23. Siempre estaremos orgulloso de quien eres.

189 18 6
                                    

- Buenos días profesor – salude al hombre en silla de ruedas cuando lo mire en la puerta – Gracias por venir – observe a los otros dos profesores que lo acompañaban – Pase, por favor – me corrí hacia un lado permitiéndoles la entrada.

- Se escuchaba preocupado por teléfono – menciono el profesor Charles - ¿Todo está bien con James? – suspire al no saber la respuesta a esa pregunta.

- No lo sé – mencioné lo más sincero que pude – James ha estado bien, como cualquier niño de su edad, ayer mi compañera Natasha vino y estuvo un momento con nosotros, comimos y después James se quedó dormido. En la madrugada desperté y nuestra mascota se puso muy inquieto en la puerta de James, creí que se quería meter a la habitación a dormir con él, pero cuando miré hacia dentro la habitación estaba completamente quemada.

- ¿Quemada? – cuestiono la pelirroja - ¿Estaba en llamas?

- No – negué – Las paredes estaban carbonizadas, estaban de color negro y la habitación tiene un extraño olor. No es olor a quemado, es un extraño olor.

- ¿Dónde está su esposa? – pregunto el profesor de lentes.

- Tuvo que salir del país por asuntos personales. Solo estamos los niños y yo.

- ¿Ahora están los niños en casa? – pregunto de nuevo la mujer.

- No – negué – Están con sus abuelos. Los desperté temprano y los llevé a casa de los padres de mi esposa. No quería que James viera su habitación.

- ¿Algo más que debamos saber? – pregunto el profesor.

- Las cosas levitaban en su habitación – respondí a su pregunta recordando la escena de ayer – James dijo que había tenido una pesadilla. Estaba sudando en frío cuando fui por él, se quejaba y al parecer soñó con algo que lo puso mal.

- ¿Sabe lo que fue? – negué - ¿Puedo pasar a ver la habitación? – pidió

- Claro – asentí sin problema alguno – Solo que...

- Descuide – sonrió – Puedo subir las escaleras con la silla – asentí un poco confundido, pero al ver que aquella levitaba entendí a qué se refería.

***

Miraba a mis a James jugar en el jardín de los padres de Ana, mi hijo perseguía a nuestra mascota y después Yei a James. Ambos eran muy buenos amigos, que no sabría lo que tendría que hacer el día que uno de los dos se separara del otro.

- Estas preocupado – Caroline tomo asiento a mi lado - ¿Todo está bien? – pregunto de manera preocupada.

- Si – asentí – Todo está bien – respondí con una pequeña sonrisa - ¿Cómo estás tú? – ella solo se encogió de hombros - ¿Te duele algo? – negó - ¿Segura?

- Segura, Steve – afirmo – Me siento un poco incomoda, algo cansada y con un poco de mal humor, pero bueno – se volvió encoger de hombros - ¿Qué le puedo hacer no? – pase mi brazo por sus hombros pegándola a mi cuerpo en un abrazo y dejando un beso en su frente.

- Te amo demasiado – asegure descansando mi barbilla en su coronilla.

- Yo también – aseguro pasando su mano por mi espalda y dándome un abrazo de costado - ¿Es difícil ahora que mamá no está, no es así?

- Un poco – afirme – No sé cómo tu madre tiene tiempo para hacer todo lo que hace, pero es muy complicado y a la admiro más por eso. Ahora que estoy en sus zapatos, se cuan complicado es. Pero ahora paso más tiempo con ustedes – la mire hacia abajo - ¿No te agrada que pasemos más tiempo juntos?

Libre Sexta TemporadaWhere stories live. Discover now