Capitulo 6: Silvio Rodríguez

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Al final entre lio y lio muchos de sus amigos no podían ir esa tarde a casa de Pablo, muchos tenían compromisos con sus familias, alguna pequeña entrevista o evento. Miriam que en un principio había pensado, ese fin de semana, acercarse a casa a ver a su familia, después de la llamada con Pablo, había olvidado esos planes. Para ella que una persona, un músico como Pablo López la hubiera invitado a su casa, era una situación que no le pasaba todos los días y no podía desperdiciarla.

A su familia no le había sentado muy bien que Miriam cancelara los planes después de tantos meses viéndola tan poco, pero entendían que la vida de Miriam estaba cambiando y si su hija, hermana era feliz, con eso les valía y tendrían que adaptarse por ella, ya que se lo merecía después de todo lo que había y estaba trabajando para hacerse un hueco en la música por lo que tampoco habían pedido muchas explicaciones sobre la decisión de ella.

Casi media hora antes de la hora que habían quedado con Pablo, esta había quedado con Mireya, Nerea, Ana y Roi para coger el coche de este último e ir juntos a casa del malagueño.

Llegaron a una urbanización a las afueras de Madrid y enseguida localizaron la casa gracias al GPS. Al tener las casas aparcamiento privado pudieron dejar el coche cerca de la puerta de su casa.

Los triunfitos estaban un poco nerviosos, todos eran fans de Pablo y aún no se creían que estuvieran en la puerta de su casa y por invitación de él.

- ¿Quién llama?

- ¿Y qué más da eso?

-Vamos Miri-dijo empujándola Roi para que se acercara al timbre-que tú hablaste con él.

Ni se molestó en protestar, le parecía una tontería en otras circunstancias, pero sabía que todos estaban nerviosos, incluida ella.

-Es por si tiene empleados, alguien tendrá que dar explicaciones. -Miriam se giró, mirándolos alucinada.

- ¿En qué siglo vivís? Os imagináis un mayordomo diciendo... -dijo poniendo la voz grave. -El señor López les atenderá enseguida.

Miriam rio nada más acabar la parodia, pero los demás no, la miraban con los ojos abiertos como platos, a ella o a quien estaba detrás.

Pablo que había oído el jaleo desde dentro se había acercado a la puerta a abrirles, iba a esperar a que llamaran, pero había oído a Miriam hablar y reír, y había esperado a que terminara su broma. En cierta forma estaba un poco nervioso, le encantaba invitar a sus amigos a su casa y compartir una tarde con ellos al piano, pero no podía dejar de estar un poco nervioso cuando venían por primavera vez.

Llevaba ropa casual y un paño de secar los platos en el hombro. Se tocó el pelo y abrió la puerta viendo a una Miriam desternillándose de risa ella sola, de espaldas a él y al resto quienes pegaron un respingo al verlo.

-Aquí no hay ningún señor, pero estoy yo que me llamo Pablo ¡bienvenidos a mi casa chicos!

Riendo se hizo a un lado para dejarlos pasar, mientras entraban los iba abrazando e indicando que fueran entrando hacia el fondo del pasillo. Miriam se quedó la última un poco atormentada.

-Yo...

- ¿Crees que soy como Freddie Mercury o Raphael? Vivo aquí, no es una mansión ni soy millonario. -puntualizó con una amplia sonrisa.

Ella iba a explicar que no creía eso, pero se había quedado sin palabras. Al verla que no iba a hablar se acercó a ella a abrazarla sin parar de reír.

-¡Anda vamos dentro leona!

Pablo les enseñó un poco la planta baja y donde estaba el baño y fueron a la parte de atrás donde estaba el salón y la cocina americana.

Ellos y un piano: PabliriamWhere stories live. Discover now