Catorce

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Daniela no podía dejar de llorar, se sentía culpable, si tan solo no hubiese ido aquel día, si tan solo no hubiese aceptado esa lechita, si ta solo no hubiese tocado a Aaron, María Jose podría estar probablemente muerta por culpa suya y no había podido hacer nada, recordaba los gritos de la chica, sus quejidos, deseo haberse quedado pero sabía que si lo hacia ella también estaría en problemas.

No le importaba.

En eso momentos lo único que le interesaba era saber si la pelinegra estaba bien, pero solo podía llorar, no llamó a nadie porque ella se lo había pedido, intento marcarle pero nadie contestaba, no sabía que más hacer, llevaba dos horas tirada en su cama llorando sin saber que hacer, estaba a punto de llamar a la policía hasta que recibió un mensaje, rápidamente lo abrió.

Era ella

—Estoy bien —pero sabía que mentía ¿Cómo podía estarlo después de eso? 

—No me mientas, ¿Qué te hizo? 

—Enserio, no me hizo nada

—¿Por qué no llamaste a la policía?

—Ellos no podrían haber echo nada, si él quiere con un simple movimiento de mano puede hacer desaparecer media ciudad

—Debes denunciarlo, ¿Cuantas personas así conoces?

—Solo a él, no sucederá otra vez

—¿Cómo puedes decir eso? Debes hacer algo, denuncialo, él te hizo daño 

—No te preocupes por esto, por favor

Pero lo hacía, realmente lo hacía

—¿Cómo puedes pedirme algo así?

—Descansa Daniela

—¡No!, espera ¡Poché!

—Buenas noche 

Y ese fue el ultimo mensaje que recibió, trato de mandarle más, pero ningúno fue contestado, sabía que Aaron le había echo algo pero no quería imaginar que, con tan solo pensar en eso se sentía terrible, estaba un poco más tranquila ya que la chica le había mandado mensajes, sabía que no estaba bien pero con el simple echo de que siga viva le alegraba, aunque seguía sintiéndose mal. 

Lloraba porque no pudo hacer nada, lloraba por María José, lloraba por su corazón roto, lloraba por Aaron, lloraba porque se sentía mal, pero sabía que no podría compara eso a la forma en como debía estarse sintiendo Poché.

No sabía como se sentía ella.

(...) 

A la mañana siguiente las cosas no mejoraron.

El lunes Daniela, llegó tarde a la escuela, no quería asistir pero sabía que sino lo hacia terminaría peor de lo que ya estaba, no había podido llamar a Johan ni Pau, por lo que tuvo que correr, al llegar se sentó en su típico lugar junto a Kim, pero ella no estaba ahí, sólo se sentó a llorar y se asusto cuando escucho unos pequeños sollozos a su lado.

—¿También tuviste un mal día ayer? —Era Pau, se escuchaba destrozada, simplemente asintió —¿Quieres un abrazo? siempre ayudan 

Y corrió, corrió hacia su amiga porque la necesitaba 

—¿Qué te sucede Pau? —preguntó, su voz apenas podía escucharse

 —Te contaré si tu me cuentas, primero —contestó triste, jamás había visto así a su amiga 

—Es Poché, ayer sucedió algo —resumió no queriendo recordar lo acontecido —¿Y a ti?

—Pipe y yo terminamos 

POMPEIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora