Doce

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Daniela miraba aburrida la ventana mientras el profesor explicaba, aquella era una mañana bastante aburrida pues estaba lloviendo, nada anormal para la ciudad de Bogotá que en estos momentos parecía ser Inglaterra y sus constantes lluvias torrenciales, esto era algo a lo que la gente ya estaba acostumbrada. 

Sólo miraba a la gente pasar de un lado a otro tratando de evitar las gotas de agua que caían cada vez en mayor cantidad, no parecía ser que la lluvia fuese a detenerse en un tiempo, recargo su barbilla sobre su mano izquierda y soltó un gran suspiro, hoy Paula y Johan no habían ido a la escuela por lo que tuvo que tomar un uber para poder llegar sin una sola gota de agua sobre su cuerpo, y ahora tendría que pensar en como regresaría a casa sin mojarse, no podía vivir de carros particulares toda su vida. Ahora no solo una cosa rondaba por su cabeza sino varias.

Había estado tan ocupada mirando por la ventana que no se dio cuenta cuando la clase finalizo y no fue hasta que sintió un ligero toque en su hombro derecho que volteo, por fin regresando a la realidad, al levantar la vista se encontró con Kim, al mirarla supo que la chica tenía algo: sus ojos estaban inchados, su nariz roja y su cabello era un desastre, antes de siquiera poder decir algo sintió los brazos de la chica rodearla, correspondiendo de inmediato.

—Kim, ¿Estas bien? ¿Que pasó? —pregunto preocupada sintiendo las pesadas respiraciones de la ojiclaro contra su cuello

—Zac —fue lo único que pudo decir antes de comenzar llorar incontrolablemente 

—Tranquila —trato de consolarla pero la chica parecía no escucharla ya que los sollozos parecían no parar 

Daniela no sabía exactamente que decir, Kim, era su amiga y necesitaba ayudarla así que se sentó junto a ella dándole pequeñas caricias en la cabeza mientras le decía que todo estaría bien, una vez la rubia estuvo más calmada por fin pudo contarle lo que pasó.

—Hace unas semanas me llamó y dijo que quería verme, que había cometido un error al haberse ido, quedamos de vernos en un café, cuando llegue él estaba ahí, hablamos y me prometió que no volvería a dejarme, yo le creí y volvimos, todo iba normal pero aveces él recibía llamadas y cuando le preguntaba quien era no me decía, cada vez que íbamos a algún lugar junto a sus amigos me dejaba sentada en la mesa y se iba con ellos, no me importaba, pero ayer llegó a mi casa borracho, se quedó a dormir y hoy que desperté él no estaba, me llegó un mensaje de una amiga, lo vio en el cine junto a otra chica y estaban besándose, pensé que realmente él cambiaría, pero me equivoque —contó entre sollozos deteniéndose en algunas ocasiones para tomar un poco de aire y deshacer el nudo que se había formado en su garganta 

—Hay Kim, ya no llores ese idiota no se merece que derrames lágrimas por su culpa, se que es difícil pero esto tarde o temprano tenía que pasar, ya no puedes hacer nada, más que dejar a un lado todos esos pensamientos, tienes 22 años no es para que desperdicies tu tiempo por alguien quien ni siquiera te valora —dijo a su amiga quien la miraba atentamente mientras se abrazaba más a su cuerpo

—Gracias Dani, trataré de hacerlo, ahora tenemos que irnos, mi hermano pasara por mi, iremos a visitar a nuestros padres, adiós y enserio gracias por escucharme, eres la mejor amiga que he tenido —ahora se escuchaba más calmada, se secó la cara antes de despedirse de su amiga con un ligero movimiento de mano

—Adiós Kim, si necesitas algo mas me avisas —se despidió antes de ver como la chica desaparecía por la puerta —todo estará bien

O eso creía.

Ahora tenía que encontrar la forma de llegar a su apartamento, sacó su celular, faltaban dos horas para que sus practicas iniciaran así que tomó sus cosas y cargó su mochila sobre su hombro y salió de aquel salón, afuera la lluvia era aun peor y el viento soplaba realmente fuerte, tomó valor y corrió lo más que pudo hasta llegar a un lugar en donde atajarse, cuando sintió el aire volver a sus pulmones volvió a correr. Todo el camino a su casa se la había pasando corriendo, había pasado mucho tiempo desde la ultimas vez que camino bajo la lluvia, disfrutó la sensación del agua recorriendo cada centímetro de su rostro, al llegar a su apartamento estaba echa una cascada pero no le importo en lo absoluto, se echo en la cama boca arriba mientras se reía de lo que había echo recientemente, se quedo mirando el techo mientras pensaba hasta que recordó el pequeño papel que aún debía estar en su pantalón.

POMPEIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora