El Nacimiento

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El Nacimiento


Aun antes de que sus doncellas le avisaran, Frigga percibió que su nieto venía al mundo, se vistió de prisa y se apresuró a los aposentos de su hijo menor. Los jóvenes acababan de llegar y aún no se habían presentado los sanadores. Mientras que Thor le pedía a su esposo que se recostara un rato en la cama para descansar, Loki recorría la habitación, ansioso.

Se trataba de un parto mágico como lo habían sido la concepción y el embarazo, y por eso no se regía por las reglas comunes. Para albergar al niño, el cuerpo de Loki había creado una cápsula mágica adherida a las paredes de su vientre, que debía desprenderse por medio de las contracciones. Una vez que se hubiera separado por completo, el joven recién estaría listo para que se la extrajeran junto con la criatura por medio de una cirugía. Para acelerar el desprendimiento, los sanadores le habían aconsejado que no se mantuviera quieto durante el trabajo de parto y por eso se esforzaba en caminar por la recámara con una mano apoyada en la espalda y gestos de dolor, mientras que Thor se empeñaba en llevarlo al lecho.

-¡Thor, basta! – estalló el joven, cansado y adolorido -. Si me acuesto, esto puede demorar un día entero y no estoy dispuesto a soportar el dolor por veinticuatro horas.

Thor respiró profundo para serenarse.

-Lo que te estoy proponiendo es que te acuestes a descansar hasta que lleguen los sanadores. Ellos te dirán qué hacer. Caminar en círculos sufriendo solo porque así lo consideras es absurdo. Estás gastando energías inútilmente.

Loki se detuvo para echarse hacia atrás, mientras sus dientes castañeaban por una poderosa contracción. Respiró hondo varias veces antes de replicarle.

-Thor, hazme el favor de dejarme solo. ¡Vete!

-¿Qué locuras estás diciendo? – protestó su esposo.

Frigga golpeó antes de entrar y se dirigió hacia Loki para abrazarlo. El joven gimió.

-Madre, hazle entender que debe recostarse un rato – reclamó Thor, exasperado -. Al menos hasta que lleguen los sanadores.

Frigga acarició la frente de su hijo menor y le besó la cabeza oscura.

-Vamos a sentarnos juntos en la cama – le susurró cariñosamente -. No es bueno que malgastes energía porque la necesitarás más tarde.

Sin decir nada, Loki se dejó llevar y permitió que su madre lo ayudase a acostarse sobre unos mullidos almohadones en la cama.

Thor rodó los ojos, aunque ahora se sentía aliviado sabiendo que Loki se estaba relajando.

Frigga cubrió a su hijo menor con una cobija y le apartó las hebras de pelo del rostro.

-¿Cómo llegaste tan pronto, madre?

-Percibí que el niño venía en camino, hijo. ¿Deseas un vaso con agua?

Loki asintió y ella le sirvió de una jarra junto a la mesa de luz.

-No temas, Loki – sonrió Frigga, leyéndole el corazón -. Todo saldrá bien y muy pronto estaremos conociendo a tu pequeño.

Loki quiso replicarle que no tenía miedo pero calló. En verdad sentía un poco y por eso quería caminar para que la cápsula se desprendiera cuanto antes y el parto acabara pronto. Otra contracción lo sacudió y esta vez gritó con fuerza.

Thor se acercó, preocupado. Frigga le dio espacio para que se sentara junto a ellos. El príncipe le acarició con una mano la mejilla y con la otra el abultado vientre.

Fuego Helado (Thorki)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon