El de Lisboa y la Rosalía

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— Inés, por dios, ¿sabes lo que van a decir los putos titulares mañana? 'Inés Arrimadas haciendo manitas con una proetarra'. ¿Tú piensas alguna vez?— le gritó Albert.

— Albert, no te pongas nervioso. Fijo que solo nos vieron hablando... ¡Y no es una proetarra! No te metas en mi vida, última vez que te lo voy a decir— replicó Inés, enfadada.

— Si fuese tu vida personal, me callaría la boca y lo sabes. Pero fuiste a ese estreno representando a Ciudadanos, no a la familia Arrimadas. Si no te puedes controlar, no salgas de casa— respondió Rivera.

Inés estaba tan cabreada que poco le faltaba para soltarle una a su compañero y líder. Pero no lo hizo. No dijo nada y se fue por donde entró, dando un portazo.

24 horas antes...

Inés había trabajado bastante toda la mañana. Apenas le había dado tiempo a comer más que un bocadillo de la máquina expendedora de la sede de Ciudadanos.

Necesitaba un descanso (aunque el trabajo le había venido genial para evadirse).

No había vuelto a hablar con Irene y era lo mejor. Ambas necesitaban un poco de espacio para pensar en todo aquello.

Justo cuando pensaba que iba a ser capaz de acabar aquel día sin saber nada de la podemita escuchó el nombre de la madrileña en la televisión.

"Fuentes cercanas a la pareja confirman que Irene Montero y Pablo Iglesias llevan un tiempo separados. Montero ahora estaría viviendo en un apartamento en el centro de la capital..." decía una periodista.

A Inés le daba mucha rabia que la prensa se dedicase a exponer sus vidas privadas. Ya tenía el mando en la mano y estaba preparada para apagar la televisión cuando apareció Irene.

Al parecer eran unas imágenes de aquella mañana y unos periodistas la estaban esperando a la salida del Congreso.

"¿Es cierto que Iglesias y usted están separados?" preguntó uno de los periodistas.

Irene se paró a contestarles. "Sí, hace tiempo que lo estamos, pero tenemos una buena relación de amistad y esto no afectará en absoluto nuestro trabajo" respondió ella, decidida.

"¿Hay alguien nuevo en su vida en este momento o está soltera?" preguntó esta vez una periodista de Telecinco.

"No, no hay nadie. Estoy soltera y ¡muy feliz!" contestó la podemita antes de irse.

A Inés le hervía la sangre. Sabía que no le debía nada. Solo habían sido un par de besos. Eso no significaba nada, ¿verdad? Pero no podía evitar sentirse traicionada...

Tenía más claro que nunca que quería ir a aquel estreno. Apagó el teléfono, no quería saber nada más de nadie.

Nada más salir del trabajo se fue a casa a darse una buena ducha y prepararse para el evento.

Se puso un precioso vestido verde que debaja su espalda al descubierto. Y el pintalabios rojo no podía faltar.

Decidió ponerse sus tacones negros favoritos, aunque sabía que probablemente volvería con ellos en la mano.

El estreno empezó lento. Odiaba bastante todo el postureo pero le consolaba saber que había mucho alcohol, gratis, dentro.

Solo proyectaban el primer capítulo pero se le estaba haciendo eterno así que cuando terminó fue corriendo al bar, sin esperar a escuchar los discursitos de los actores. Sabía que eran casi peores que los discursitos de los políticos.

También había ido con ella su compañera Lorena, pero no había tardado nada en dejarla tirada en cuanto vio a un actor, cuyo nombre ya ni recordaba, que le encantaba.

España entre nosotrasWhere stories live. Discover now