XXII

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06:30 a.m.

06/05/2019

Dave:

Recibo el molesto sonido de la alarma con mis ojos ya abiertos. Estoy inmóvil como un cadáver sobre la cama; toda la noche estuve así, o al menos eso creo al ver que las sabanas están prolijamente tendidas sobre mí. Sinceramente no estoy del todo consiente pero al notar mis ojeras puedo asegurar que no dormí absolutamente nada.

Bruscamente poso mi mano sobre el despertador para terminar con ese irritante sonido que emite. Lentamente salgo de la cama moviendo lo menos posibles las sabanas para ahorrarme el hecho de tener que hacer la cama después. Cada movimiento que hago me pesa. No me sale ni dar un paso sin arrastrarme y no es por cansancio sino que es una sensación de... nada. Como si mi cuerpo no respondiera. Pensándolo dos veces, tal vez si sea cansancio.

El reflejo en el espejo es alarmante; mi cara es solo ojeras, mi pelo está más desordenado de lo normal y mis ojos rojos y cansados se cierran solos; parezco estar drogado. Por otro lado, Brad a mi espalda sonríe con su particular mueca y sus peculiares ojos blancos que resaltan sobre su figura completamente negra; imagen que re cuerda a anoche, siendo sus blancos ojos la luna que yace en la oscuridad reinante de su figura.

Me cepillo los dientes, prácticamente en cámara lenta y me acomodo el pelo usando los dedos como peine. Reemplazo mi pijama —un short viejo— por el uniforme del colegio; pantalones azules, chomba bordo con detalles en blanco y una corbata amarrilla. Observo la hora antes de salir —07:08 a.m. — y aunque es más temprano de lo habitual me dirijo a mi rutinario camino hacia la —cárcel— escuela.

Literalmente arrastro mis pies, no tengo fuerzas ni para dar un paso decentemente. Cuando llego a la primera esquina un intenso frío se presencia en las plantas de mis pies. Desciendo la mirada hacia ahí y una carcajada sale de mí cuando noto que llevo puestas unas pantuflas rojas; de las cuales una está rota dejando escapar mis dedos. Toda la pereza desapareció con esa carcajada y al imaginar el ridículo que sería llegar con estas pantuflas al colegio.

Volví a casa —otra cárcel— y me puse unas Vans negras, dejando de lado las muy cómodas pero patéticas pantuflas. Antes de salir de la casa para ir a clases, escucho a mis espaldas como murmura —Siempre supe que eras tonto— Graciela. Murmullo al que le respondo con falsa soberbia; —Y usted una vieja chusma— para luego retirarme de la casa.

~

09:37 a.m.

— ¿Qué te pasa, amigo? —oigo como hace hincapié en la palabra "amigo" cuando su mano cae fuertemente sobre mi espalda tomándome por sorpresa. Me doy vuelta y veo que Thomas es quien me interroga y a su lado están Carl y Alex; sus soldaditos diría yo.

—Nada. Solo vine al baño. ¿Es normal hacerlo en los recreos, no? — respondo intentando no sonar distante pero tampoco demasiado fingido.

— ¿Normal? — Interroga por segunda vez el pelinegro — ¿Desde cuándo algo es normal en Dave Stuf? — agrega con sarcasmo causando risa en sus soldaditos. Pretendo ignorar su provocación por lo que suelto una falsa carcajada aprobando su mal chiste.

—Supongo que desde ahora— replicó cuando intentó salir del lugar pasando entre ellos. Puedo sentir tenso el ambiente y esto me pone realmente nervioso; sé que notaron como los esquive los últimos días pero no estoy para dar explicaciones porque directamente no sé muy bien porqué lo hice.

— ¿Seguro? — ahora es él morocho quien interroga y con su ronca voz, que logra inquietarme, detiene mi marcha justo cuando estoy por salir del baño.

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