El Imperio Dracónico de la Galaxia Irregular el cual ha crecido durante más de 50, 000 años mediante la sangre y muerte de otras razas lleva en guerra ya varios años contra un Imperio vecino conocido como los Graor. Es en medio de este terrible con...
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Capitán Caeldrel Mel
Ubicación: Planeta Saenir, sistema Mendor
El sistema creció al rededor de la estrella denominada Mendor la cual era relativamente joven en la galaxia, estaba ubicado en los límites del sector Himleen con el espacio inexplorado y poseía mucha energía y luz con la que irradiaba a los cinco planetas en su orbita, aunque solo los últimos tres se encontraban habitados en su mayoría por campesinos y granjeros, los primeros dos en términos prácticos no eran más que rocas chamuscadas por su sol.
Saenir, el cuarto planeta, siendo de los habitables, su diámetro era de aproximadamente 50,000 km en su ecuador, estaba circundado por un par de lunas: Khylosh y Hroor.
El clima en este mundo era muy cambiante e inclemente a veces y el terreno en el cual se podía vivir se encontraba dividido en ocho grandes islas.
Aroshi era la isla de mayor tamaño, y en la cual acontece este relato. Aquí se encontraba la capital del planeta, de nombre Pherioos, era el hogar de casi treinta millones de seres, además de haber otras cinco grandes ciudades rodeadas de grandes poblaciones rurales.
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La lluvia se dejaba caer a cántaros sobre la ciudad, para cualquier habitante no nacido con sangre assaree esta agua resultaría bastante molesta al caerle en la piel, debido a su acidez natural.
El automóvil se detuvo frente al adusto y atemorizante acceso del antiguo cementerio situado en las afueras de la metrópoli. De su interior bajo la subteniente Caeldrel Mel vestía un abrigo hecho con materiales especiales para resistir el clima tan peculiar de aquel mundo, debajo de este lucía un uniforme militar de color verde oscuro con los distintivos inherentes a su cargo, ella era la más joven de los miembros de la familia Mel y como cada año cumplió con la tradición familiar de asistir a limpiar la cripta familiar y cantarle a sus muertos.
Sus botas le ayudaron a pasar sobre los charcos que se formaban en las calles del camposanto sin mojarse los pies, avanzó mientras recordaba las historias que su padre le narrase, al igual que los cuentos de su difunto abuelo acerca de cómo era todo en el sistema y en el mundo antes de la rebelión contra el gobierno central del imperio dracónico.
