ingresar alteraron al latino quien empujaba desde dentro aunque fuera necesario.

–¡No entres! Puedo resolverlo...

–Tenemos que irnos, ¿Qué sucede? Vamos, no voy a reírme solo...

–¡Listo!

La puerta de madera barnizada fue abierta revelando un nervioso argentino que dejaba atrás una desordenada habitación con las manos en los bolsillos de su pulcro traje verde oscuro. Reino Unido lo escudriñó curioso intentando descubrir que estaba ocultando. Su pelo estaba casi perfectamente peinado, el pantalón y el saco estaban planchados, este último también se encontraba bien abotonado, incluso los zapatos estaban relucientes.

–¿Bueno, nos vamos?–Argentina se dio la vuelta para apurar al inglés, y entonces este lo notó y comenzó a reír.

–¿Por qué será que siempre te olvidas de como atarla?– El aludido miró hacia otro lado apenado mientras el británico se acercaba a él para acomodar dicha prenda.

–¿Por qué siempre te das cuenta?

–Britishers talents.–Sonrió burlonamente mientras tiraba del accesorio para ajustarlo. Aprovechando el momento para ver al latino a los ojos. Este al notarlo desvió la mirada mientras sonreía nervioso tras notar la corta distancia que los separaba. El británico sonrío aún más por sus adentros por el adorable cuadro frente a sus ojos.

–You'r a layer (sos un mentiroso).

El británico no pudo tomarse en serio aquella sentencia mientras intentaba corregir el rebelde cabello de aquel chico.–¿Oh, I am?

–Yes, you are (sí, lo sos). Dijiste que no te ibas a reír.–Para este punto Arthur tenía una sonrisa imborrable en el rostro.

–I' m sorry, darling, pero eres adorable.–Dicho eso apretó los cachetes molestando aún más, pero antes de que este se quejara eliminó por completo el espacio entre ellos dandole un dulce beso en los labios. Luego se separó un poco, luchando con la tentación de ir por otro menos casto y más íntimo. "Más tarde". Por su parte Argentina solo lo observaba esperando su decisión con los labios apenas separados en una tentadora e inconsciente oferta.–Tenemos que irnos o llegaremos tarde.

Salieron de la casa hablando sobre a donde ir a cenar después de la reunión. Ambos pegados el uno al otro, riendo, sonriendo, charlando y observando constantemente.

¿Es tonto decir que extraño esos tiempos? No, eran buenos tiempos. ¿Es tonto decir que lo extraño a él? Tal vez. "Definitivamente". Después de todo lo que hizo, lo que dijo, de lo que me quitó. Pero aún así, al borde de la muerte y completamente solo, recordaba más que nunca esos momentos. Rememoraba sus sonrisas burlonas y satisfechas, su voz tranquila, siempre manteniéndoselo educado e inmutable pero que se relajaba y endulzaba luego de que la puerta que nos separaba del resto del mundo se cerraba. Cuando éramos cercanos. Desde que lo conocí siempre estuvo ahí, y nunca espere sentirlo tan lejano. Que se fuera me hizo sentir tan solo. Vulnerable. Desde que se fue vernos era solo pelear por cualquier cosa, sentir rabia y culpa a partes iguales. Me advirtieron que era un mentiroso pero nunca quise creerlo, aún hoy no quiero creerlo del todo.

–¿Acaso no ves que te está usando? Cuando no le sirvas te desechará. –Maldito gringo sabelotodo.

–¿Y acaso vos sos una mejor opción?–Me burlé.

–Somos los reyes del mundo, dimos vuelta las reglas del juego, las colonias que se alzaron más poderosas de lo que ellos nunca fueron. Si dejamos de pelear entre nosotros...

–¡Nunca confiare en vos! Solo queres sacarme de en medio y ser la única potencia americana. ¡Dejarte entrar sería darte permiso para destruirme!

–¿Y eso te lo dijo él?–Alzo una ceja escéptico mientras apretaba los dientes.

–¿Me crees tan idiota como para no darme cuenta yo solo de algo tan obvio?–Cruce los brazos mientras me enderezaba para verlo directamente a los ojos.

–Quiero ayudarte, pero no puedo hacerlo si no lo alejas. Él es una mala persona.–Aflojó los hombros intentando verse amable, pero no le creí.

–Él podría ser el diablo, pero confiaría mil veces más en él que tu gordo trasero egoísta e interesado. Ahora largo de mi casa.

Creo que nunca debí dudar de estar en lo cierto cuando dije eso. Sí, prometió que nunca se iría y se fue. Sí, se negó a devolverme las islas. Sí, dijo cosas horribles sobre haberme usado y sobre ser inútil y un fracasado. Pero durante los años que nuestros jefes nos arrastraron a la guerra me sentía más seguro cuando estaba en sus campamentos junto a mis soldados mientras nos curaban las heridas, alagaban nuestro trabajo y nos daban golosinas que en mi propio país, aislado, triste, y en silencio. Después de eso las cosas se volvieron más ligeras. Él era menos frío, incluso me invitó a una guerra, a la que no quise ir. Nunca me gustaron las guerras. No le gustó que me negará pero no dijo nada, eso fue bueno. Y sobre todas las cosas, él no impulsó mi inestabilidad económica para luego deteriorar mi salud y usarlo como excusa para cazarme y repartirme con sus aliados. Al menos cuando Arthur me usaba para su beneficio financiero lo hacía con más disimulo pretendiendo ayudar.

¿Podría perdonarlo? Más importante aún ¿Debería perdonarlo?¿Debería confiar en él una vez más, aunque sea en este momento? No quiero caer una vez más con la misma piedra, pero ya estoy cayendo en un abismo que parece solo llevarme a una muerte definitiva y esta piedra se ve más como una soga a la que aferrarme para seguir viviendo, solo que no puedo ver si realmente está agarrada a algo o es una simple esperanza vacía que hará el golpe final más doloroso y la muerte un consuelo.  

No me dejes soloWhere stories live. Discover now