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Inés volvió a su hotel. Esta vez estaba sola. Ni Irene, ni Pedro Sánchez, ni Xavi... Estaba ella sola con sus pensamientos.

Quería (debería) dormir porque iba a tener que madrugar bastante para coger el tren temprano y llegar a Barcelona a una hora decente. Pero era incapaz. Cada vez que apagaba la luz y cerraba los ojos su mente repasaba todo lo que había pasado los últimos días a una velocidad que la mareaba.

Se estaba agobiando mucho así que se levantó de la cama y se puso a preparar alguna cosa para el acto del sábado.

Todavía no se había marchado y ya quería volver a Madrid. Nunca antes le había pasado algo así. Amaba Cataluña demasiado y siempre pensó que ese era su lugar... Y ahora se encontraba a cientos de kilómetros de allí y en lo único en lo que pensaba era en otro sitio. Se planteó la posibilidad de que lo que echaba de menos no era un lugar, sino una persona, pero decidió descartarlo de momento.

Pero había hecho bien en irse ya, su trabajo era lo primero y si se hubiese quedado minuto y medio más igual se habría alquilado el 5ºB del edificio de su amiga.

Ni en el Parlament tras el 1-O había tanto alboroto como en su cabeza ahora mismo, con tantos sentimientos encontrados.

No era capaz de ponerle nombre a lo que sentía por Irene, no en aquel momento. Ella nunca había sentido algo así por una mujer... Quizás por su compañera Joana del colegio, que le había enseñado catalán. Le costaba distinguir amor, amistad, admiración... A veces era complicado, especialmente para alguien como ella, que se encoñaba de gente apasionada e intensa.

Con Xavi había sido muy sencillo todo en su momento. Es verdad que la familia de él tardó en aceptarla y las burlas y coñas de los compañeros por sus diferencias ideológicas no habían sido pocas, pero juntos superaron eso. Incluso las personas más políticas acababan dejando esas cuestiones de lado al final del día. Se querían y eso era suficiente, hasta que dejó de serlo.

Le seguía queriendo, aunque fuese como un amigo, pese a que no se hablaban apenas porque él también tenía que superar muchas cosas por su cuenta. Le gustaría poder compartir con él lo que le estaba pasando, porque sabía que Xavi la entendería, pero no quería hacerle daño.

Quería algo simple por una vez en su vida. Lo de Irene no era simple, lo de Pedro no era tan simple como parecía...

Estaba tan concentrada en sus pensamientos que casi no se dio cuenta de que ya hacía un rato que no estaba haciendo nada.

Debería intentar dormir otra vez.

Pero primero, miró su móvil. Eran casi las 2 de la mañana ya. Necesitaba descansar un poco que iba a tener que madrugar bastante si quería sacar España adelante.

¿Debería escribirle a Irene?

Sin duda aquella despedida había sido algo que ni ella misma era capaz de superar. Ella no era de tomar la iniciativa en cuestiones amorosas, bien lo sabía Xavi, pero desde que la besó en aquella terraza sabía que iba a echar de menos esos labios el resto de sus días.

"¿Estás despierta? " escribió Arrimadas, a la 1:55.

"No soy yo quien tiene que madrugar mañana... ¿Llegaste bien?" le contestó rápidamente Irene.

"Sí, aunque no soy capaz de dormir. Pero me voy a meter en la cama en nada" confesó la andaluza.

"Yo también. No estaba despierta por amor al arte. Pablo me trajo ya a los niños y no los había conseguido dormir hasta ahora" le contó Irene.

"Tengo ganas de conocer a los niños" respondió Inés.

"Si vienes el viernes seguirán conmigo. Si quieres pasarte a saludarnos..." sugirió Montero.

"Irene, te echo de menos" escribió Arrimadas, pero nunca lo llegó a enviar. Lo borró y le contestó con un simple "Me encantaría".

Quería llamarla y hablar con ella durante horas, pero ambas necesitaban descansar y era tarde.

Se despidió de ella y fue a darse una ducha. Cuando salió abrió su maleta. Se había llevado el pijama de Irene sin querer... Sonrió. Realmente había sido sin querer, pero no lo lamentaba.

Se lo puso otra vez y se fue a dormir, no sin antes mandarle una selfie de su outfit a la madrileña.

Así sí iba a poder dormir bien.

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Inés odiaba más la alarma que la despertó de lo que odiaría jamás a los independentistas. Ellos habrán roto España, pero su despertador partió la única neurona que le quedaba en dos. No había dormido demasiadas horas y le estaba costando funcionar.

Nada más subió al tren se quedó frita unas horas.

Cuando se despertó ya casi había llegado a su destino.

Iba a echar mucho de menos Barcelona después de las elecciones. Era cierto que tenía muchas ganas de dejar aquello atrás y entrar en el Congreso, pero amaba Cataluña y la sentía tan suya, aún sin ser ella catalana de nacimiento.

Llamó a un taxi y llegó a su piso por fin. Normalmente llegar a casa la tranquilizaba tanto, nada más entraba por la puerta se sentía más ella.

Pero ahora solo sentía vacío. De repente se le hacía enorme y frío.

Se odiaba por seguir pensando en Irene.

Ella no era así, ella era organizada, seria, trabajadora y muy centrada. Tenía sus momentos, por supuesto, pero nunca se dejaba llevar de aquella manera.

Aunque entonces no se lo habría reconocido ni a sí misma, conocer a Irene había sido como probar una nueva droga.

Ella no había tenido ningún vicio así, pero había visto a otras personas que vivían por y para su droga. Vio en primera persona como la cocaína consumía a su compañero Albert. Sabía que él ya no era ni jamás volvería a ser el Albert que ella conoció en aquella formación años atrás...

Y precisamente porque lo había visto tan de cerca sabía lo que era.

Inés, aunque no lo pareciese, era muy tímida. Tras esa entrevista en Salvados se estaba muriendo por dentro, pero tenía tal ansia por conocer más a Irene, necesitaba más de ella.

Y así habían acabado...

Iba a meterse a la ducha cuando le llegó un mensaje de Albert.

"Mañana es el estreno de la nueva temporada de la casa de papel y tengo entradas, ¿quieres venir? Los de juventudes dicen que nos vendría bien ir" le escribió Rivera.

Le gustaba la serie, pero tampoco le apetecía mucho ir a otro evento de esos... Aunque, por otra parte, le vendría bien distraerse un poco.

Acabó aceptando antes de que le diera tiempo a cambiar de opinión.

Pensaba que aquel evento iba a ser la solución a sus problemas cuando en realidad solo iba a crearle más.

Pero como aún no era consciente de ello, fue a darse esa ducha y trabajar, que era justo lo que necesitaba.


España entre nosotrasWhere stories live. Discover now