Plan de ataque.

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 La representación humana del Reino Unido entró en su carpa ya bastante caída la noche. Había tenido una larga reunión mientras explicaban su plan a los "jefes" argentinos. El país en sí no había estado presente porque algo de la fiebre había vuelto y Arthur lo mandó a descansar. No pudo concentrarse mucho en la reunión, le inquietaba dejarlo solo con Yao rondando el área. Lo conoce bastante y seguro sospechará si ve un campamento británico. Mandó a sus hombres a dejar pistas falsas de los argentinos pero no tardarán mucho en darse cuenta. Por otro lado Escocia, Gales e Irlanda se están impacientando sobre comenzar a mover a su gente, pero él insiste en que antes de declarar la guerra oficialmente deben aprovechar la informalidad para dar un buen golpe. Para darle un buen golpe.

Se dejó caer sobre su silla para llenar algo de papeleo dirigido al primer ministro antes de dormir. Se detuvo un minuto para asegurarse de que el latino estaba bien. Tomó su temperatura, cambio la toalla de su frente y acomodó sus sabanas una vez más. Cuando ya no tuvo más excusas simplemente se sentó y lo observo un poco. Martín no dormía tranquilo. A pesar de su habitual apariencia despreocupada era alguien muy nervioso y esto era fácilmente visible cuando estaba dormido. Esto empeoraba en ciertos momentos, el inglés era de las pocas personas que lo sabía, porque era de los pocos que lo veían así. El argentino se había tensado aún más con todo el movimiento del británico y era probablemente se despertaría de no estar tan cansado. El británico supo que tenía pesadillas por su ceño fruncido y sus puños apretados.

A ojos del Reino Unido seguía viendo se adorable, pero la imagen le molestaba. Le enojaba ver que ni dormido pudiera estar tranquilo, y observaba con bronca las vendas en sus brazos recordando los cortes y golpes que estas escondían debajo, algunos habían estado cerca de infectarse seriamente, los labios con una marca de un corte y el ojo izquierdo donde aún quedaban rastros de un golpe. Las costillas rotas eran un detalle que se aseguraría de devolver a su emisor.

Se había ido por demasiado tiempo. Pero no fue en vano, se aseguró por años de preparar Falkland para un momento así, aunque nunca esperó ese escenario en específico. Ese maldito gringo enloqueció y nadie se atreve a frenarlo porque a todos les viene bien usarlo como chivo expiatorio después. Culparlo de todo y quedarse con las recompensas de la masacre.

Creí haberle enseñado mejor, pero cayó en una trampa tan gastada por la historia. Y para empeorar su situación rompió mi regla número uno, ahora no me queda de otra que darle una lección.

Se inclina un poco más hacia Argentina y acaricia lentamente su rostro asegurándose de no despertarlo. Está tentado a rozar sus labios pero sabe que ese es un privilegió que perdió y que aún no recupera. Debe esperar y no hacer ninguna estupidez. Opta por mejor solo acariciar los dorados cabellos del latino mientras despeja su mente. Aquel suave pelo siempre le había sido útil para hacer funcionar su mente. Volvería a ganarse su confianza rápidamente, y una vez hecho no dejaría que se alejen de nuevo.

Una vez más se quedó dormido sobre la camilla del latino. Ese era un habito recientemente incorporado por el anglosajón. Lo nuevo para este era que Martín estuviera despierto antes que él, devolviendo las caricias en el pelo a pesar de ignorar haberlas recibido fuera de sus sueños. El argentino apenas había abierto los ojos por lo que claramente llevaba poco tiempo despierto, pero había sido lo suficiente para observar al inglés durmiendo a su lado (sentado en su silla, claro está) y despertarlo con suaves caricias por una vez.

–Good morning, sweetie (Buena mañana, dulce).–Arthur estaba aún adormilado y por ende su mente no razonaba antes de hablar. Los mimos de Argentina tampoco ayudaban a recordarle que estaban en pleno campo de batalla. En la mente del inglés el contexto ya no importaba, a su somnoliento cerebro lo único que le interesaba era el joven que brillaba para él como el sol mientras lo miraba sonriente. Y así comenzaron una conversación en susurros.

No me dejes soloWhere stories live. Discover now