|Capítulo DIECINUEVE|

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Elliot MacQuoid

No dejaba de verla desde la ventana del auto. Esta decaída, algo la habia echo entrar en razón, pero no de una manera en el que ella podía ser consciente de sus actos, sino como si una parte de su vida estuviera en el limite de la derrota. La vi cubrirse con sus manos sobre su rostro, a penas se puede levantar y seguir con el paso, arrastra sus pies hasta llegar a la entrada del hotel.

Quería interponerme en su camino para detenerla y hablar con ella, quería tenerla al frente mio. Quería hacerlo, pero no debía. Sé que si doy un paso más, probablemente, la gente de los Salvatore me estén vigilando. Esta era su ciudad y cualquier movimiento que realice eran avisados.

Gracias a Dios, ella entro al hotel sin ningún inconveniente. La lluvia se presento en la ciudad muy pronto. Solo estaba seguro de algo, ella ya estaría en su dormitorio. No podía dejarla sola aqui en Milan, no es parte de mi trabaja solo haré esto por su seguridad. 

—Si, por favor. Dile a Raul que se hospede en el Madison Hotel.—le comunico a uno de mis agentes que había llegado hace unas horas a Italia.

—El señor Wade estará ahí en seis minutos.

—Hay una señorita, no se creo que el hotel pueda darte información o tal vez si, pero ella se esta hospedando ahí y necesito  asegurarme de que para mañana ella este en el aeropuerto. Es de estatura promedio, algo trigueña de cabello café oscuro. Su nombre es Beatriz Rafaela Garcia Jones.

—Esta bien, tal vez nos ayude mucho el hotel. Veremos si nos da la información.

—Esta bien. Mantenme informado—termino la llamada.—. Vamos al hotel.—pido a mi chófer en seguida.

Algo en mi no parece cuadrar perfectamente, estoy dudando de mis intenciones, de mis actos "solidarios" en la persona menos indicada en esta situación. Beatriz se estaría formando parte de mi nueva rutina, no quiero cuidar de ella. Me siento comprometedor si lo hago.

Pensaré y evitaré estos temas. 

Mañana por la noche estaría en uno de los clubes de Milan mas prestigiosos de la ciudad, el lugar donde la familia Fiorucci es muy bien recibida. El lugar donde habitualmente asisten para hacer de sus jugadas una victoria. Renatto me dio la gran idea de asistir a ese lugar porque las probabilidades que el propio Massimo se acerque a mi es lo mas posible. 

Me inclino para salir del auto en cuanto este se habia aparcado en la entrada del Excelsior. Bajo a penas animado del vehículo, observo la hora que era y no era sorpresa mía el tiempo de mi llegada.

 Era la primera vez que habia esperado tanto a una mujer para solo dedicarme a observarla desde la distancia, nunca había echo algo asi de seguir el paso de una persona. Ni con Bella habia tomado esa curiosa manera de contemplar, al menos por una noche.

***

Mis pensamientos embargan absoluta atención solo en un acierto. Beatriz se había ido de Italia. Me lo confirmo el mismo sujeto que habia mandado ayer por la noche para asegurarse de su salida. Tuvieron que ir hasta el aeropuerto para verificar si era cierto y eso paso.

Aunque aun tenía una pregunta en mi cabeza que ni ella se permitio responder. ¿Le importe? Por eso de su llegada, algo no me quedaba claro aqui eran sus intenciones que no lograba comprender.

El llamado de una persona llega tan pronto como sus repentinos pasos.

—Un hombre como tu debe tener compañía.—la entendí perfectamente en su idioma. A penas trato de mirarla con el fin de regalarle una sonrisa torcida sosteniendo la copa de vino en mi mano.

SAVE ME  | Pasiones secretas N°1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora