Capítulo 2: Jo's Bizarre Adventure

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Harry odiaba ver a su amiga hecha añicos; llorando como una viuda de la guerra, sin consuelo y sin un fin aparente y en vista a los ríos de lágrimas que parecían estar brotando de aquellos ojos celestes. Y lo odiaba porque lo que a Jo le dolía, en última instancia le dolía a ella también: su sufrimiento, su pesar, todo era compartido.

—¡No puedo creerlo! —escuchó entre chillidos incoherentes de parte de Jo —. ¡Simplemente no lo acabo de concebir!

—Creo que eso dijo mi abuela cuando daba luz a mi tío que creyó haber abortado.

Pero a pesar de todo, Harry estaba dispuesta a estar ahí, a su lado, apoyando y extendiendo su mano así como ofreciendo un hombro para que pudiera desahogar su tristeza: su voluntad era inquebrantable para darle auxilio y socorro en las malas y en las peores.

Lo que no estaba dispuesta era a ofrecer tal ayuda por nada en absoluto. 

—¡Dijo que sí! —berreó con el moco escurriendo a todo lo que podía—. ¡Es increíble!

—Sí, esto pasará a la historia como uno de los grandes milagros de nuestros tiempos: la llegada del hombre a la Luna, el Internet, el que una novata saldrá con uno de los chicos más populares de todo el colegio.

—¡Lo sé! —exclamó de felicidad Jo, incapaz de entender el sarcasmo de Harry, o indispuesta a dejar que lloviera en su desfile.

No le deseaba mal, pero casi quería que Jeremy le hubiera dicho que no: quizá hasta hubiera tomado mejor el rechazo, pues es posible que eso era lo que pensara iba a ser lo más probable. Por el bien de la rubia, esperaba que no se fuera a sacar la lotería o algo así porque dejaría de ser una persona, y en su lugar sería una entidad 99% de agua salada y 1% de gemidos de incredulidad.

—¿Todo bien? —la madre de Jo dijo dando un paso dentro de la habitación, alarmada por los sollozos que se escuchaban desde el interior de esa puerta.

—Fue un primer día muy duro en el colegio, señora Hoult —Harry respondió, sabiendo bien que incluso si su amiga lo hacía, no pensaba que la fuera a entender—. El más guapo de Hopewell le dijo que "sí" a una invitación al primer baile del año, ¡oh, qué vida tan difícil!

—¡Oh, conozco esas lágrimas! —la madre se soltó un poco más—. ¡Así es ella! ¡Deberías verla cuándo tenía cinco años! ¡Le regalamos una pista de Hot Wheels para Navidad con la que tanto había estado jodiendo desde mayo! ¡Cuándo la tuvo lloró como por cua...!

—¡Creo que Harry ya entendió bien el punto! —Josephine respondió de súbito, con una voz tan clara como la de anunciante radial y una coherencia como la de catedrático de Harvard—. ¡Adiós mamá!

—Yo solía decía que...

—¡Adiós mamá!

La señora suspiró.

—Adiós es para las despedidas; se dice "hasta luego", ¿entendido?

—Entendido.

La madre echó un vistazo más, y al siguiente segundo salió del cuarto.

—¿Pediste una pista de Hot Wheels para Navidad cuándo tenías cinco años?

—B-bueno, y-yo no soy tan girly t-todo el tiempo Harry —la rubia respondió, dejando de lado un fleco rebelde de su cabellera —. Y mis primos estaban cansados de que les robara sus carritos.

Harry sonrió.

—Cuándo tenía seis quería una muñeca de Alondra Manitoba —compartió.

—¿Alondra Manitoba? —agitó Jo su rostro—. ¿La... del show de la cantante pop de la peluca que nadie reconocía? ¿¡Te gustaba ese programa!?

¿Cómo Te Lo Digo Querida Jo?Where stories live. Discover now