Pero no te putopilles

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PD: Este capítulo dedicado a @aneris26 por pillar la referencia del título anterior.

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Rompieron el abrazo e Irene ya casi sonreía. Miraba al suelo, eso sí, porque no sabía si iba a ser capaz de sostenerle la mirada a Inés después de todo lo que había pasado.

Pero allí estaba ella, Inés Arrimadas, tan pequeñita sin sus tacones pero que era capaz de ponerse así de intensa en cero segundos. Pablo había huido con la coleta entre las patas.

No podía evitar sentirse avergonzada por lo que había hecho Pablo. Sabía que no era su culpa, pero así se sentía. También estaba sorprendida de que Inés no hubiese huido también. Parecía que todo el mundo a su alrededor hacía eso: huir de ella.

— Debería vestirme. Siento haber salido así por la casa. Necesitaba ese ibuprofeno urgentemente y no pensaba que iba a aparecer nadie— se disculpó la catalana.

Irene no podía fingir que le molestaba tener a Inés Arrimadas en toalla en su casa.

—No te preocupes. Ve a vestirte y desayunamos por fin. No te creas que he olvidado que te debo un café aún. Subimos a la terraza si te apetece — le ofreció Montero.

Arrimadas se dio la vuelta y ya estaba soñando con ese desayuno. Se iba a poner morada. Pero se paró en seco cuando se dio cuenta de que le faltaba algo...

— Espera. ¿Puedo pedirte otro favor? ¿Me dejarías algo de ropa? No tengo más encima. Siento abusar tanto...— le pidió a la madrileña casi tímida.

— Puedes coger lo que quieras de mi armario— le contestó Irene riéndose.

Al menos le había sacado una sonrisa que parecía sincera, quería creer Inés.

Fue directa al armario de la joven y se puso una camiseta de Irene, con los vaqueros que ya traía puestos.

Se secó el pelo y fue a ver a su amiga, que la esperaba en la cocina, con el desayuno ya casi listo.

Irene estaba de espaldas, acabando de hacer el café.

— ¿Te gusta mi look?— le preguntó Arrimadas.

Montero se dio la vuelta y empezó a reírse.

—¿Eres podemita ahora?— dijo Irene entre risas.

La catalana-andaluza se había puesto una camiseta de Podemos que tenía Irene para la mani por la III República. Solo la quería hacer reír, pero era cierto que el morado le sentaba genial.

— Si me lo pides así, igual me lo pienso — contestó Inés tras ver el desayuno que le había preparado.

— Esto es todo para mí, eh — la vaciló Irene —Venga, ayúdame. Vamos a la terraza —

Cogieron todo y salieron a la terraza. Era grande y preciosa y con unas vistas impresionantes. Aunque Arrimadas tampoco se quejaba de las vistas que tenía dentro.

Se sentaron y empezaron a desayunar sin prisa alguna. Inés estaba disfrutando del momento.

Después de darle varios bocados a su desayuno decidió intentar hablar con ella de lo que había pasado esa mañana. Había sido muy caótico y probablemente Irene todavía estaba mal por ello.

— Irene, no me quiero meter donde no me llaman... Pero si quieres hablar de lo que acaba de pasar...— le dijo Inés.

Montero se quedó pensativa un rato. Probablemente estuviese debatiendo internamente si era buena idea abrirse tanto con Inés. La catalana ya casi pensaba que no iba a contestarle nunca cuando empezó a hablar.

España entre nosotrasWhere stories live. Discover now