Capítulo 8

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Hola!! Aquí está el capítulo de hoy. De verdad que lo siento por las horas. No me voy a enredar que ya es tarde, disfrutadlo muchísimo.

VIII

Treinta y siete muescas en la pared, dibujadas con una piedrecita que había encontrado medio suelta en un rincón. Treinta y siete días ahí encerrada, sin ver nada más que suciedad y tinieblas. Treinta y siete días sintiéndose romper un poquito más por dentro.

Desde que había descubierto que Felipe era uno de sus captores, este la visitaba a menudo, disfrutando de verla cada vez más pequeña, más frágil, más rota.

Ella solía guardar todas sus fuerzas para esas visitas, para plantarle cara, para qué él no pudiese quebrarla o destruirla, pero cada vez era más difícil hacerlo. Con cada muesca dibujada en la pared, su aliento se congelaba un poquito más en su garganta, treinta y siete días encerrada, treinta y siete días lejos de Irene.

A menudo se preguntaba si la madrileña había visto el video, deseando en su interior que la respuesta fuese negativa, aunque conociendo a Irene, sabía casi a ciencia cierta que lo había hecho, que estaría tan rota como ella, esperándola lejos de ese infierno, deseando volver a tenerla entre sus brazos.

Suspiró, limpiándose con rabia una lágrima, negándose a romper a llorar una vez más, negándose a sí misma la opción de rendirse, necesitaba seguir luchando, salir de ahí viva, volver a los brazos de Irene, su refugio, su hogar.

El sonido de la puerta la alertó, sabía que Felipe venía a hacerle su visita rutinaria para tratar de hundirla por completo. Se sentó en el colchón, dibujando en su rostro un gesto de amenaza, mientras sus ojos escupían fuego.

-Buenas tardes Inesita.- Le dijo con burla en sus palabras.- ¿Cómo te has portado hoy?

Ella no respondió, no quiso darle el gusto. Lo miró fijamente con la muda advertencia de que no se acercase demasiado si no quería salir mal parado.

Desde que se había recuperado de la paliza recibida, cada vez que Felipe intentaba acercarse y tocarla, enloquecía por completo, golpeándolo furiosa, por lo que su ex marido solía mantener las distancias, no queriendo recibir una patada en su entrepierna, cortesía de la jerezana.

-Vengo a darte una buena noticia...- Continuó hablado, sin dar muestra de enfado por el mutismo de la joven. –Buena para mí, para ti no tanto.

Tras esa afirmación que le provocó un escalofrío en todo el cuerpo, Felipe empezó a reír como un loco y a mirarla con odio en sus pupilas.

-Pronto grabaremos otro video.- Siguió con su discurso, sonriendo al ver que Inés no podía evitar ponerse a temblar ante su afirmación. – Espero que en tu segundo debut te portes mejor, no querrás obligarme a traer a tu putita a este lugar ¿verdad que no?

-Estás enfermo.- Escupió con rabia sus palabras, con el corazón encogido...- Si te atreves a tocar un solo pelo de su cabeza te mataré.

Él se puso serio, guardando silencio unos instantes, mientras se deleitaba con el miedo de Inés, sabía que amenazar a Irene la desestabilizaba, la rompía.

-Todo esto es culpa tuya Inés.- Dijo al fin, con rencor y odio en sus palabras.- Fuiste tú quien me dejó para irse a retozar con una fulana como esa. Ve mentalizándote, creo que a nuestro amigo alemán le apetece jugar con electrodos y no con agua esta vez.

Tras decir su última palabra, Felipe se marchó, dejándola de nuevo sola en la oscuridad, sola con su miedo. Inés se tumbó en ese colchón y rompió a llorar una vez más, cansada de ser fuerte. Las lágrimas caían por sus mejillas mientras sentía como el miedo recorría su cuerpo paralizándola, como le temblaban las manos y su pecho se agitaba con sus sollozos.

Without youWhere stories live. Discover now