Capitulo 3.

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En el mismo instante en que le puerta se abrió, una bola peluda y del color del fuego paso como un rayo entre sus piernas y desapareció detrás de unos frondosos arbustos a un lado de la casa.

Un hombre de aproximadamente 24 años de edad, cabello castaño y con un cuerpo demasiado tonificado lanzo un par de maldiciones en el aire. Harry intento abrir la boca y presentarse, pero él no se lo permitió.

— ¡Maldición, Louis va a matarme! — Salió al porche y echo un vistazo alrededor — . ¡Gatito, demonios ven aquí!

Pero no había señales del felino escurridizo por ninguna parte. Entonces, se dio media vuelta y dedico su atención al sujeto que había osado llamar a su puerta antes de las ocho de la mañana.

— ¿Quién es usted? — pregunto a las vez que fruncía el ceño. Aquel hombre no tenía pinta ni de vendedor de seguros ni de ninguno de esos pacatos religiosos que se acercaban a su puerta para prometerle la vida eterna.

Harry saco su placa del bolsillo y se la mostro.

— Soy el detective Harry Styles — Sostuvo la placa de metal frente a su rostro un instante —. Necesito hablar con Louis Mitchell — agrego con voz serena.

Liam siguió con atención los movimientos de su mano, mientras el colocaba su insignia en su lugar nuevamente.

— ¿Qué es lo que tiene que hablar con Louis? — Seguía todavía con el seño fruncido.

— Me temo que eso no puedo decírselo a usted.

— Payne, mi nombre es Liam, y soy el mejor amigo de Louis, creo que tengo el derecho de saber a qué se debe la visita.

— Liam, es importante que hable con Louis lo antes posible. — Lanzo un vistazo al interior de la casa entre abierta, pero solo se oían las voces que provenían de un televisor encendido.

— Louis no está. Todas las mañanas sale a correr al menos media hora — Miro su reloj —. No debe tardar en regresar.

— ¿Me permitiría entrar a esperarlo? — le sonrió esperaba de su parte una repuesta afirmativa.

—  Gracias. — Se sentó en uno de los sofás de terciopelo rustico color chocolate que abarcaban casi toda la sala de estar.

— ¿Le gustaría algo de tomar, detective?

— Un café si no es mucha molestia. — Se aflojo el  nudo de la corbata y, cuando vio que Liam se metía en la cocina, se dedico a contemplar el lugar.

La sala era sobria con un toque de elegancia, el juego de sillones combinaba a la perfección con el empapelado color siena tostado de las paredes. Frente a él, había dos estantes altos de pino color miel repletos de libros y adornos modernos, que enmarcaba una chimenea de hormigón. Un gran ventanal daba a un jardín lateral, donde alcanzo a divisar un par de bancos hierro forjado.

Se giro para ver lo que había a sus espaldas. Una puerta entreabierta capto su intención, el olor a aceite de lino y trementina era inconfundible. Se puso de pie y, tras cerciorarse de que Liam a un estaba en la cocina, se dirigió hacia allí.

Empujo la puerta despacio. Aquel lugar era un taller de pintura, alguien parecía pasar horas allí dentro. Había docenas de enormes cuadros, algunos, al descubierto y sin terminar, y otros, celosamente ocultos bajo papel de estraza. Sentía curiosidad por saber cuál de los dos amigos era el que se dedicaba a pintar.

La descubrió enseguida.

Los motivos, que aparecían repetidos una y otra vez en aquellos lienzos, le resultaron demasiado familiares. Flores azules, flores azules de cuatro pétalos diseminadas casi compulsivamente en la mayoría de las obras.

Don't Forget Me (Larry Stylinson) TERMINADAWhere stories live. Discover now