Capítulo 4

631 37 44
                                    

Hola! Os traigo el nuevo capítulo de este fic, dedicado a todas vosotras porque sois lo mejor que me ha pasado, me regaláis sonrisas cada día y os quiero algo así como Inés al 155, es decir, mucho.

Disfrutad de la lectura, nos vemos pronto.

IV

Estar en aquel apartamento sin Inés era tan extraño como difícil. Cada rincón de aquel lugar le traía recuerdos de demasiados momentos, tanto felices como dolorosos, junto a la mujer con la que compartía su vida, la misma que llevaba ya diez días recluida a saber dónde y sin que el caso avanzara lo más mínimo ya que seguían sin ninguna pista sólida sobre su paradero o la identidad de sus captores.

Desde la nota y aquella fotografía que certificaban que Inés seguía con vida, no habían vuelto a tener noticias de cómo se encontraba, únicamente recibían mensajes de sus captores incitándolos a cumplir sus demandas y amenazando la vida de la jerezana si estas no se llevaban a término en un plazo máximo de dos meses.

Dos meses, solo de pensar que Inés podía estar recluida tanto tiempo se le revolvía el estómago. Paseaba sin rumbo fijo por el apartamento, acariciando suavemente las instantáneas que adornaban el lugar, fotografías de ellas dos sonriendo con ganas de comerse el mundo juntas, de Inés con los niños, fotografías de su familia, separada cruelmente y sin una sola explicación razonable.

Los agentes de policía encargados del caso sentían que algo no encajaba en todo aquel asunto. La ausencia de noticias o que ningún grupo extremista hubiese mandado un comunicado atribuyéndose el secuestro, las peticiones absurdas y completamente irrealizables... Había demasiados cabos sueltos en todo aquello y estaban obligados a ir completamente a ciegas.

Tras una semana entera en Barcelona, Pablo tuvo que volver a Madrid ya que no podían olvidarse que estaban en plena campaña electoral y, por muy preocupados que estuviesen por Inés, no podían dejar de lado sus obligaciones con su partido.

Su ex marido le pidió encarecidamente que viajase con él a Madrid y ella aceptó, tenía que ver a los pequeños y explicarles de la mejor manera posible qué había pasado con Inés, mas tras dos días en la capital en los que se sentía encerrada y completamente incapaz de hacer nada más que pensar en Inés, se despidió de Pablo asegurándole que debía volver a Barcelona y seguir de cerca el caso, ayudar en lo posible y esperar que Inés volviese a casa.

Y ahí estaba una vez más, en aquella casa vacía y gris sin ella, vagando entre las habitaciones y el salón, dejando que las lágrimas escapasen liberando así su angustia, ya que frente al resto del mundo permanecía fuerte y decidida.

Sentada en el suelo del salón con una cerveza entre sus manos, mirando el marco con su instantánea favorita, recreándose en la sonrisa de Inés perfectamente plasmada en aquella fotografía, cerró los ojos dejándose invadir por los recuerdos, bebiendo lentamente el contenido de esa botella y suspirando pues ahí, en el mismo lugar donde se encontraba, sentadas en el suelo la una al lado de la otra es donde su historia empezó a germinar.

***

Cuatro años antes:

No entendía que mosca le había picado para haber cogido el último tren a Barcelona tras discutir con Pablo.

Que su marido le pidiera el divorcio le había pillado completamente desprevenida y por sorpresa, ella juraba que estaban bien, acababan de tener gemelos, habían formado una familia... Las palabras de Pablo, completamente destrozado, aun martilleaban en su cabeza y, por mucho que le diese vueltas, no llegaba a entenderlo.

Ni siquiera podía llamar a la conversación mantenida una discusión, simplemente llegó a casa, tras pasear un rato por el parque con los niños, y lo encontró sentado en el salón, con el gesto serio y la mirada perdida, mirada que alzó al escucharla entrar y en seguida supo que algo iba mal, conocía demasiado bien a Pablo.

Without youWhere stories live. Discover now