Hay cosas que nunca cambian

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Estaban sentados vestidos con uniformes británicos intentando entrar el calor mientras hablaban de cualquier cosa, el invierno se estaba yendo pero aún era pronto para que la temperatura fuera agradable tan al sur del país. No tenían permitido armar una fogata para no llamar mucho la atención, los soldados argentinos encubiertos ya estaban acostumbrados de todas formas. Martin se mordía las uñas por los nervios. Sabía que luego le costaría perder ese mal habito pero necesitaba algo en lo que desahogarse para no volverse paranoico. Estaba en la parte del plan de Arthur que le parecía una locura o una trampa, lo que de ser lo último le resultaría insultante sino fuera porque de hecho lo estuviera haciendo en ese momento. Salir de su casa en ese momento sonaba a una idea suicida, a una forma de entregarse voluntariamente, era imposible que no lo detecten. Es cierto que estaba escondido con un pequeño grupo de sus soldados entre tropas británicas que viajaban a territorio bajo soberanía de la corona para "hablar con sus familias", pero el latino que eso no convenciera a sus perseguidores. Además le inquietaba que el inglés aún no volviera de su "viaje diplomático" pero por lo menos tenía a algunos de sus generales aunque eso tampoco le aportaba una gran sensación de tranquilidad. De todas las veces que se imaginó volver a verlas nunca pensó que sería en un contexto así. Lo único en lo que se distraía era en intentar sentir si algo le pasaba a sus soldados que aún permanecían en el país intentando distraer a las tropas estadounidenses y de sus aliados.

Su gente eran lo único que realmente podían distraerlo para que no se vuelva loco con cada ruido que confundía con una posible emboscada. Hablar de la vida de hace unos meses, cuando todo era normal, de los problemas que tenían entonces y como se las arreglaban. De cuando las cosas estaban medianamente bien antes de que la economía cayera en picada y nadie los ayudara. Antes de pasar casi un año sin un gobierno que supere los dos meses. Antes de que Estados Unidos lo designara incapaz de sostenerse o de mantenerse unido y cuya población "subversiva" debía ser dominada por la fuerza y repartida para poder ser encomendados. Desde el momento en que lo escuchó decir que era un país muerto hace años y que no tenía cura supo que sin importar cual fuera el veredicto final de esa reunión él ya estaba en el punto de mira. Y no se equivocó. Cada día que pasaba desde que llegaron las tropas de "La alianza" él solo podía rezar para sobrevivir un día más, el patriotismo prevalece en su gente durante los peores momentos, pero aún así nunca había vivido algo semejante. Sabía que no ganaría solo.

–¿No podemos tomar mate, no?–Escucha que pregunta uno de sus hombres, un soldado misionero de unos veintitantos. Su pregunta y la cara de súplica que pone le hace sonreír.

–No. Si no nos revisan es solo porque los ingleses podrían hacerles un escándalo pero seguro nos están vigilando. Eso nos delataría. –Puede oír que se queja. A la nación tampoco le gustó su propia respuesta.

–En este momento quiero algo más fuerte, creo que no escabio hace meses.– El que habla ahora es más grande, al rededor de treinta y tiene un fuerte acento cordobés.

–Esa no te la crees ni vos.– La república ríe un poco ante la cara de molestia que pone el aludido. El que le respondió es porteño y tiene más o menos su misma edad. Siempre disfrutó viendo como se relacionan sus hijos. Es cierto que a veces parece que tienen más diferencias que similitudes y que siempre encuentran algo por lo cual pelearse entre ellos. Pero a pesar de todo hay algo que los une en esos viejos conflictos que nadie más puede entender, en su historia, en las costumbres. Se relacionan como hermanos, y eso es lo que Alfred malinterpreto como un problema.

Ve que unos soldados británicos le hacen señas y se acerca, uno de ellos le resulta muy familiar pero no puede distinguir muy bien su rostro hasta que se de la vuelta y sonríe con amabilidad. Entonces lo reconoce y se aproxima con entusiasmo.

No me dejes soloМесто, где живут истории. Откройте их для себя