Difamación

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Difamación

Loki estaba preocupado. Mientras que Thor se encontraba en la reunión, había tallado la piedra en secreto y se la había puesto en el bolsillo al despedirse sin que su esposo lo notara. Era el hechizo protector más poderoso que conocía pero temía que para Hela fuera un simple juguete.

Por la noche trató de descansar. Sin embargo, presintiendo su nerviosismo, la criatura no se quedaba quieta. Loki le habló, le hizo caricias y le rogó que se tranquilizara y cuando al fin el niño parecía escucharlo, un estruendo lo hizo saltar de la cama. Salió al corredor, custodiado por sus guardias, y se cruzó con gente que también se había levantado por el ruido. Se dirigió a la terraza y desde el balcón vio Bifrost iluminado. Alguien había llegado y podía ser Thor.

Fandral, Volstagg, Sif y Hogun salieron galopando hacia el puente. Loki permaneció solo en el salón de banquete esperando. Su madre entró a acompañarlo y sin mediar palabras, se sentó a su lado y le apretó la mano cariñosamente. Loki sabía que estaba tan ansiosa como él y apreció que se hubiera acercado a darle consuelo.

Pero el momento no duró mucho porque enseguida entraron dos de sus doncellas para comunicarle que su esposo acababa de sumergirse en su sueño particular e impredecible.

Loki miró a su madre. Frigga tenía la desesperación impresa en la cara. No era un buen augurio que el rey se durmiera en el sueño de Odin cuando Asgard y su heredero corrían peligro.

-Ve a acompañarlo, madre – dijo Loki con suavidad -. Yo estaré bien.

Frigga despidió a su hijo con un beso en la frente y se marchó.

Frandal y los demás guerreros no demoraron en entrar en el palacio con el príncipe. Idéntico al verdadero hasta en el porte y la forma de caminar, el falso Thor descendió del corcel en el patio y tras entrar y saludar a los nobles que se habían congregado a recibirlo, ordenó que lo llevaran ante su consorte.

Al verlo entrar, Loki no soportó las ansias y se puso inmediatamente de pie para saludarlo. El brujo despidió a su cortejo, cerró las puertas a sus espaldas, y de solo verlo, Loki descubrió la trampa. Para un hechicero que sabía cambiar de forma, ni aun el poder de Hela podía embaucarlo.

Sin decir nada, el joven quiso dibujar con los dedos un círculo protector alrededor de él para protegerse y defender al niño, pero descubrió que no podía moverse. Malekith notó sus intenciones y únicamente con la mirada lo paralizó. Se le acercó con el andar arrogante de Thor y le susurró al oído.

-Eres bueno en esto y muy astuto. La diosa tenía razón. No pude engañarte ni aun con su magia. Por lo tanto no me dejas otra alternativa, mi apuesto jotun.

-¿Qué le hiciste al príncipe Thor? – murmuró el joven, lleno de rabia. Apenas le salía la voz a causa de la parálisis.

Sin responderle y para horror de Loki, el brujo trazó unas runas sobre su vientre abultado. Eran las mismas que antes habían estado en su recámara y servían para anular su magia o la que pudiera tener el niño. Malekith se veía espeluznante en la figura apuesta de Thor y Loki sintió repulsión al ver su falsa mirada azul cargada de lascivia.

-Sin tu magia no puedes defenderte – ronroneó el brujo libidinoso a su oído -. Muero de ganas de penetrarte, muñequito de Jotunheim, pero me contendré porque el futuro que con la diosa te hemos reservado, es peor que cualquier dolor que hayas sufrido. No te impacientes, es a tu hijo a quien estamos buscando y una vez que lo obtengamos por las buenas o por las malas, vas a hacerme muy feliz con tu cuerpo esbelto recuperado.

Loki lo observó con odio y desprecio, aunque por dentro solo pensaba en la seguridad de su hijo. ¿Cómo podía ponerlo a salvo cuando el enemigo estaba dentro del palacio?

-¡Thor! – Frigga abrió las puertas de par en par, sonriendo -. Regresaste, hijo mío.

Loki no sabía cómo advertirle. Malekith se alejó de él y extendió los brazos hacia la reina con una sonrisa simulada.

Frigga tuvo el impulso de arrojarse en ellos, mas al igual que su hijo menor, su percepción maternal le demostró el engaño.

-¡Tú no eres mi hijo, Malekith, el maldito! – exclamó la reina, furiosa -. ¿Dónde lo tienes?

-Vaya, vaya – se asombró el brujo y con un aplauso suyo las puertas se cerraron estruendosamente -. Engañé a Heimdall, a los guerreros más destacados de Asgard, a la Corte entera, pero no esperaba esta reacción, Su Majestad. No en vano los midgardianos la han venerado como la diosa del hogar y la familia. En ese caso, debo inducirla al mismo sueño mágico en que se encuentra su esposo. ¿Acaso creían que estaba durmiendo el sueño de Odin?

Frigga se sintió débil, las piernas se le aflojaron y el cuerpo le pareció demasiado pesado para que sus pies lo soportaran. Parpadeó y en cuestión de segundos, se desplomó en el suelo de mármol.

Paralizado de pies a cabeza, Loki no podía hacer nada. Acto seguido, Malekith hizo aparecer esposas en las muñecas del joven y un bozal en su boca. Loki se sentía impotente. No podía defenderse por el hechizo anulador en su estómago y porque la magia era demasiado poderosa ya que provenía de la mismísima diosa del Inframundo.

-¡Guardias! – llamó el brujo, saliendo al pasillo -. ¡Guardias! ¡Venid ya!

Diez soldados armados con Fandral a la cabeza, acudieron en fila prestos a su llamado.

Malekith señaló el interior del salón.

-La reina, mi madre – anunció con desesperación -. . . mi consorte la hechizó e intentó atacarme a mí. Afortunadamente lo pude detener a tiempo.

Fandral vio con espanto a su soberana desmayada y con odio a Loki encadenado. Por su mirada, el joven entendió que lo culpaba sin sospechas.

-Lleven al prisionero a los calabozos – ordenó el guerrero a los soldados -. Llamen a los sanadores para que atiendan a la reina.

Mientras cumplían las órdenes, Fandral tomó de los hombros al falso Thor y se lo llevó a un costado.

-Amigo, lo siento mucho – reconoció, apenado -. Te advertimos pero estabas enamorado de él. Solo buscaba la ocasión para traicionarte y conseguir el trono. Quizás pensaba que no ibas a volver más – hizo una pausa -. Lo siento mucho.

-En Midgard conseguí pruebas suficientes para condenarlo – respondió el brujo, colérico -. Solicitaré a mi padre una reunión urgente.

-Thor – suspiró el guerrero conmovido -. Padre de Todos cayó en el sueño de Odin mientras estabas llegando.

-¿El trono de Asgard no tiene rey? – preguntó Malekith, jugando al consternado.

-Tú eres ahora nuestro rey, amigo mío.

Los soldados retiraron a Loki a rastras. La magia recién comenzaba a desvanecerse y recuperaba su movilidad pero esposado y con bozal, además del hechizo anulador, no podía oponer resistencia. Pasó junto a Fandral y el brujo y los miró intensamente. Ahora solo le preocupaba dónde estaba Thor, si seguía con vida, si estaba herido y cómo podía rescatarlo. También su hijo ya que tal cual lo había temido, su nacimiento era la clave para que Ragnarök se iniciara.

Apenas salió Loki, los nueve nobles del Alto Consejo entraron e hicieron una reverencia al falso príncipe.

-Salve Thor, hijo de Odin, nuevo Rey de Asgard – lo saludaron y el más anciano se adelantó para entregarle el cetro.

Malekith contempló el báculo con orgullo. El plan marchaba como lo había estipulado.

•••••••••••••••••••••••••••••

De inmediato se convocó a una reunión en la sala del trono para anunciar al nuevo soberano y para condenar al traidor. El falso rey dispuso que primero su consorte fuera juzgado y que más tarde se llevara a cabo la ceremonia de anunciación. Se trataba de una reunión extraordinaria y para el juicio estaban presentes el Alto Consejo y toda la Corte.

Malekith, en su rol de monarca, se sentó en el trono de Odin, sosteniendo el cetro. Los nueve consejeros estaban de pie, repartidos junto a los escalones, y Frandal, Sif, Volstagg y Hogun, a un costado, cerca de ellos.

Por orden del rey, el salón se llenó de runas para que Loki no pudiera usar su magia y prohibió que el bozal le fuera retirado durante el juicio. Esto les pareció un abuso a los consejeros porque prisionero o no, el joven tenía el derecho de defenderse, pero Malekith reclamó imperante que sus órdenes fueran obedecidas sin objeciones.

Sif entrecerró los ojos como ranuras. Llevaba meses esperando la traición de Loki pero el comportamiento de Thor le resultaba extraño. Era arrogante pero justo y esta orden lo contradecía. Observó a sus amigos, que parecían tener las mismas dudas, y una mirada de Fandral le advirtió que no debía abrir la boca en ese momento.

Las puertas se abrieron de par en par y Loki entró amordazado y en el medio de dos filas de diez custodios. Verlo en un avanzado estado de gestación, debería haber provocado compasión en la Corte pero consideraban que el crimen de atentar contra la reina y el flamante rey era una afrenta mayor.

Lo llevaron hasta los escalones del trono y allí lo obligaron a arrodillarse ante el monarca. Tragándose el orgullo, el joven se inclinó con dificultad por las cadenas y el peso del vientre.

El rey se levantó del trono y golpeó el piso con su báculo. Un silencio sepulcral invadió la sala. Fijó los ojos en el prisionero, que lo miraba desafiante, y anunció.

-Llegué a Midgard y vencí a Malekith, rey de Svartalfheim – mintió descaradamente -. Lo apresé y ordené a los midgardianos que me permitieran interrogarlo a solas. Allí me confesó la verdad, que no hubiera deseado escuchar jamás. Pensaba que había traidores en el palacio pero no podía creer que se tratara de la persona que yo amé con todo mi corazón. Asgardianos, Loki, mi consorte y progenitor de mi hijo y heredero, nos engañó a todos. Aceptó enlazarse conmigo porque su plan era concebir al futuro rey y eliminar mi Casa para hacerse con la regencia y el trono. En primer lugar, contrario a lo que algunos pensaban erróneamente, Hela no está detrás de este ataque a Midgard. Malekith me confesó que meses atrás Loki se reunió en secreto con él y le propuso una alianza para destruirme, eliminar a mis padres y coronarse soberano de Asgard. Es muy probable que usando su magia, el prisionero haya cambiado de forma para escapar del palacio a encontrarse con nuestro enemigo. Es también muy probable que Odin, Padre de Todos, haya caído en su sueño al descubrir esta maniobra. Malekith invadió Midgard para que yo viajara a luchar contra él. Loki le aseguró que me vencería gracias a esto – con un gesto, autorizó a dos sirvientes a acercarle un cofre, que le dejaron en las manos.

-¿Qué es eso? – preguntó Volstagg al oído de Hogun.

Pero Hogun estaba tan confundido como él.

Malekith abrió el cofre en presencia de todos, se calzó dos guantes y alzó dos piedras negras con runas talladas.

Desde la distancia, Loki alcanzó a distinguir el tallado y su furia aumentó. A causa de ello, el niño comenzó a sacudirse con energía. Al no poder tocarse el vientre ni hablarle, el joven sintió malestar y empalideció.

-Estas runas que ven aquí son hechizos destructores – continuó el soberano –. Debilitan a las víctimas que las portan y las vuelven vulnerables ante cualquier peligro. Las encontré en mi armadura cuando me dirigía a pelear. Supuse que algún espía me las había colocado pero nunca sospeché de mi amado consorte – observó a Loki y notó que no se sentía bien -. Me las quité a tiempo y fue gracias a su falta, que pude vencer a Malekith.

La Corte, escandalizada, intercambió miradas y murmullos. Malekith volvió a poner las piedras en el cofre y lo cerró.

-Retiren este cofre y que sea destruido.

Los sirvientes se acercaron a cumplir la orden.

El rey golpeó nuevamente el cetro para restaurar el orden.

-Asgardianos, hay algo más que deben saber, Loki, antiguo Príncipe de Asgard, no es quien creían que era. Creció y se educó como un hijo de mi padre. Sin embargo, su verdadero origen no les fue nunca revelado.

El Alto Consejo lo observó confundido.

Malekith se sentó en el trono.

-Loki, educado como mi hermano menor, es en realidad un jotun, hijo bastardo del fallecido Laufey, rey de Jotunheim, a quien quitó la vida tras conocer su linaje.

Los ojos verdes de Loki echaban chispas de ira. Sin soportarlo más, quiso ponerse de pie, solo para que dos soldados le empujaran los hombros otra vez hacia el piso.

-El rey y la reina conocían bien su secreto pero no quisieron compartirlo con la Corte – siguió el brujo -. Sin embargo, yo, que no deseo más trampas ni mentiras, quiero hacer público que mi heredero será un híbrido con la mitad de la sangre de nuestro pueblo enemigo.

Un cuchicheo general llenó el salón. Fandral observó a sus amigos, uno más consternado que el otro. Los nueve consejeros no podían esconder el impacto de la noticia y en la Corte se escuchaba "no puede ser", "inaceptable", "no llegará a ser rey".

Loki bajó la cabeza, mordiéndose los labios debajo del bozal. Estaba a punto de llorar de impotencia. Pensaba que si pudiera remover las runas anuladoras sobre su vientre, buscaría la manera de defender a su hijo. Malekith ya había llegado demasiado lejos. ¿Qué pretendía? ¿Buscaba que se le quitara a la criatura el título de heredera? Tal vez lo consideraba necesario para Ragnarök.

Una vez más, el rey puso orden golpeando el piso.

-Por último, como soberano de Asgard, yo, Thor, hijo de Odin, dictaré la sentencia del acusado. ¡Que se ponga de pie!

Dos guardias levantaron al prisionero. Loki estaba lívido de rabia y el no poder hacer nada lo ponía peor. La criatura seguía sacudiéndose como si pudiera entender las calumnias que el brujo lanzaba contra ella y su padre.

Malekith se irguió y con el báculo golpeó dos veces.

-Loki, hijo de Laufey – declaró con autoridad -. Por la ley que me transfiere la Corona de Asgard, te condeno a sufrir el castigo que se te había reservado antes de nuestro enlace. Serás arrojado al abismo, en los confines del Universo, y encadenado a dos bloques de piedra. Una serpiente se enroscará en tu cuello y su veneno goteará en tu rostro produciéndote una lenta y eterna agonía. Y en este estado permanecerás antes, durante y después de Raganrök – golpeó el piso y se hizo un silencio -. Sin embargo, como llevas a mi hijo en tu vientre, serás confinado en los calabozos hasta dar a luz. La criatura permanecerá en la Corte y será decidido por el rey y el Alto Consejo si por su sangre de Jotunheim, merece o no ser nombrada mi heredera. ¡Qué así sea!

Loki suspiró con un poco de alivio. Al menos su gestación le impedía ser expulsado inmediatamente. Tratándose de Malekith, podía haber ordenado en secreto que se le provocara un aborto y así obligarlo a cumplir el castigo, pero necesitaba que su hijo naciera con vida.

-Lleven al prisionero a los calabozos – ordenó finalmente el rey.

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Loki fue encerrado en la misma celda donde había estado al regresar de Midgard. Además de los barrotes cargados de energía anuladora, habían pintado runas en el techo y en el corredor. Antes de dejarlo solo, le quitaron el bozal y las esposas.

Lo primero que hizo Loki al sentirse liberado, fue palparse el vientre endurecido por los movimientos frenéticos de la criatura y tranquilizarla. Él mismo estaba nervioso y no quería perder el control. Le preocupaba el paradero de su esposo y hallar la forma de proteger a su hijo. Pero no en vano lo llamaban el Príncipe del Engaño y encontraría la manera de salirse con la suya. Observó las runas inaccesibles en el techo y los barrotes de cristales multicolores. Recordó el trazo que Malekith había hecho sobre su vientre e intentó quitárselo con diferentes hechizos. Sin embargo, con tantos elementos anuladores, su magia no servía y tuvo que darse por vencido, al menos por el momento.

Cuando se acercaba la hora de su comida, Sif llegó con dos sanadores.

-El rey los autorizó para que te examinen – explicó la guerrera fríamente.

Loki apoyó una mano protectora sobre su estómago abultado.

-No me engañes. Sé a lo que han venido. El rey les ordenó examinarme para saber si es posible inducirme el parto.

Los sanadores no respondieron. En cambio, Sif se adelantó.

-No compliques las cosas, Loki. No estás en condiciones de resistirte. Ellos harán su trabajo y te dejarán tranquilo. Si no cooperas, tendremos que llamar a los guardias y te someterán humillantemente.

Loki la observó con desprecio directo a los ojos. Sif nunca le había caído bien y el desagrado era mutuo. Finalmente cedió y se sentó en la cama.

Sif abandonó la celda para darles privacidad.

Los sanadores pidieron al joven quese acostara boca arriba, le alzaron la túnica y lo auscultaron largo y minuciosamente. Sin hacer comentarios, volvieron a vestirlo y se retiraron.

Sif entró de cuenta nueva para comprobar que todo estuviera en orden y cuando los sanadores estuvieron lejos, se acercó al prisionero, que permanecía sentado en la cama.

-Nunca hemos simpatizado – declaróla muchacha -. Te considero un embustero y me consideras una altanera.

-Eso me tiene sin cuidado – contestó el joven con indiferencia.

-Quiero que me respondas la verdad – demandó Sif -. Además de las piedras que nos enseñó Thor, ¿qué más le hiciste?

Loki sonrió arrogante. O Malekith era un pésimo actor, o Sif no era tan tonta como él imaginaba y estaba sospechando.

-¿Por qué lo preguntas? ¿Intuyes que Thor no es el mismo?

-¡Solo responde! – ordenó Sif enojada -. ¿Le hiciste algo más o no?

Loki se levantó y con una mano sobre el vientre, caminó hacia ella. Se detuvo a centímetros de su rostro y mirándola despectivo, le replicó.

-Me consideras un embustero, tú misma lo has reconocido. Si te dijera la verdad, no me creerías.

-Creerte o no lo decidiré yo – respondió la guerrera con firmeza.

-¿Qué notas de extraño en él? ¿Su comportamiento? ¿Su falta de misericordia? ¿Su falta de justicia? ¿El odio que me tiene?

-¿Qué le hiciste, Loki?

-Yo nada.

-¿Qué le hiciste? – gritó Sif, perdiendo la paciencia.

-El que regresó de Midgard no es Thor Odinson sino Malekith, el maldito, con un disfraz – confesó Loki, seguro que pensaría que le estaba mintiendo -. Hechizó a Padre de Todos, que no está durmiendo esta vez el sueño de Odin, y hechizó a la reina cuando ella descubrió que no era su hijo. Cuando se dio cuenta que yo había reconocido el engaño, me paralizó y después me amordazó para que no pudiera hablar y exponerlo públicamente. Por eso me mantuvo con un bozal durante ese juicio de comedia. Necesita a mi hijo nacido vivo y por eso desea que los sanadores me adelanten el parto. Mientras yo estoy aquí, contándote una verdad que no creerás, el verdadero Thor está en peligro, prisionero en alguna parte del Universo, o quizás en una situación peor.

-Tantas veces nos has mentido. . .

-No me sorprende – cortó Loki y regresó a sentarse en el lecho -. Eres la última persona que espero que me crea.

-Vine a darte una oportunidad – espetó Sif, con los ojos llameantes de ira -. Pensé que algo de clemencia podía quedar en ti. Entonces, es cierto. Manipulaste a todos y jugaste con los sentimientos de Thor para conseguir ese hijo. Lo único que te importa es el trono y fuiste capaz de sacrificar a tu propio consorte, que te salvó de un castigo cruel, enviándolo a Midgard para lograrlo. Tampoco te importa la suerte de ese reino atacado por los elfos oscuros. ¿Tanto vale el poder para ti? ¿Vale menos que el amor que te tuvo Thor? ¿El genocidio de una raza entera vale menos que una corona?

-Las acusaciones que me lanzas ya me las han hecho – respondió Loki insensible -. No me quitas ni una lágrima.

-No podía esperar otra reacción de ti – terminó Sif, dándose por vencida -. Realmente vas a tener el castigo que te mereces.

La guerrera dejó la celda y la cerró por fuera con un interruptor, mientras observaba al prisionero con bronca. Desafiante, Loki no le apartó la mirada ni un momento.

Sif se marchó.

Al quedar solo, el joven sonrió taimado y sacó de un bolsillo la llave, que le había robado a la joven mientras discutían.

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Fuego Helado (Thorki)Where stories live. Discover now