El Secreto

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El Secreto



Thor entró en los aposentos de Loki y lo encontró aseado y vestido con una elegante túnica verde con ribetes dorados. Llevaba el cabello atado en una cola baja, como cuando era más joven, y el rostro despejado permitía que sus ojos verdes fulguraran como gemas. Con su actitud protectora de hermano mayor, recorrió con la mirada el lugar y notó que era cómodo. Se trataba de una habitación espaciosa con el suelo alfombrado de rojo carmesí y las paredes de oro. Había dos armarios grandes, un escritorio con una silla tapizada de verde y una cama de dos plazas con dosel de cortinas escarlatas. No tenía ventanas ya que su consorte o no, Loki continuaba siendo un prisionero de Asgard, pero una araña gigante colgaba del centro del techo para otorgar la suficiente luz. Había runas mágicas dibujadas en las paredes y los cristales multicolores estaban colocados en diferentes ángulos para anular su magia.



-¿Qué opinas? – quiso bromear Thor -. Esto está mejor que la condena de las ataduras en el fin del mundo y la serpiente envenenándote la cara.



-No tuve opción – respondió Loki fría y escuetamente.



Thor se volvió hacia los guardias.



-Quiero tener una palabra a solas con el prisionero.



-Sí, Alteza – obedecieron con una reverencia y le entregaron el bozal y los grilletes.



Thor los depositó sobre el escritorio.



-Tomé la decisión para salvarte, Loki – confesó -. Cuando el Alto Consejo comunicó a Padre de Todos tu condena, no pude tolerarlo y me arrodillé delante de él para pedirle que autorizara el Sagrado Enlace de Oro entre nosotros.



-Siempre tan compasivo – se mofó Loki -. Según tu visión, debo hincarme de rodillas yo y agradecerte el haber sentido lástima de mí. Lástima es el sentimiento de los débiles hacia los inferiores, Thor. Tú actúas como un débil pero yo no soy inferior a ti. 



-No lo hice por lástima – refutó el príncipe ofendido -. Lo hice por el cariño que te tengo.



Loki bufó burlonamente y se sentó en la punta de la cama.



-Se supone que debo estarte eternamente agradecido.



-No. Se supone que debes entender que esto es lo mejor para ti.



-¿Qué dijeron los indescifrables del Alto Consejo cuando les arrojaste tu propuesta? – preguntó Loki para variar de tema.



Thor sonrió al notar una chispa pícara en sus ojos verdes. Era la propia actitud que usaba desde niño para indicarle que quería jugar con él. Se alegró pensando que de seguir así, Loki sí conseguiría redimirse.



-No lo tomaron muy bien. En general, pensaron que me traicionarías en la primera oportunidad para quitarme el trono.



-Oh – suspiró Loki, rodando los ojos -. ¿No hubo alguno que pensó que te agotaría por las noches hasta conseguir darte un hijo para después asesinarte y tomar la regencia? Tienes que admitir que sería un buen plan.



-¿Un hijo? – repitió el príncipe anonadado -. ¿De qué estás hablando?



Los ojos de Loki chispearon, esta vez con una mezcla de picardía y malicia.



-¿No lo sabes, Thor? ¿Padre de Todos no te lo ha dicho? El Sagrado Enlace de Oro convierte al consorte del rey en un ser fértil, capaz de gestar a sus hijos. Se supone que un soberano debe tener descendencia, ¿no?



-No, no me lo dijo – susurró Thor, sin reponerse.



-Típico de él, ¿no crees? Ocultar la información importante para su beneficio. Decir la verdad a medias es mentir. A mí me llamaban el Príncipe del Engaño pero él se lleva el premio. Así es, Thor. Esta noche, durante la ceremonia, me convertiré en un ser fértil y mi cuerpo se preparará para darte los descendientes que necesites.

Fuego Helado (Thorki)Where stories live. Discover now