9. La bufón y el hechicero

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ADVERTENCIA: este capítulo tiene un contenido NO APTO PARA TODO PÚBLICO
Toca temas sensibles en cierto momento.

Haizaki simplemente podría dejar a Hiroto ahí y huir, Kidou lo tenía más que presente y por ello se lo había tirado en cara a la cazadora en frente del bufón y si eso ocurría Kidou no la detendría; era cierto que necesitaba la sangre dulce de la cazadora para poder ser completamente invencible, pero la del bufón también le serviría de mucho por ello Kidou solo le ponía excusas y le hacía falsas promesas, los necesitaba a ambos.

Quizás ellos no eran alguna criatura mítica o un ser con partes de animal, pero quienes eran y sus convicciones hacían que su sangre y demás partes de su cuerpo los hiciera especiales. Fuese cual fuese el resultado, el si Haizaki huía o no, Kidou siempre iba a terminar ganando, el hechicero lo sabía muy bien.

No sentía remordimiento alguno por lo que le hacía a las criaturas o a la misma Haizaki, pero se sentía un poco extraño al torturar a Hiroto, quizá por eso evitaba el contacto con el bufón. No es que le tuviera empatía o algún sentimiento en particular hacia él, solo que le recordaba ciertas cosas de su pasado que había intentado borrar por medio de diferentes hechizos, pero hasta el momento le había sido imposible.

Tenía la mala suerte de que la sangre de unicornio que consumía le hacía rememorar todo lo que intentaba borrar de su mente, pero no podía dejar de consumirla o la magia negra acabaría por hacer trizas su cuerpo, tal y como estaba haciendo de a poco con su cordura.

En ese momento se sirvió un poco de esta y la bebió de un sorbo, hasta los hechizos más simples ahora los ocupaba con magia negra pues creía que la magia pura era débil e insuficiente para él. Había recuerdos que no quería borrar, nunca intento hacerlo y nunca lo haría pero había otros que si, como el día en que él consideraba que lo había perdido todo.

Quizá ese momento, ese recuerdo lejano, le hacía sentir extraño con Hiroto, no era la primera vez que él lidiaba con un bufón.

¿Qué demonios tienen los bufones para llegar a cometer locuras por ellos? Se lo preguntaba cada día, mucho más cuando veía el esfuerzo que Haizaki hacia para sacar a Hiroto y sus deseos de huir de aquel pueblo con él.

-Aki...- murmuró sirviéndose un poco más de sangre de unicornio, Kidou se sentó en la silla que estaba frente a la mesa mientras miraba el líquido plateado que estaba a punto de beber.

Siempre pensaba en ella cuando lo bebía y no podía dejar de beberlo, ese era su castigo eterno por usar la magia negra constantemente.

Haizaki no era la única que se había enamorado perdidamente de un bufón.

¿Cuantos años habían pasado ya? Casi un siglo quizás desde aquello, siempre olvidaba el número exacto.

Kidou era todavía muy joven cuando conoció a Fudou Aki, se atrevía a decir que era el amor de su vida. Apenas estaba iniciando en la hechicería cuando la conoció. Le sorprendió de sobremanera.

Ella era una chica en edad casadera que era criticada por hacer lo que le gustaba, ahora que lo pensaba su historia era muy similar a la de Haizaki, solo que a diferencia de ella, Fudou había decidido ser un bufón.

Solo que en ese momento no se odiaba tanto a los bufones como ahora, ahora se les odiaba por la misma culpa de Kidou, por que él lo había querido así y obligó al pueblo a que fuese así.

En los días de mercado Fudou era el centro de atención, la gente se reía de todas las cosas que ella decía o hacía y eso llamó mucho la atención del entonces hechicero en formación.

-Ve y háblale- le había dicho su maestro un día, ya había notado como Kidou se le quedaba viendo a la chica durante varios minutos cada que salían a comprar algunas provisiones -podemos dejar las lecciones para más tarde.

|FINALIZADO| Sangre De Cazadora [Inazuma Eleven AU]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora