¿Quién Lo Hizo?

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Narra Escritora.

La criatura alcanzó el fondo de la escalera y se abalanzó hacia ella. La tenía tan cerca que podía oler su aliento putrefacto. La puerta del sepulcro estaba abierta de par en par.

Cómo si hubieras alguien allí esperando.

"Por favor... Por favor..."

Asida a la jambas de la puerta, se dió impulso para entrar. Ganó unos segundos preciosos mientras la bestia se detenía en seco al reparar en que había pasado la cámara de largo.

Solo tardó unos momentos en reaccionar. Cuando volvió a la carga, se llevó consigo un trozo de puerta.

(...)

Las pisadas de Sakura resonaban por el sepulcro mientras corría entre los sarcófagos buscando a Damaris, la espada del primer dios registrado en el mundo ninja.

Expuesta en su soporte, la hoja brillaba a la luz de la luna; aunque tenía más de mil años, el metal se conservaba todo su esplendor.

La criatura gruñó, y Sakura oyó su respiración y el roce de las uñas contra la piedra cuando la bestia cargo contra ella.

Alcanzó la espada con un último esfuerzo y ciñó la fría empuñadura con la mano izquierda antes de darse la vuelta sobre sí misma blandiendo la espada.

Si ver nada más que los ojos y la piel borrosa de la criatura, hundió a Damaris en la cara de la criatura.

Un fuerte dolor le atravesó la mano cuando ambos se estrellaron contra la pared y cayeron al suelo entre monedas y joyas. Una sangre negra y hedionda la salpicó.

Sakura no se movió. Se quedó allí tendida, mirando aquellos ojos negros abiertos a pocos sentimientos de los suyos, viendo su mano derecha entre los dientes negros de la criatura.

Su propia sangre se derramaba por la barbilla de la bestia. La muchacha se limitó a jadear y temblar, sin atreverse a separar la mano izquierda de la espada, ni siquiera cuando advirtió que los ojos del mounstro adquirían un brillo vidrioso y que el cadáver de aflojaba sobre su cuerpo.

Solo parpadeó cuando volvió a notar el latido del amuleto. A partir de aquel momento, sus movimientos fueron una serie de pasos orquestados, un baile debía ejecutar a la perfección si no quería caer redondo allí mismo y no volver a levantarse.

Empezó a retirar la mano de entre los dientes de la bestia. Le escocía horrores. Un arco de puntos ensangrentados le rodeaba el pulgar.

Apartó al mounstro de un empujón, y se puso de pie de un salto. La criatura pesaba poquísimo, como su tuviera los huesos huecos o fuera puro pellejo.

Aunque el mundo empezaba a desdibujarsele, arrancó a Damaris de cráneo del engendro.

Uso su propia camisa para limpiar la sangre de la espada del dios y volvió a depositarla en el lugar que correspondía.

¿Por eso le habían mostrado la cámara funeraria en aquel día? ¿Para que viera a Damaris y llegado el momento pudiera salvarse?

Dejo a la criatura donde estaba, derrumbada sobre un montón de joyas. Quienquiera que la hubiera salvado tendria que encargarse de ella.

Sakura no daba más de sí.

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