Redención

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Redención

Al corporizarse en el Puente de Asgard, Loki y Thor se encontraron con la mirada severa e impenetrable de Heimdall. Era llamativo que el Guardián mantuviera la espada con la punta hacia abajo, sosteniéndola con ambas manos, sin demostrar ningún signo de ataque. Después de todo, Loki era nuevamente buscado por la justicia del reino y era su deber entregarlo por la fuerza, si cruzaba la entrada.

Thor se adelantó con el brazo en alto, en actitud de paz.

-Heimdall, amigo, soy yo.

-¡Alto! – lo detuvo el Guardián y observó a Loki intensamente -. Dos príncipes idénticos penetraron en Asgard bajo mi vigilancia. Sólo uno es el verdadero. Acusado de nuevos crímenes, escapaste y regresas con este príncipe. ¿Qué tienes para decir que yo no sepa, Loki, hijo de Odin?

-El que dejaste entrar en Asgard primero es Malekith, el maldito, disfrazado – contestó Loki, esperando que al menos esta vez se le creyera -. Robó la identidad del verdadero Thor, aquí presente, ayudado por la diosa Hela. Por eso la magia era muy potente y no alcanzaste a descubrir el engaño.

-Hablas de la diosa del Inframundo con mucha familiaridad – observó Heimdall con recelo -. ¿Desde cuándo Hela envía espías a este reino?

-Escucha, amigo – intervino Thor, ansioso -. El tiempo corre, ponme a prueba y déjame pasar que mientras discutimos, Malekith hace estragos en mi nombre.

-De acuerdo – aceptó el Guardián. Aunque su expresión no variaba, Loki supo que se había entusiasmado con el reto -. Hay una pregunta que sólo el verdadero primogénito de Odin podría responder.

-Adelante – apremió el príncipe.

-¿Qué presa cazaste la primera vez que viajaste por este portal con el Rey, tu padre?

Thor quedó pasmado. Esperaba una respuesta más complicada, un recorrido por su psiquis que revelara los misterios más recónditos de su personalidad. La pregunta del Guardián lo desilusionó, aunque después de pensarlo, entendió lo inteligente y simple que era.

-No cacé ninguna – contestó con naturalidad -. No me atreví a quitarle la vida a ningún animal y mi padre me felicitó por ello. Pero como temía que mis amigos se burlaran de mí, recogí un bisonte azul que ya estaba muerto, y lo traje y presenté como mi primera presa.

Loki miró a su esposo, boquiabierto. Recordaba perfectamente el bisonte y la admiración que había sentido por su hermano mayor. Con Fandral y Volstagg, había escuchado de sus propios labios una historia de aventuras y proeza heroica para cazarlo, que ahora descubría como una mentira enorme. Al Príncipe del Engaño no le cayó nada bien haber sido embaucado.

Por el contrario, Heimdall pareció satisfecho.

-Pueden pasar – se hizo a un lado.

Los esposos salieron de Bifrost y en el puente multicolor una legión de soldados, con Fandral a la cabeza, montaba guardia para apresar a Loki en cuanto se presentase.

-Thor – exclamó Fandral y brincó del caballo -. ¿Qué haces aquí?

-La pregunta es qué hace el usurpador sentado en el trono de mi padre – replicó el príncipe, severo -. Malekith, el maldito, robó mi identidad y los engañó a todos, menos a Loki y a mi madre – abrazó protectoramente a su esposo por la espalda -. Llevadme ante el impostor para que quede su engaño al descubierto.

Fandral entrecerró los ojos como ranuras.

-¿Quién eres tú? ¿Qué hace Loki contigo?

Loki abrió las cuchillas de su lanza a la defensiva.

Fandral y sus soldados se pusieron en posición de ataque.

-¡Aguarden! – detuvo Thor con autoridad -. Yo soy el verdadero Thor Odinson.

-¿Por qué habríamos de creerte? – desafió Fandral -. La trampa de Loki y su verdadera identidad quedaron al descubierto. ¿Cómo podemos saber que no eres un enemigo disfrazado, que se alió a Loki? Después de todo, resultó ser un jotun.

Loki estaba furioso y solo la mano de su consorte en la espalda, le impidió brincar sobre los guerreros.

-¿Por qué habría Loki de habernos engañado cuando nos demostró durante meses que podíamos confiar en él? – inquirió Thor -. Lleva al heredero de Asgard en el vientre. No tiene motivos para traicionarnos. Además viajó hasta el Inframundo para traerme de regreso. Si era culpable como Malekith les hizo creer, ¿por qué regresó conmigo sabiendo que lo están buscando?

Fandral suspiró, pensando que solo el príncipe genuino podía razonar demostrando estar tan enceguecido por Loki. Solo Thor podía estar tan estúpidamente enamorado. Pero había recibido la orden de apresar al joven en cuanto regresara al reino.

-Me ordenaron que llevara a Loki prisionero ante el rey – explicó el guerrero -. Si se resisten, deberemos recurrir a la fuerza.

"Fuerza", se repitió el joven hechicero y los ojos se le iluminaron.

-Solo el verdadero Thor posee el verdadero Mjolnir – anunció Loki, y para que le prestaran atención, escondió las cuchillas de su lanza y la bajó -. El impostor, ahora sentado en el trono, solo posee una réplica. Permitan que este Thor ponga el arma a prueba y así quedará descubierto que es el príncipe y mi legítimo consorte.

Thor asintió y se volvió hacia Fandral, buscando su acuerdo.

-Te pondremos a prueba – aceptó el guerrero -. Si portas el Mjolnir legítimo, la pasarás. Si no, serás llevado ante el Rey y con Loki, recibirán su castigo.

Heimdall había estado escuchando la discusión y se presentó en la entrada para proponer el desafío.

-Sólo el Mjolnir legítimo sería capaz con su golpe de despertar al Padre de Todos.

-Está vez Odin no duerme su sueño, sino que fue hechizado – explicó Loki.

-Entonces, que rompa el hechizo – decidió Fandral y ordenó a los soldados que se movieran para dejar un espacio vacío en el puente -. Un golpe de su cabeza dado por el verdadero Thor tiene el poder de romper cualquier encantamiento.

Thor miró a su consorte. Loki simplemente asintió.

Heimdall sujetó con más fuerza su espada apoyada en el piso y asintió también al príncipe.

Thor se concentró y alzó el martillo tan alto como su brazo se lo permitía. Con la mirada apuntando en el arma, Loki se acercó al Guardián, convencido de que el reto resultaría exitoso.

Fandral observaba fijo Mjolnir junto con sus guerreros.

Tres rayos brotaron de las alturas y cayeron sobre el martillo, cargándolo de energía. Thor sintió el poder en su puño y golpeó el suelo. Un sonido estrepitoso retumbó. Todos permanecieron expectantes.

El príncipe se volvió hacia Loki, que asintió de cuenta nueva.

-Pronto sabremos si Padre de Todos ha despertado – Fandral rompió el silencio.

Pasaron diez minutos.

-Hogun se está acercando con la noticia – anticipó Heimdall, observando a los lejos con su mirada abarcadora.

No tardaron en distinguir en la distancia a un jinete, que a medida que fue acercándose, se reveló como Hogun. El guerrero desmontó y se acercó directo a Fandral, sin notar a Thor ni a Loki.

-Padre de Todos acaba de despertar – comunicó -. Él me ha enviado a darte la noticia – entonces, advirtió a los recién llegados, y quiso quitar su espada -. ¡Ahí está Loki!

-Aguarda – lo sujetó Fandral del brazo -. Antes de regresar a palacio, hay algo que debes saber, amigo.

Thor se adelantó, tomando la palabra.

-Mjolnir acaba de confirmar mi identidad. Soy el verdadero Thor. Regresé del Inframundo, a donde Loki fue a buscarme para traerme a casa. El que está ahora sentado en el trono es Malekith disfrazado.

En presencia de todos, Fandral se hincó de rodillas con una mano en el pecho para saludar a su amigo como el auténtico príncipe. Los demás soldados obedecieron el gesto y lo imitaron.

-Si Malekith es quien está sentado en el trono, debemos detenerlo – dijo Hogun, sorprendido.

-Y lo haremos con este plan – resolvió Thor -. Ustedes nos escoltarán a mi consorte y a mí, como prisioneros ante Malekith. Una vez que estemos en su presencia, lo desenmascaremos.

De pronto, oyeron ruidos semejantes a truenos y al observar el firmamento, vieron que la bóveda del cielo se resquebrajaba como un bloque de hielo golpeado. Cayeron trozos semejantes a fragmentos de cristal y de las hendiduras, se abrieron paso los gigantes de hielo. Jotunheim los invadía.

-Malekith los debe haber llamado – dedujo el príncipe y alzó Mjolnir para energizarla.

Los gigantes brincaban desde el cielo sobre el puente multicolor y atacaban a los soldados. Los asgardianos no tardaron en repeler el ataque con más ahínco. Desde el umbral de Bifrost, Heimdall levantó la espada para defender el portal.

A la cabeza de los jotuns, luchaba un gigante más alto que los demás, con los cabellos negros y crespos, y ojos rojos como la sangre. Era Rungnir, su nuevo soberano.

-No toquen al hijo de Laufey – ordenó el rey al distinguir a Loki, y sonrió malicioso -. Él es quien dará inicio a la Batalla Final.

-¡Loki! – llamó Thor, mientras descargaba su martillo contra el pecho de un gigante y lo hacía comer el suelo multicolor -. Entra en el Puente con Heimdall. Refúgiate allí. Tienes que proteger a nuestro hijo.

Pero Loki se mantuvo firme, con la lanza en posición de ataque. Antes de que Thor pudiera hacer algo, un gigante llegó para aplastar al joven y se encontró con que no era más que una ilusión óptica. El príncipe sonrió con alivio al ver al verdadero Loki ya dentro de Bifrost, y continuó la lucha.

-¡Los gigantes siguen entrando! – advirtió Fandral a sus amigos, viendo nuevas grietas en la cúpula del cielo -. No podremos avanzar hacia el palacio.

-Yo iré a desenmascarar a Malekith – afirmó Thor.

-Lo harás conmigo – apareció Loki a su lado y soltó un rayo contra un enemigo que se abalanzaba sobre su esposo -. Me necesitas para vencerlo.

Thor abrazó a su consorte y alzó Mjolnir hacia lo alto. Mientras que Fandral y Hogun les cubrían las espaldas, el martillo se elevó por los aires llevando a su amo y a Loki volando hacia el palacio.

Rungnir soltó un rugido cuando notó que Loki se escapaba y ordenó a dos gigantes que los persiguieran. Pero el martillo alcanzó gran altura y a pesar de su tamaño, no pudieron alcanzarlos.

Al tiempo que el príncipe y su consorte se marchaban, de las mismas grietas comenzaron a aparecer las walkirias, con Brünnhilde, su comandante y reina, a la cabeza y arremetieron con sus espadas contra los jotuns. Cabalgaban por los aires y estaban vestidas con sus armaduras plateadas, y sus trenzas doradas flameaban con cada movimiento.

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Sif comprobó la falta de misericordia del falso Thor cuando la envió a un calabozo apartado como castigo por haber sido embaucada.

Ansiosa, la guerrera recorría el espacio reducido en círculos, armando y desarmando mentalmente diferentes planes para escapar. En un momento ladeó la cabeza y se encontró con Loki dentro de la celda. Estaba vestido como lo hacía comúnmente: con una túnica sencilla de tono verde, calzas y botas oscuras, y el cabello recogido en una coleta baja. Su vientre le dio la impresión de que había aumentado más.

-Regresé con el verdadero Thor a Asgard – comunicó Loki -. Él está buscando a Malekith, mientras que yo vine a liberarte.

Sif no digo nada. Solo tragó saliva y con ella el orgullo y la bronca por haberse equivocado.

Loki caminó alrededor de la joven, observando el calabozo.

-Cometiste un error simple y te condenó como a una criminal peligrosa – comentó, mirándola intensamente -. Parece que Thor se volvió despiadado en poco tiempo, o quizás no es el verdadero como te lo advertí, ¿no te parece? ¿Todavía sigues convencida de que no se trata de Malekith bajo un disfraz?

-Ya no – negó Sif -. El rey sentado en el trono de Asgard no es Thor.

El joven sonrió, satisfecho.

-Te sacaré de aquí para que me ayudes a quitarlo del trono.

-Lo haré – prometió la guerrera con sinceridad. Lejos quedaba su actitud altanera para con Loki -. Estuve pensando que entonces, si tenías razón significa que Padre de Todos y la reina están bajo un mismo hechizo. Hay que liberarlos.

-El verdadero Thor ya liberó a Padre de Todos con Mjolnir – explicó Loki -. Con él curado, mi madre despertará en cualquier momento. La ruptura del hechizo atrajo a los gigantes de hielo, que están invadiendo Bifrost. Fandral y Hogun ya están allí. Pero necesito que me ayudes a mí a preparar algo.

-¿Qué cosa?

-Una poción especial – respondió el joven y con un giro de su muñeca en el aire, la puerta se abrió -. Adelante, Sif. Ya eres libre.

La guerrera pasó a su lado y asintió como signo de agradecimiento y convenio.

Loki creó una ilusión de la joven dentro de la celda para despistar a los guardias y se marcharon.

••••••••••••••••••••••••

El palacio entero se comportaba como si Ragnarök ya se hubiera desatado. En los pasillos, la gente observaba con curiosidad a los soldados, que corrían de un lado al otro en grupos, y en la sala del trono no se podía establecer el orden a causa del cuchicheo y la confusión. Los nueve nobles estaban angustiados y llenos de vergüenza, no de forma visible, pero se palpaba su nerviosismo detrás de los rostros adustos. Habían nombrado rey a Malekith, el maldito, mientras que Padre de Todos yacía hechizado. Al despertarse y después de que Hogun partiera con la noticia al Puente, Odin convocó a una reunión y alertó a todos de lo que sabía: antes de dormir bajo los efectos del hechizo, presintió que el que regresaba era el brujo bajo la apariencia de su hijo para engañarlos.

Encargó a Volstagg que encontrara a Malekith y lo llevara ante él. Bajo las órdenes del robusto guerrero, los soldados recorrían el palacio y las calles de la ciudad pero el falso Thor, imaginando que Odin despertaría con la verdad, se refugió bajo las identidades de diferentes personas de la Corte para llegar al Teseracto, tal cual Loki lo había hecho antes.

Transformado en un guardia, Malekith entró en la cámara de las armas y después de atacar a los custodios exitosamente, se dirigió hacia el Teseracto.

-No tiene objeto llevártelo, Malekith – habló el príncipe legítimo a sus espaldas -. Loki lo hechizó de manera que resulte inservible para cualquiera que no sea él. Seguramente lo usarás para pagar a los jotuns la invasión que están cometiendo.

Malekith volteó hacia Thor y sus facciones se convirtieron en las del hechicero oscuro.

-Thor Odinson – saludó, enseñando su dentadura descarnada -. ¡Qué sorpresa tenerte de regreso!

-Loki me liberó del Inframundo – contestó el príncipe, orgulloso -. Hela te traicionó y aceptó canjear mi libertad por su cabeza. Pero Loki fue más astuto y la engañó.

-Se suponía que no saldrías más de allí – exclamó el brujo, crispado -. La diosa me dio su palabra.

-Y te mintió – replicó el joven, saboreando su confusión -. Mejor abandona esta idea de iniciar el fin del mundo. ¿Crees que Hela aceptará reinar contigo? Ella quiere Ragnarök para recolectar la mayor cantidad de almas esclavas. Cuando llegue el momento, nos llevará a ti y a mí, nos llevará a todos. No conoce aliados, solo servidores.

Malekith retrocedió un paso, negándose a creerle. Thor se adelantó uno para convencerlo.

-Detén las guerras que se avecinan en los distintos reinos – apeló el príncipe -. Retira a tus elfos de Midgard. Si Raganrök se inicia moriremos todos. Hela no te salvará ni te convertirá en su rey. No recibirás ningún trato especial, ella solo busca las almas. Masacrará a mi gente, a la tuya, a la de los otros reinos. ¿Realmente quieres padecer esta cacería?

-Poco a nada me importa tu suerte, o la de los elfos – contestó Malekith sin una pizca de compasión -. No necesitaré la corona de Svartalfheim, cuando reine con Hela sobre el Universo entero.

-¿Eres tan cerrado que no ves lo que está ocurriendo? – increpó Thor, perdiendo la paciencia -. ¡Hela te traicionó! ¡Mírame! Me permitió salir y venir a desenmascararte. ¿Crees que te dejará compartir su trono? ¡Te está usando, Malekith!

El orgullo de Malekith superaba la misma realidad y sin ver lo evidente, replicó enceguecido.

-Vine con la misión de llevarme de regreso al niño que está por nacer – sacó una lanza de entre sus ropajes, y la apuntó en dirección al príncipe -. No te preocupes por Raganök, porque la vivirás ya estando en Valhalla.

El brujo disparó la lanza, que con la magia de su aliada, era mucho más potente que la de cualquier asgardiano. Thor se cubrió el pecho con Mjolnir. En un parpadeo, una sombra se interpuso entre él y el rayo, que rebotó y dio de lleno en Malekith. El hechicero se echó hacia atrás y cayó con violencia encima del Teseracto, que instintivamente le dio una descarga fulminante para defenderse. Un humo negro cubrió la cámara y al disiparse, Thor vio en el piso a Loki gravemente herido. Él había sido la sombra protectora.

-¡No! – gritó con la fuerza de sus pulmones y cayó de rodillas a su lado. Con loca angustia, lo meció en brazos, pasándole la mano a través del rostro -. ¡Loki! ¿Qué hiciste? Despierta, Loki. ¡Despierta, por favor!

Con los ojos llenos de lágrimas, observó a Malekith calcinado en el piso. La energía del Teseracto lo había incinerado. Observó a Loki de cuenta nueva. El rayo había impactado en su pecho y su corazón apenas latía. No podía permitir que se muriera. ¡Jamás!

Sif se presentó detrás de una columna. Vio a su amor idílico meciendo al Príncipe del Engaño y no pudo menos que compadecerse. Se acercó sin hacer ruido e inclinándose junto a Thor, le susurró.


-Él está bien. Me pidió que te dijera que permanecería así por varias horas para que no te preocuparas. Sabía lo que hacía cuando te salvó. Ni él ni tu hijo corren peligro.

Thor la miró, interrogante, y sonrió suavemente. Loki era el dios de las travesuras y siempre se traía algo entre manos.

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Con la muerte de Malekith, sus elfos perdieron el poder de Hela que su rey les extendía, y, uno a uno, notaron con espanto cómo sus armas invencibles desparecían o se convertían en polvo. Al darse cuenta, los Vengadores contraatacaron con ganas. El más entusiasmado fue Hulk, que se divirtió a lo loco aplastando duendes como si fueran puré. Desesperados, los elfos abrieron un portal hacia su mundo y huyeron. La Tierra quedó libre.

En el Puente, Rungnir advirtió la muerte de su aliado. Las walkirias también y Brünnhilde les ordenó atacar con más ahínco. Fandral y sus guerreros notaron que de repente los gigantes emprendían la retirada por las mismas grietas por las que habían entrado y éstas, a su vez, se cerraban, dejando la cúpula celeste intacta.

-Algo tuvo que haber pasado – reflexionó Hogun.

Fandral asintió. Indudablemente Thor y Loki habían conseguido la forma de salirse con la suya.

-El Príncipe del Engaño consiguió vencer a Malekith, el maldito – murmuró Fandral y, por primera vez, nombró a Loki con admiración.

Desde su carro tirado por corceles alados, Brünnhilde despidió a los guerreros asgardianos con un gesto y las walkirias también se marcharon utilizando el portal del Puente, que Heimdall acababa de abrirles.

Roto el hechizo, Frigga despertó y sus doncellas se aproximaron a atenderla. La reina recordó los últimos instantes antes de dormirse y con una ansiedad desconocida en ella, hizo a las jóvenes a un lado y corrió hacia la sala del trono. Se sintió un tanto aliviada al ver a Odin rodeado por el Alto Consejo. Antes de que alcanzara a dialogar con su esposo, las puertas se abrieron de par en par y el legítimo Thor entró portando Mjolnir y con Loki inconsciente en sus brazos. Sif lo seguía pasos atrás.

-Él está bien – aseguró el príncipe a sus padres -. Quiero llevarlo a su cama para que se sienta cómodo.

Con el alivio pintado en el rostro, Frigga se acercó a su hijo menor y le apoyó una mano sobre la frente. Luego sonrió, enigmática.

-¿Qué percibiste, madre? – quiso saber Thor.

-Loki está deteniendo Ragnarök y salvándonos a todos – contestó la reina, llena de orgullo.

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-Por la noche, horas más tarde, Loki despertó en su lecho, rodeado de su familia. Tenía a Frigga a su izquierda y a Thor a su derecha, su esposo le sostenía una mano, mientras que su madre le acariciaba el rostro. A los pies de la cama, estaba Odin. Loki no se sentía cansado ni mareado, y apenas abrió los ojos, quiso sentarse. No aceptó la ayuda ni de la reina, ni del príncipe, y con la mano apoyada en el vientre para nivelar su peso, se incorporó en el colchón por sus propios medios.

-Evitaste Ragnarök – anticipó su madre -. ¿Cómo lo conseguiste?

-La invasión de los gigantes al Puente me dio la respuesta – replicó el joven, feliz de sentirse escuchado y creído -. Al verlos abrirse camino a través del cielo, tomé conciencia de la dimensión de la guerra que se estaba gestando. Pensé que si Raganrök surgía de la guerra, solo la paz podría detenerlo. Sif me ayudó a conseguir los ingredientes para preparar una pócima, que me permitió viajar a distintos reinos. Para teletransportarme necesitaba energía y usé el rayo de Malekith como portal. Visité Alfheim, Muspelheim, Nidavellir y Vanadeim. Los reinos estaban listos para enfrentarse unos contra otros. Me presenté ante el soberano de cada uno y les expliqué el plan de Hela para iniciar Raganrök con el nacimiento de mi hijo. Pero les confesé que no era posible que su venida al mundo desencadenase su fin.

-Por el amor – añadió Frigga con los ojos iluminados por la sabiduría del joven.

-¿El amor? – preguntó Thor sin entender.

-El amor como dicotomía del odio de la guerra – explicó Odin, también maravillado con Loki, y afirmó -. La sangre de ningún niño que sea amado puede ser utilizada porque Raganrök surgirá del odio, nunca del amor. Les confesaste con sinceridad cuánto amas al niño. ¡Por todos mis ancestros! ¿Por qué no nos dimos cuenta de esto antes?

-Les expliqué cuánto amaba a mi hijo y que mi amor lo protegería de ser utilizado por Hela – confirmó Loki -. Por primera vez no necesité recurrir a artilugios ni mentiras. Usé la verdad y me creyeron. Cada soberano firmó un acuerdo de paz y con la tranquilidad que a partir de ahora impera en los reinos, Ragnarök no podrá desatarse por centurias.

-¡Eres increíble! – exclamó Thor, sin salir del asombro, y, riendo y llorando, lo abrazó y besó -. ¡Lo conseguiste, Loki! Detuviste Raganrök. Ni aun los más sabios lo hubieran logrado.

Loki sonrió ligero porque ahora sí el agotamiento comenzaba a pedirle cuentas. Frigga lo felicitó con un abrazo, mientras que Odin se dirigió a la puerta y ordenó a los guardias que trajeran urgentemente al Alto Consejo.

-¿Puedes ponerte de pie? – preguntó la reina a Loki y el joven asintió.

Entre Thor y ella lo ayudaron a incorporarse y lo acompañaron hasta un sillón, donde se arrojó con cansancio visible.

Los nueve nobles no demoraron en presentarse. Odin se acercó a Loki y de pie a su lado, anunció a sus consejeros:

-Loki, mi hijo menor, injustamente condenado por Malekith, el maldito, en presencia de todos, ha salvado a Asgard y al Universo entero.

Los nobles asintieron sin hacer preguntas, aunque las tenían y en demasía. Frigga sonrió al igual que Thor y Loki sintió una mezcla de orgullo, alegría y la calidez reconfortante por saberse querido y admirado.

-Quiero convocar a una ceremonia en la sala del Trono con todos los cortesanos, soldados y ministros – continuó anunciando Odin -. En ella se rendirán honores de héroe a Loki, y yo mismo le devolveré su título de Príncipe de Asgard con sus derechos.

Ni aun con sus mejores habilidades, Loki pudo disimular la sorpresa en su rostro.

-Porque es mi hijo y estoy orgulloso de él – continuó Odin, maravillándolo todavía más -. Aunque nunca dejé de quererlo, hoy, además de cariño siento admiración por él.


Los nobles dieron su aprobación con una reverencia y cuando ellos y los reyes se hubieron ido, Thor se puso de rodillas junto a su esposo, le tomó ambas manos entre las suyas y lo besó.

-Solo desde que te amé conocí la felicidad – le confesó, emocionado y fascinado.

Y Loki se dio cuenta de que sentía lo mismo.


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Hola:

Espero les haya gustado el capítulo. Tomé el nombre de Brünnhilde de una de las cuatro óperas de Richard Wagner "El Anillo de los Nibelungos", que se las recomiendo si no lo han escuchado. Se llama "La Walkiria" y es la tercera, si no me equivoco, de la tetralogía. Me llevé una grata sorpresa al verla porque tuvo una importante influencia en Tolkien y los fans de este autor encontrarán muchas similitudes.

Fuego Helado (Thorki)Where stories live. Discover now