*La Historia de Kreacher*

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Aquella mañana me desperté temprano, envuelta en una saco de dormir sobre el suelo del salón de dibujo.

Un resquicio de cielo era visible entre las pesadas cortinas.

Era de un frío y claro azul como de tinta aguada, en algún punto entre la noche y el amanecer, y todo estaba en silencio a excepción de las respiraciones lentas y profundas de Ron y Hermione, con lo que supuse que Harry también estaba despierto.

Eché un vistazo a las oscuras y largas siluetas tendidas en el suelo junto a mí.

Ron había tenido un detalle de galantería y había insistido en que Hermione durmiera sobre los cojines del sillón, por lo que su silueta destacaba por encima de la de el, con el brazo encorvado hacia el suelo y los dedos a pocas pulgadas de los de Ron.

Me pregunté si se habrían quedado dormidos con las manos entrelazadas.

Esa idea me hizo sentir extrañamente solitaria, aunque feliz por mi hermano y por mi mejor amiga.

Miré hacia arriba al ensombrecido techo, al candelabro lleno de telarañas.

Menos de veinticuatro horas antes, había estado de pie a la luz del sol a la entrada de la carpa, esperando a los invitados de la boda para guiarlos a sus asientos.

Parecía que desde entonces hubiera pasado toda una vida.

*¿Qué pasará ahora?*

Acostada en el suelo pensé en los Horrocruxes, en la intimidante y compleja misión que Dumbledore nos había dejado a Harry y a mí... Dumbledore...

La pena que me había abrumado desde la muerte de Dumbledore se sentía diferente ahora.

Las acusaciones que había oído hacer a Muriel en la boda parecían haber anidado en mi cerebro como algo enfermizo, contaminando los recuerdos que tenía del mago al que había idolatrado.

*¿Podía Dumbledore haber dejado que sucedieran esas cosas? ¿Podía haber dado la espalda a su hermana a la que mantenían encarcelada y oculta? ¿Por qué Dumbledore no nos lo había contado? ¿Por qué no nos lo había explicado? ¿De verdad Dumbledore se había preocupado por nosotros? ¿O no habíamos sido para él mas que un instrumento a ser perfeccionado y afinado, pero sin fiarse de nosotros, sin nunca confiar en nosotros?*

No podía soportar yacer allí sin nada más que amargos pensamientos por compañía.

Desesperada por hacer algo, por conseguir una distracción, me deslicé fuera del saco de dormir, cogí mi varita, y me arrastré fuera de la habitación.

En el descansillo todavía habían rastros de la verde estela de magia de Harry y, aprovechando esa leve luz, empecé a subir las escaleras.

En el segundo descansillo se hallaba el dormitorio en el que Harry y Ron habían dormido la última vez que habíamos estado allí.

Las puertas del armario estaban abiertas y la ropa de cama había sido rasgada, mientras la potente luz iluminaba la silueta de Harry.

-Tranquilo, tranquilo, solo soy yo.- le dije a Harry cuando blandió su varita hacia mí, dispuesto a atacarme.

En ese momento recordé la pierna de troll derribada en el piso de abajo.

Alguien había registrado la casa después de que la Orden se hubiera ido.

¿Snape? ¿O tal vez Mundungus, que había hurtado bastantes cosas de esta casa tanto antes como después de la muerte de Sirius y de Helen?

Mi mirada vagó hacia el retrato que a veces contenía a Phineas Nigellus Black, el tatara-tatarabuelo de Sirius, pero estaba vacío, mostrando solamente un turbio telón de fondo.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //7//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora