Destrucción

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Destrucción

Thor y Ironman aterrizaron en la plataforma de SHIELD y se dirigieron al centro de operaciones, donde Bruce Banner los estaba esperando junto con la doctora Foster y el doctor Selvig. Bruce se quitó los anteojos, aliviado de verlos llegar, mientras que Jane saltó de la silla junto a la computadora y corrió a arrojarse en los brazos del dios del trueno.

-Me llevó cuatro años de investigación – suspiró la joven alegremente -. Pero lo conseguí. ¡Conseguí la forma de traerte de regreso a la Tierra!

Thor la apartó apenas para mirarla a los ojos. Jane Foster era bella, inocente y pura, además de inteligente, decidida y obstinada. Sin embargo, esa atracción que había sentido hacia ella ya no existía y aunque por algunos segundos se sintió transportado en el tiempo, la joven solo le provocaba un amistoso cariño, el mismo que sentía hacia Sif.

En cambio, los ojos de Jane hablaban de emociones más profundas hacia él.

-Es una suerte que Tony te haya traído – intervino Bruce, acercándose. Estaba vestido con pantalones grises y una camisa descolorida. Pocos al verlo comprenderían que se trataba de una de las mentes más brillantes de la ciencia -. Ya te habrá puesto al tanto. Nueva York es un caos. La gente está huyendo auxiliada por la guardia civil. Los extraterrestres han montado centros de operaciones en distintos puntos de la ciudad y a través de ellos mantienen el control absoluto. Nada podrá detenerlos para que se expandan a otros puntos del planeta. Malekith te espera a ti en el centro principal sobre la terraza de Empire State.

-La energía que utilizan es poderosa y desconocida – comentó Selvig, consternado, observando una vez más los registros en su pantalla -. Supera por cien la potencia del Teseracto. Las mejores armas del ejército se pulverizaron en cuestión de segundos.

Thor se alejó de Jane para acercarse a su amigo científico.

-La fuerza que utilizan es la de Hela, la diosa del Inframundo, doctor. Malekith, el maldito, y su gente se unieron a ella para desatar Ragnarök.

-¿El Ocaso de los Dioses? – tradujo Nick Fury, mientras entraba por una puerta lateral, todo vestido de cuero negro y con las manos cruzadas en la espalda -. Tus conocidos no se quedan cortos cuando de misiones épicas se trata, Thor Odinson.

-¿Ragnarök? – repitió Bruce, colocándose los lentes -. Significa el fin del mundo en la mitología nórdica.

-Y pensar que no hacía mucho se decía que el mundo se acabaría el 21 de diciembre del año 2012 – bromeó Tony para romper el hielo -. Erraron por poco margen.

-Tengo que acabar con esta locura – decidió Thor y volteó hacia Fury -. En Asgard, esperábamos esto de un momento a otro pero no imaginamos que se iniciaría aquí, en Midgard. Me enfrentaré a Malekith, que me está esperando, y lo pondré en su lugar.

-El asunto es más complejo – lo desalentó Fury -. Nadie puede acercarse a ninguno de los centros en un perímetro de diez kilómetros. Han levantado murallas con chatarra, que custodian los secuaces de Malekith con sus armas hasta ahora imbatibles. Son una especie de duendes grises, seguro los conoces.

-Los elfos oscuros de Svartalfheim – explicó Thor -. Por eso traje esto conmigo – de su bolsillo sacó una gema azul del tamaño de una uña, que refulgía con una luz capaz de iluminar una ciudad entera -. Este trozo de energía está cortado directamente del Teseracto. Me lo entregó mi padre antes de venir. Aquel que lo porta se vuelve invencible ante cualquier enemigo.

-¿Aun ante Hela? – quiso saber Bruce, un tanto descreído.

Selvig se acercó al príncipe para observar el metal, que mientras hablaban se había apagado y ahora se veía como un trozo simple de lapislázuli.

-Es nuestra única esperanza – dijo el príncipe -. Soy el único que puede hacer frente a Malekith. También sé que me está esperando para tenderme una trampa. Por eso vine preparado.

-Es cierto – aceptó Fury -. Esta es nuestra única esperanza. No había visto antes una fuerza capaz de tal destrucción y es invencible. Tomaron el control de la isla en cuestión de minutos y solo les llevó un par de horas dominar la ciudad entera.

-¿Qué hay de las pérdidas humanas? – se preocupó Thor.

-No podemos manejar cifras exactas – contestó Bruce -. Pero la guardia civil actuó de inmediato y con nuestra ayuda, pudimos rescatar a muchas personas. La ciudad está prácticamente evacuada.

-Pero controlada por los duendes, perdón – se corrigió Tony -, elfos oscuros, los llamaste.

-Los vengadores pueden ayudarte a penetrar el perímetro – propuso Fury -. Si estás listo, nos pondremos en marcha cuanto antes – dio media vuelta y se alejó conservando las manos cruzadas en la espalda.

Jane alzó la mirada hacia Thor. No le gustaba en absoluto el peligro que iba a correr.

•••••••••••••••••••••••••••

Thor aguardaba en una sala común, en ese momento desocupada, a que el equipo estuviera listo para viajar. Metió nuevamente la mano en el bolsillo para observar el fragmento de Teseracto y al quitarlo, una piedra verde cayó al piso. Intrigado, la alzó y vio que era una gema asgardiana con runas talladas. Reconoció en sus líneas el trazo elegante de Loki y se dio cuenta que se trataba de un hechizo protector. Seguramente su esposo se lo había colado mientras se despedían.

Thor sonrió. Estas demostraciones secretas y sinceras de cariño valían para él más que gritos de amor lanzados a los cuatro vientos. Le gustaba que Loki fuera discreto y le encantaba que se preocupara afanosamente por su seguridad.

-Recién procesé la noticia de que tu hermano, consorte ahora, está embarazado – declaró Tony, entrando de sorpresa -. ¿Cómo puede ser eso posible? Sé que ustedes no son humanos y que por lo tanto su naturaleza no es como la nuestra pero pensé que se reproducirían como nosotros. Hay mujeres en Asgard y vi sanadoras muy atractivas.

Thor guardó el Teseracto en el bolsillo y la piedra verde junto a su pecho.

-Nos reproducimos igual que ustedes – explicó el príncipe -. Tenemos mujeres hermosas en Asgard y nos enamoramos de ellas. Lo de Loki, que no es mi hermano de sangre, fue diferente. Para rescatarlo del castigo cruel al que lo habían condenado porque sí, nos criamos juntos y lo quiero, me uní a él en una ceremonia conocida como el Enlace Sagrado de Oro – hizo una pausa para observar a Stark y saber si el hombre se estaba tomando en serio lo que le decía.

-Continúa – apremió Tony interesado.

-Este enlace sangrado se trata de un ritual mágico reservado para los reyes y herederos de Asgard. Sirve para salvar a prisioneros que los monarcas consideran que no deberían ser castigados a pesar de que se les haya dictado una condena. Actuó en Loki dándole la facultad de poder gestar un hijo, ya que como futuro rey necesito un heredero.

-Interesante – reconoció el multimillonario sin un dejo de ironía -. Y además del poder de gestar, ¿existe alguna otra facultad que les otorgue? A ti, por ejemplo, ¿qué te provocó?

-Todavía no lo sabemos. El alcance que tiene, según mi madre, es un misterio. Pero lo iremos descubriendo.

-Tienen toda la eternidad para hacerlo – comentó Tony y fue a servirse una copa de whisky de una licorera en un rincón que para su fortuna, estaba bien surtida. No se la ofreció al príncipe porque sabía que le gustaban más el vino y la cerveza -. Digamos que verlos casados ya fue un shock, lo de tu consorte embarazado, imagínate lo que me costó asimilarlo si recién caigo en la cuenta, pero que ustedes dos, ¡se hayan enamorados! Amigo, eso me supera – alzó la copa -. El amor es más mágico y misterioso que la magia misma.

Thor sonrió.

-Te sorprende que nos hayamos enamorado pero no fue de buenas a primeras. Fue más bien un proceso.

Tony bebió un trago.

-¿Piensas decírselo a Jane ahora o cuando traigas al niño a la Tierra para que lo conozcamos?

Thor no supo por qué volteó hacia la puerta, quizás lo hizo por un sexto sentido, pero allí vio de pie a Jane, más pálida que una sábana.

Con toda discreción, Tony se sirvió otro trago y se marchó sin presentar excusas.

-Jane – murmuró Thor y se le acercó para abrazarla amistosamente. La joven temblaba como una hoja -. Quería encontrar algún momento para decírtelo – hizo una pausa -. Lo siento.

-Todos los hombres son iguales – sollozó Jane con bronca y sonrió irónicamente entre lágrimas -. Aquí y en Asgard. Me prometiste que vendrías por mí y yo te esperé y trabajé para traerte de regreso como una ilusa. Mientras tanto te casaste y ahora, ¿vas a tener un hijo? ¿Con Loki? ¿Con él? Por favor, no me digas que lo amas.

-Lo amo – se sinceró Thor.

Jane se lo quitó de encima con toda su fuerza. Thor quedó en suspenso y aunque vio el puño disparado hacia su rostro, no hizo nada para detenerlo. La muchacha le plantó una bofetada en la mejilla y le descargó puñetazos en el pecho.

-¡Te odio! – fue todo lo que brotó de Jane.

Permanecieron un rato en silencio. Jane dejó de golpearle y se secó las lágrimas mientras hipaba. Sentía que ese patán no merecía que llorara por él, pero era tanta su desilusión que no podía contenerse. Lo había hecho todo por Thor, absolutamente todo y él la había traicionado. Además, lo peor, era que lo amaba.

-No quiero engaños – ordenó la joven -. No quiero que trates de endulzar lo que sucedió para que no me duela tanto. Quiero la verdad, lisa y llana. Thor Odinson, dime, ¿por qué me mentiste? ¿Necesitabas recuperar Mjolnir y por eso me usaste? Podía haberte ayudado como amiga, sin que tuvieras que jugar con mis sentimientos.

Thor la miró directo a los ojos y buscó las palabras que iba a decir.

-Yo no te usé cuando te conocí porque realmente sentí algo especial por ti. Creí que estaba enamorado y por mucho tiempo te pensé, te soñé y lo único que deseaba era poder llevarte a Asgard y casarme contigo.

Jane sintió que el corazón se le hacía pedazos. Hubiera deseado haber sido engañada desde el principio.

-Entonces, ¿qué pasó? – reclamó sin saber si quería escuchar la respuesta.

-Me enamoré de Loki.

Confundida, la joven sacudió la cabeza.

-Pero él. . . él es tu enemigo. . . trató de asesinarnos a todos. . .

-Ahora cambió y lo amo.

-Pensaba que solo yo era la tonta que creía en los cuentos de hadas – suspiró Jane con dolor -. ¿Qué puedo decir? Elegiste al villano que quiso matarte por encima de mí. ¿Esto en qué posición me deja?

Thor no sabía qué responderle. Las palabras no eran su mejor arma y aunque estaba diciendo la verdad, sentía culpa por la herida que le había provocado.

Con orgullo, Jane lo miró a los ojos desafiante.

-No queda nada por decir. Fui una estúpida por haberme creído amada. Te creía demasiado bueno para sospechar que estabas jugando conmigo. Si dices que realmente sentías algo, creerte o no, no cambiará las cosas. Quédate con tu princesa de Asgard, yo no tengo nada por decir – se mordió los labios y sollozó -. Todo lo que hice fue en vano – y quiso marcharse.

Pero Thor la sostuvo del brazo con firmeza.

-Nada de lo que hiciste fue en vano, Jane – respondió con suavidad -. Eres una magnífica persona y si te demostré que te amaba, es porque creía que lo hacía. Nunca quise engañarte. Eres maravillosa y jamás has sido una tonta.

Jane le respondió con una bofetada más violenta. El príncipe la soltó y ella abandonó la habitación, cerrando la puerta estrepitosamente.

Thor se sintió apenado por su dolor pero en el fondo, se había quitado un enorme peso de encima al confesarle la verdad.

Enseguida la agente Maria Hill entró a comunicarle que el equipo estaba listo para partir.

•••••••••••••••••••••••••••••••

La isla de Manhattan se había convertido en un depósito de chatarra y destrucción. Montículos de coches aplastados y basura metálica se apilaban como montañas en distintas zonas para delimitar el perímetro hacia los distintos centros. En las cimas de las murallas, miles de elfos oscuros custodiaban con armas. En el pavimento no se encontraba más que mugre y tropas de las criaturas patrullando, mientras que el aire estaba poblado de humo y cenizas.

Fury se puso en contacto con Natascha Romanoff, Clint Barton y Steve Rogers, que se mantenían alertas en un sector cercano a Empire State. Habían planeado esperar bajo tierra pero los elfos habían tomado el control de los subterráneos y entraban y salían escudados por sus poderosas armas.

Bruce, Ironman y Thor aterrizaron junto a ellos. Sin perder el tiempo en saludos, Thor escuchó el plan de ataque del Capitán. Hawkeye y Black Widow (compañeros inseparables y "algo más", según el ojo inquisidor de Tony) distraerían a los elfos que custodiaban la calle, mientras que Hulk y Steve brincarían encima de los de las murallas, que eran más numerosos. Esta distracción les daría tiempo a Ironman y Thor para ingresar vía aérea. Una vez dentro del perímetro, Stark se encargaría de atacar a los duendes, mientras que el dios del Trueno se dirigiría a Empire State.

Era un plan arriesgado y no el mejor, pero el tiempo apremiaba y todos decidieron seguirlo.

Natascha con su agilidad y pistolas y Clint con sus flechas, se lanzaron juntos sobre los elfos que merodeaban las calles, que rodeaban el muro. Los de arriba apenas notaron que algo pasaba cuando ya tenían a un gigante verde y al Capitán poniéndolos fuera de combate. Con una orden de Stark, cincuenta aviones de combate que había enviado Fury, sobrevolaron el espacio disparando sobre los duendes, que se encontraban en las calles dentro de la muralla.

-Cuando quieras, príncipe de toga roja – invitó Ironman.

Thor asintió y ambos entraron juntos en el perímetro, volando por encima del muro.

Apenas aterrizó, Thor comenzó a repartir golpes de Mjolnir entre los duendes para abrirse paso hacia Empire State, que se alzaba varias cuadras más adelante.

Desde la terraza, Malekith, envuelto en una capa negra, lo vio y se descubrió la capucha, revelando una sonrisa siniestra.

-Que suba el asgardiano – ordenó a tres elfos.

Las criaturas, oscuras y deformes, desplegaron sus alas y salieron disparadas a cumplir su orden.

Thor vio los monstruos que bajaban del edificio y entendió que su enemigo los había enviado para buscarlo. Con tres martillazos más, se abrió paso hacia la siguiente cuadra. Allí siguió peleando. De a ratos veía a Ironman luchando en el cielo, acompañado de los aviones. Se notaba que con las armas de Hela, los terrícolas estaban en abierta desventaja.

Sin embargo, las criaturas siguieron la orden de su amo y dejaron de atacar a Thor. Con el camino allanado, el príncipe saltó hacia la terraza del Empire. Aterrizó de pie y se encontró cara a cara con Malekith.

Era un monstruo de tres metros de alto, esbelto pero fornido, que estaba vestido con una túnica y una capa gruesa y negra. Llevaba un peto gris con figuras y runas esculpidas de un material impenetrable que solo se extraía de las piedras del Inframundo y que Hela le había entregado para defenderse. Tenía el rostro cerúleo descubierto y en él refulgían un par de ojos rojos y malignos. Lo observó con una sonrisa descarnada donde se apreciaba su dentadura completa con dientes afilados como cuchillas.

-Bienvenido, Thor de Asgard – saludó con los brazos abiertos socarronamente.

Thor no se molestó con contestar.

Malekith aplaudió dos veces y el príncipe sintió un calor incinerador en el pecho. Se metió la mano dentro de la ropa y al retirarla, la vio sucia con un líquido verdusco. Era la piedra protectora de Loki, que su enemigo había derretido.

-No quiero hechizos de ningún tipo – reclamó Malekith -. Cero intervención de terceros. Solo tú y yo. Así descubriremos quién de los dos posee el arma más poderosa. ¿Mi magia o tu martillo?

Thor alzó Mjolnir para cargarla de energía, pero el villano lo arrojó al suelo con un rayo. El príncipe mordió el pavimento con rabia.

-Lento y predecible, Thor Odinson – se mofó -. ¿Qué más tienes para mí?

Viendo que no podía andar con vueltas, Thor le arrojó el Teseracto. La piedra resplandeció con la potencia de un sol azul antes de estallar encima del brujo. Eso tenía que ser todo.

Thor se puso de pie, creyendo haberlo vencido. Pero cuando el resplandor se apagó, vio a Malekith de pie como si apenas una chispa lo hubiera tocado.

-Supongo que aquí se terminó tu espectáculo, Odinson – y alzó los brazos al cielo.

Una nube negra de tormenta surgió en el firmamento. Los aviones e Ironman perdieron dirección y mientras los pilotos saltaban eyectados en paracaídas, el hombre de hierro se precipitó hacia la tierra. Elfos y vengadores dejaron de combatir por un instante para observar lo que acontecía.

La tormenta creció y creció, y distintos rayos golpearon la tierra. Dos impactaron en Thor, que soltando un grito de dolor, despareció con ellos.

Malekith bajó los brazos. La tormenta se disipó al instante y el brujo se esfumó con su prisionero.


••••••••••••••••••••••••••

Encadenado de pies a cabeza, Thor fue teletransportado hasta una habitación de roca maciza, negra como la noche misma y asfixiante. Parecía el recovo de alguna caverna gigantesca. La única iluminación provenía de dos antorchas en pedestales, a los pies de una escalera serpenteada de piedra. Lanzaban llamaradas de un resplandor verde, que enceguecía si se fijaba en él la vista. Al final de la escalera, en lo alto, estaba situado un trono óseo con el respaldo adornado de cráneos alargados, y los apoyabrazos, compuestos por fémures. Un olor nauseabundo oprimía el espacio y a lo lejos se escuchaban alaridos del dolor más cruel. Un líquido viscoso se filtraba a través de las paredes y del suelo brotaba frío y humedad. Mjolnir se corporizó con la mitad de la cabeza clavada en el suelo.

El príncipe supo inmediatamente dónde estaba.

-Bienvenido al Inframundo – hizo su aparición Malekith y le señaló el trono, allá arriba -. Saluda a Hela, diosa poderosa y recolectora de las almas perdidas.

Las antorchas se apagaron, sumiendo al lugar en la oscuridad más siniestra. Cuando volvieron a encenderse, sentada soberbia en el trono, estaba la pálida Hela, con sus cabellos verdes y sus ojos violáceos. Su cuerpo voluptuoso estaba ceñido en un vestido negro, que era elegante hasta la cintura pero en las caderas se transformaba en harapos. Mientras que su rostro, pecho y brazos denostaban una belleza exquisita, sus piernas eran huesos con jirones de carne putrefacta colgando.

Thor se sintió asqueado.

-Cumpliste tu palabra, Malekith, el maldito – habló la diosa. Su voz era dulce -. Me has traído al primogénito de Odin.

-Con él como tu prisionero, Ragnarök podrá desatarse, mi señora – reconoció el brujo, satisfecho.

-¿Tan importante soy para el mundo? – se burló Thor despectivo.

Hela lo observó con la lástima que provoca un insecto a punto de ser aplastado.

-No te sientas superior, jovencito. Tu hijo será la llave que desatará el esperado Ragnarök, no tú – vaticinó, poniéndose de pie.

Thor sonrió con odio.

-Y me aprisionaste para que no pudiera defenderlo. Eres una diosa ingenua. Loki, hijo de Odin y consorte mío, jamás permitirá que toques a nuestro hijo.

Malekith observó a Hela con complicidad. La diosa bajó los oscuros y húmedos escalones hasta llegar al príncipe. Thor apenas refrenaba las náuseas por el aliento pestilente que se liberaba de su cuerpo.

-Un pobre ingenuo resultas tú, Thor. ¿Crees que ya no pensé en ello? Loki, hijo de Laufey, no de Odin, es la siguiente víctima de mi plan. Se siente feliz con el amor que le prodigas pero en el fondo de su corazón, persiste la inseguridad y el temor a ser rechazado. No lo niegues porque puedo leer los corazones, y los heridos y sangrantes como el de tu consorte, son mi debilidad. Verás, contigo, aquí aprisionado, alguien debe ocupar tu lugar en Asgard y quién mejor para hacerlo que Malekith, rey de Svartalfheim. Malekith – le extendió la mano -. Acércate, querido, y bebe de la sangre de mi prisionero.

Antes de que Thor alcanzara a reaccionar, la diosa le clavó las uñas filosas en el brazo. Brotó sangre fresca. Hela sacó su lengua larga y ofídica para lamer y saborear el líquido sin beberlo. Malekith se le acercó y por un medio de un beso repulsivo, la deidad le pasó la sangre.

Unas sombras negras envolvieron al brujo. Él se alejó y comenzó a convulsionar y gritar como una serpiente herida. Finalmente cayó al suelo y las sombras se disiparon.

Thor abrió los ojos como platos cuando en lugar de Malekith, el maldito, se incorporó un doble del príncipe, exacto a él en rasgos y vestimentas, sosteniendo una réplica de Mjolnir.

-Hete aquí a Thor, hijo de Odin, príncipe y heredero del reino de Asgard – presentó Hela al brujo transformado mientras observaba al prisionero -. Una imagen perfecta de ti. Ni tu propia madre podría distinguirlos. Imagina cuando regrese y tu consorte lo reciba. ¿Crees que podamos engañar a Loki, hijo de Laufey?

-Nadie puede engañar a Loki, hijo de Odin – espetó Thor furioso -. Ni aun tú.

-No hay apuro – replicó Hela, encogiéndose de hombros -. Si descubre el engaño, Malekith deberá tomarlo por la fuerza.

-Será un placer – reconoció el brujo, relamiéndose los labios. Con el aspecto de Thor, su expresión se tornó repulsiva.

-Pero no debes entretenerte demasiado ni dañar al niño que espera – le recordó la diosa -. Él es la clave de Ragnarök.

Thor luchó infructuosamente por liberarse de las ataduras pero estaban fabricadas con un material que resistía su fuerza. Estaba frenético y al aumentar su impotencia, sentía cómo las lágrimas le brotaban. Hela rió al verlo y se le acercó. Con el índice le alzó el mentón para que la mirara.

-En cuanto a ti, eres mi prisionero por toda la eternidad.

-¡No puedo ser tu prisionero porque estoy vivo! – le respondió Thor con furia -. Si me matas pelearé. Así mi muerte será considerará muerte de guerrero y descansaré en Valhalla, no en tu morada asquerosa.

-Otra vez, ¡pobre ingenuo! – suspiró la diosa burlona -. Serás mi prisionero eterno y vivo. ¡Llévenselo!

Las sombras negras reaparecieron y entre chillidos escalofriantes, envolvieron al príncipe y se lo llevaron a rastras hacia los calabozos del Inframundo.

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¡Hola! No se enojen pero este drama es necesario para el desarrollo. También quería aclarar que me he tomado libertades para la trama y personajes y no pretendo ofender a los seguidores de los cómics y de la mitología nórdica.

Fuego Helado (Thorki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora