Los años de mi vida

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Jueves. La alarma sonó un día más a las 7 am. A penas cuatro días dentro de aquella rutina y Raoul ya sentía que le explotaría la cabeza. Se estaba volviendo un poco loco. Necesitaba que su marido volviese en ese instante.

Una vez más las corridas de todas las mañanas. Una vez más que llegaba justo a tiempo para dejar a Luna en clase. Afortunadamente aquel día no debía trabajar por lo que el rubio pudo salir mucho más tranquilo del establecimiento decidido a realizar la compra y así poder aprovechar la mañana. Sabía que el moreno volvería, a más tardar, al día siguiente y quería sorprenderlo preparándole algo que fuera de su agrado para la cena. Aunque podía no ser así, no sería la primera vez que no cumplía con sus promesas. Esperaba que esa vez fuera cierto, estaba saturado de la cansadora semana y quería relajarse un poco el fin de semana y sabía que estando sólo con la niña no lo haría demasiado. Al menos no todo lo que le gustaría.

Intentó ser lo más productivo posible a pesar de caerse del sueño que cargaba aquel día. La verdad es que se debía a los cuatro días seguidos despertándose tan temprano cuando no había podido, ni uno sólo, dormirse antes de las dos de la madrugada y descansar al menos seis horas. Pero también, y podría casi asegurarlo, tenía mucho que ver con la ausencia tan notoria de Rodrigo.

Los viajes siempre fueron un factor importante dentro del empleo de su chico, lo había sabido desde siempre, poco después de que se conocieran hacía ya casi diez años. En ese entonces Raoul estaba a punto de cumplir los veintiuno y Rodrigo acababa de cumplir los veinticinco.

Literalmente.

Era el cumpleaños del mayor cuando se encontraron, como le gustaba decir a él cuando se ponía un poco moñas. Sus amigos, que eran bastante adinerados a decir verdad, le habían preparado una fiesta. Les gustaba siempre hacer grandes festejos, no importaba la ocasión, cualquiera era buena oportunidad para beber y divertirse un rato. Aquella vez no fue menos, le organizaron una fiesta por todo lo alto, contratando al rubio como fotógrafo a pesar de que aún no había ni siquiera comenzado a estudiar. Porque lo tacaños que podían llegar a ser era casi proporcional al dinero en sus cuentas bancarias (o las de sus padres en el caso de la mayoría) y alguien que tomaba fotos como hobbie no podía cobrar muy caro.

Esa noche entre fotos, halagos y tragos que le ofrecía el moreno, y él no aceptaba porque estaba trabajando, surgió una chispa que Raoul creyó que quedaría ahí. Pero se equivocaba porque, persistente como él solo, Rodrigo había conseguido su número -sólo el que utilizaba para trabajo en realidad- y a partir de entonces todo fluyó como el agua. Aunque un poco brusco tal vez. Como habían pasado las cosas más importantes de su vida, llegó a la conclusión el rubio.

Se pusieron de novios muy rápido y la boda tampoco tardó demasiado en llegar, sobre todo teniendo en cuenta lo joven que era cuando sucedió. Pero el catalán se había cansado de responderle lo mismo a todo el mundo que le preguntaba si estaba seguro. Cómo iba a decirle que no al chico del que se había enamorado a primera vista y con el que llevaba casi tres años de un noviazgo maravilloso.

Un año después, luego de su primer aniversario, cuando Raoul ya había cumplido los veinticinco, fue cuando las cosas empezaron a cambiar. Los viajes de Rodrigo, que por lo general eran dos al año como mucho, comenzaron a hacerse más frecuentes. Al principio eran cuatro en su lugar. Luego pasaron a ser seis. Dos años después, ocho. Y todo se mantuvo igual hasta el año anterior en el que la cantidad de viajes aumentó tanto que el rubio se preguntaba si no serían más los días que pasaba fuera que los que compartía con él y su hija.

Lo habían hablado, más bien discutido, alguna vez pero el mayor insistía en que eran pequeños viajes cortos sin importancia. Y era cierto, a veces no llegaban a ser ni dos días seguidos fuera. Pero Raoul ya estaba cansado, eran muchos años viviendo lo mismo. Y vivir todo aquello con una niña pequeña no era lo mismo que cuando estaban ellos dos solos.

Petricor | RagoneyTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang