XIV - Lanuedoc

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Amirah

—¿Qué le parece Almaine, Lord Albourne? Supongo que debe de ser bastante diferente a Gérolstein.

—Aún no llevo aquí el tiempo suficiente como para granjearme una opinión, milady.

—Escuché que usted proviene de una ciudad del norte.

—Así es.

—¿Cercana a la capital?

—Al contrario.

—Supongo que su familia lo extrañará, como usted a ellos.

Él solamente asintió, o tal vez fue el movimiento del caballo lo que hizo que su cabeza se tambaleara simulando un asentimiento.

—¿Tiene hermanos o hermanas?

—Dos.

—¿Varones o mujeres?

—Dos hermanos.

En momentos como éste, Amirah sentía que podría tener conversaciones más elocuentes con una roca. Por el honor de Lady Landragon, quien había sido su tutora de buenos modales, hizo un intento más:

—Su caballo es un ejemplar excelente. ¿Cuál es su nombre? —dijo mirando al purasangre negro azabache que montaba el hombre.

—Con el debido respeto, milady, lo desconozco. No acostumbro perder mi tiempo en ese tipo de nimiedades. Si me disculpa, tengo que revisar algo con mis hombres —Rodaerick espoleó al animal, alejándose de Amirah.

En cuanto se hubo alejado lo suficiente, Amirah soltó un suspiro de frustración y borró de su rostro la sonrisa falsa que se había forzado a mantener mientras hablaba con Lord Albourne.

Así podían resumirse sus interacciones en esos primeros tres días de viaje. Amirah intentando iniciar una conversación sobre cualquier tema, y Lord Albourne encontrando las repuestas más secas que le fueran posibles, para después fingir que algo requería su atención y escapar.

Amirah lo entendía. Sabía que para un hombre como Lord Albourne, encargarse de vigilar a una mujer en el aburrido trayecto a Lanuedoc resultaba una tarea terriblemente engorrosa. Pero eso tampoco le daba permiso de comportarse como un patán que tenía las buenas maneras metidas en el trasero.

Uno de los hombres de Gérolstein se le acercó en su caballo. En completa oposición su líder, tenía una expresión abierta que invitaba a la charla.

—Se llama Ragnar. Lo sé porque éste pequeño es su hermano, Loki —Aldair le dio unas cariñosas palmadas en el cuello al animal que montaba—. Lo siento, no pude evitar escuchar su conversación.

—Si es que a eso puedes llamarle una conversación —replicó ella.

El caballero asintió comprensivo.

—Me disculpo en nombre de Rodaerick. Al principio puede parecer tosco, y testarudo, y en ocasiones se comporta como un perfecto inadaptado social pero... —el caballero se llevó una mano a la barbilla como si pensara profundamente.

—¿Pero qué?

—Nada. Ahora que lo pienso bien, tiene razón. Es un idiota. Será mejor que nos mantengamos alejados de él —le confió el hombre guiñándole un ojo.

—Suena como una proposición completamente razonable —le contestó en tono cómplice. A Amirah ya le comenzaba a agradar este sujeto—. Mis más sinceras disculpas, creo que no recuerdo si nombre. Sé que nos presentaron al principio del viaje, pero con tanta gente...

La Corte de los SecretosWhere stories live. Discover now