Magia

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Magia


Loki pasó la noche sentado en el borde de la cama, recordando a Thor. No quería pensar en él y buscaba distraerse imaginando qué haría de tener la oportunidad de conquistar Asgard. Pero después de haber rechazado semejante oportunidad para usar su magia esa mañana, tuvo que admitir que sus deseos de conquista sonaban obsoletos.

Loki se negaba a sentir por su consorte más que resentimiento. Tenía que odiarlo como odiaba Midgard y Jotunheim. Sin embargo, todavía lo exaltaban el calor de sus manos sobre sus muslos y la pasión de sus besos aquella mañana. Thor era un tonto pero era un tonto bueno y demasiado apuesto. Tenía un cuerpo espectacular, el porte de un rey y unos ojos azules que transmitían la más pura inocencia. Más que una imposición, Loki debía reconocer como un honor consumar el enlace con alguien así.

De repente, sintió calor en la entrepierna y al bajar la mirada, descubrió para su vergüenza, que pensar en las caricias y el aspecto de su legítimo consorte le había provocado una erección. Sin otra explicación a su guardia más que una orden a secas, se dirigió a darse un baño helado en el mayor de los silencios.

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Por la mañana, Loki ordenó a su guardia que lo escoltara hacia el campo de marte porque sabía que Thor entrenaba allí cuando no tenía obligaciones. Entró soberbio, seguido de los dos soldados que transportaban los cristales.

Volstagg y Hogun estaban entrenando y se codearon con discreción al verlo. Loki pasó a su lado, ignorándolos olímpicamente.

El campo inmenso estaba dividido en distintos sectores, según los ejercicios que los guerreros requirieran, y el joven subió a una atalaya para escudriñar cada grupo pero no encontró a su esposo.

Al bajar, vio que uno de los entrenadores se le acercaba.

-¿Dónde está el príncipe Thor? – le preguntó Loki.

-Su Alteza, el príncipe Thor, está dentro del palacio reunido solo con Sif – respondió Volstagg a sus espaldas.

El joven volteó rápidamente y vio a los dos amigos de su esposo observándolo en pose desafiante, con los brazos cruzados en el pecho y las piernas separadas. Podía oler una mentira a kilómetros de distancia y no le costó darse cuenta de que el gigantesco pelirrojo lo estaba engañando. Alzó una ceja, con aire despectivo.

-En ese caso, avísale cuando termine que yo lo estoy buscando. Buenos días – y se alejó, escoltado por su guardia.

-No era necesario que le mintieras – reprochó Hogun cuando Loki estaba lejos.

Volstagg se encogió de hombros.

-Sif le cayó mal siempre porque la muchacha es difícil de manipular y fue divertida su expresión cuando imaginó a su consorte con ella. Además, es el Príncipe del Engaño. ¿Crees que se comió el cuento?

-En absoluto – contestó Hogun -. ¿Pero realmente tienes idea de adónde fue Thor?

-Para nada – admitió el pelirrojo y con una palmada a la espalda de su amigo, le indicó que siguieran entrenando.

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Loki estaba furioso y perplejo consigo mismo. Por un segundo, el imaginar a Thor con Sif le produjo celos irrefrenables. Entró en el palacio, más ansioso de lo que había salido, y enfiló hacia la biblioteca real. Tenía que distraerse imperiosamente y la lectura había sido toda la vida su entretenimiento favorito.

Fuego Helado (Thorki)Where stories live. Discover now