Dead Flowers

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Capítulo III: Boomerang.


I think about it 24/7 I can't shake this empty feeling


*



[Años más tarde]

Urie es un hábil lector del periódico matutino. Últimamente se mostraba aún más interesado en las noticias diarias, sea el titular que sea. Nunca demostraría abiertamente el porqué, solamente se dedicaría a seguir de lejos esa vieja historia.

Un eco susurrante acude a él por las noches. La mayoría de ellas, duerme esperanzado por enterarse de algo que tenga que ver con ella. Algún indicio, señal, lo que sea. Desde aquella noche había dejado de seguirla y bien no sabía por qué.

Podría ser su cobardía remarcada a diario con marcador indeleble, su falta de tacto para con su historia, o la falta de experiencia con las mujeres. Él lo había intentado y aunque el pulso le temblara de ira, cada vez que recuerda como la había dejado marcharse, toda la culpa siempre se la adjudicaba a su persona.

Pero, ¿Qué podía hacer alguien como él?

Él también estaba hundido en la profunda miseria ¿A quién quería engañar? Las cicatrices no lograban sanar del todo y ella lejos de querer compartirle algo de su poquísima luz, se alejaba privándolo de cualquier salida pseudo-romántica.

Lejos de ser una película para adolescentes con sentimientos florecidos, el género terror era algo común en sus días. La oscuridad era un tema recurrente, por lo que lapidarse un poco más cada día, era una rutina diaria, digna de un ser tan depresivo.

Abstraído por su realidad impotente, soñó y repensó alguna manera de poder dar con el paradero de Mutsuki. Conociéndola, nadie sabría el recóndito escondite en el que se habría podido haber metido. Ni el mismo diablo la encontraría si ella se lo prometía, irresponsable de sus propios pasos.

Ella era alguien muy inteligente para la huida, algo de lo que Urie siempre estuvo seguro.

Su corazón aun le duele, esas palabras fueron tajantes y dudaba que algún día llegaran a disiparse de su mente. Si había algo que siempre había envidiado de ella, era su espíritu despiadado para comunicar trágicos sonetos. No quiere sonar renuente ni en sus propios pensamientos, pero eso es lo que era ahora.

Un pozo oscuro, repleto de ideas vacías, aunque con una sonrisa estable. Algo en lo que había trabajado duro, cada día, desde que puede proclamarse un adulto responsable.

Todos los días, él camina al trabajo, y almuerza con algún compañero de ese ámbito. Le sonríe a más de una mujer solitaria de un bar nocturno, tras acompañar a sus fantasmas internos con algún vaso de Wisky Escocés. Por lo tanto, desde un punto de vista positivista, él parece estar en pleno goce, uno bastante común y para nada extraordinario, dentro de lo que es la vida de cualquier ser humano decente de unos 30 años.

Entonces, no se vio tan alejado de lo que ella le demostraba día a día.

Él también había aprendido a mentir, tal y como ella lo hacía cada día, para tal vez no sentirse tan solo y miserable.

Aprieta la mandíbula y cuenta un par de números de una escala imaginaria. No quiere recordarla demasiado, porque bien sabe que ese era su fin. Ella podía llegar a ser la historia más maravillosa de su vida o bien, una leyenda urbana en la que una niña asesina viene por ti, cargando una afilada pero no menos linda hacha, para partirte el cuello.

Suena su celular y aunque se había prometido no responder a las esporádicas llamadas en tales horas de la noche, decide darle un vistazo a la pantalla del dispositivo que no deja de vibrar.

Claro que sigue siendo un cobarde, pero, eso no quita que siempre se sienta como un premonitor de los movimientos de Mutsuki, creía conocerla un poco más de los que otros puedan alardear.

La duda le carcome el espíritu, el poco que le quedaba. Y si por si fuera poca su agonía, ahí estaba el número impredecible de la suerte llamándole con desesperación.

Él, a veces le reza a algún dios de turno que esté dispuesto a cumplir alguna que otra petición, como que sus ganancias aumenten, obtener un ascenso pronto o la más reiterante desde que tiene memoria "Que ella vuelva e él".

Bien sabe que, Tooru era como una rara especie de boomerang que cuando lo lanzas al aire, puede o volver a tu mano y hacerte feliz para toda la vida, o volver hacia ti con un fuerte golpe en el cráneo, logrando que la sangre que circulaba dentro, sea expulsada hasta que el vacío sea una opción.

Suspira, tras tener demasiados pensamientos que coalicionan en su mente nebulosa, cierra los ojos con fuerza y espera a que el quinto timbre resuene como un límite establecido por su propio ego.

Entonces, presiona el botón de "aceptar"

No obstante, para su esforzada vida, la llamada no logra ser concretada.

Ahora el vivirá con la duda, a partir de que esa llamada lo puso en alerta. ¿Habría sido Tooru? Y si lo era, se habría convertido en el idiota más grande del maldito mundo. Aprieta ambos puños, no podía ser tan estúpido.

Si ella era un boomerang peligroso y si su cabeza era el blanco, a él no le importaría recibir aquel golpe hasta hacerlo sangrar. Pero, de qué servían tantas disculpas silenciosas y decisiones tardías, si a fin y al cabo nunca llegaba a conciliar lo que se proponía.



*


Hola mi querido lector ♥

El siguiente capítulo, será el final de esta pequeña historia.

Quiero agradecerle infinitamente por su constante apoyo ♥

Espero este escrito sea de su agrado~

The year of Horsey [Mutsurie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora